Las familias sustituyen al Estado en la promoción del béisbol

Las diferencias sociales que la Revolución quiso eliminar se notan con una simple mirada al terreno de juego

Muchos de estos niños que comienzan a practicar béisbol tienen el sueño de integrar la selección nacional y un día jugar en las Grandes Ligas estadounidenses. (Víctor C.)
Muchos de los niños que comienzan a practicar béisbol tienen el sueño de integrar la selección nacional y un día jugar en las Grandes Ligas estadounidenses. (Víctor C.)
Carlos A. Torres Fleites

12 de febrero 2018 - 18:04

Santa Clara/El terreno de béisbol Natilla Jiménez de Santa Clara, conocido como El Sandinito, se llena el fin de semana de niños que comparten un sueño: llegar a formar parte de la selección provincial, más tarde del equipo Cuba y, quizá, terminar en las Grandes Ligas estadounidenses. Desde que el Estado ha renunciado a sus políticas en favor del deporte, las familias han asumido la tarea de proporcionar a sus hijos los recursos necesarios para alcanzar la ansiada fama.

El talento natural y un duro entrenamiento no son suficientes para la formación de un deportista de élite. Lograr el éxito en el deporte de las bolas y los strikes requiere empezar a edades tempranas y dedicar mucho tiempo a la práctica con el equipamiento adecuado para evitar lesiones.

El uniforme, los zapatos específicos, un bate, un guante, las caretas y rodilleras protectoras para los receptores, componen un set básico que puede suponer entre 60 y 100 CUC que no siempre están al alcance de todas las familias. Años después de la promoción del deporte como derecho del pueblo, solo quienes tienen mayores recursos pueden costear este arsenal de materiales, muchas veces comprados en el mercado negro.

En las tardes entre semanas, después del horario escolar, decenas de padres se reúnen en el Sandinito, donde practican pelota unos 30 niños menores de doce años. Las diferencias sociales que la Revolución quiso eliminar se notan con una simple mirada al terreno por mucho que hagan todas las familias para que su hijo luzca lo más cercano a un jugador profesional de béisbol.

Con la crisis económica que atraviesa el país, el Gobierno mantiene funcionando las áreas deportivas con dificultad

Los niños, bajo la mirada experta de dos entrenadores, se ejercitan en el Área Especial, una de las ocho que existe en la ciudad de Santa Clara y que está supervisada por el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder). La entidad estatal apenas si se encarga de la infraestructura más básica. Con la crisis económica que atraviesa el país, el Gobierno mantiene funcionando las áreas deportivas con dificultad.

La hierba que crece en el terreno, el deterioro de las gradas y el mal estado de los servicios sanitarios mellan el entusiasmo, pero tanto los niños como los padres parecen dispuestos a superar tales inconvenientes.

"Hay que venir como si fuera para un viaje interprovincial, pero hay que hacer estos sacrificios para que el muchacho gane en disciplina y en forma física", asegura una abuela que no se pierde detalle del entrenamiento protegida del sol bajo una sombrilla. "He tenido que aprender de pelota, porque antes no sabía nada", cuenta divertida.

Un aplauso recorre el grupo de los padres cuando uno de los pequeños conecta un batazo y corre con su impecable uniforme hacia la primera base. "Ese es mi hijo", dice con una sonrisa de oreja a oreja un hombre de gafas oscuras. "Le he pedido que no se tire muy duro en la base para que el pantalón no se le rompa tan rápido", confiesa.

Pedro Fuentes, uno de los dos entrenadores en El Sandinito, suda a mares mientras se mueve de un lado a otro del terreno. El silbato en su boca paraliza a unos y hace correr a otros. La edad idónea, señala a 14ymedio, para comenzar a practicar el béisbol son los siete años. En sus clases las matrículas están abiertas durante todo el año y solo se exige que el menor de edad se presente acompañado por uno de sus padres.

A veces permiten que entren niños de mayor edad "que tienen buen somatotipo y demuestran interés por el béisbol", agrega en alusión al temperamento de los jóvenes. "No podemos aceptar a todos los que se nos acercan por falta de capacidad y de condiciones, por lo que tenemos que hacer una selección".

En las categorías escolares con las que trabaja el profesor, los estudiantes conocen los fundamentos generales del deporte, tales como aprender a desplazarse y colocarse en un terreno de béisbol. También les enseñan a usar el material de juego.

Fuentes se muestra crítico por la poca atención que reciben de parte de las autoridades. Opina que para lograr buenos resultados en la pelota a nivel nacional e internacional hay que ampliar las captaciones en la base y "fortalecer las categorías inferiores". Sin el apoyo de los organismos estatales algo así se vuelve una tarea casi imposible.

En los últimos años Cuba ha experimentado un descenso significativo en los resultados competitivos en todas las categorías de béisbol. Solo en algunas ocasiones y sobre todo en competencias de menor calidad se obtuvieron medallas, lamenta Fuentes.

La gestión privada de los terrenos no está permitida aunque no han faltado iniciativas comunitarias de habilitar solares yermos o plazas en desuso para crear un campo de juego

La gestión privada de los terrenos no está permitida aunque no han faltado iniciativas comunitarias de habilitar solares yermos o plazas en desuso para crear un campo de juego. "Con improvisaciones no se forman campeones", opina un metodólogo deportivo de La Habana consultado por este diario.

"La situación es complicada porque a la falta de recursos se le une el vandalismo", asegura el profesional, que prefirió el anonimato, y que también denuncia el desvío de material deportivo para su reventa en el mercado negro.

"Es como tener una tubería rota que cada cosa en la que se invierte o cada producto que se entrega no va a parar a las manos de quienes más lo necesitan sino que son aprovechados para hacer negocios privados", asegura.

Con la herida aún abierta por la actuación del equipo de Granma en la Serie del Caribe en Guadalajara, en México, donde la escuadra cubana quedó en tercer lugar, en el Sandinito los padres y los entrenadores intercambian opiniones sobre el estado actual del béisbol nacional

Fuentes piensa, que "la caída" en el medallero se debe a la escasez de entrenadores dispuestos a transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones de jugadores por tan poca remuneración, entre 300 y 400 CUP mensuales según la categoría.

Pelayo, uno de los padres que acompaña a su hijo a cada entrenamiento en el terreno santaclareño, considera que los niños "avanzan y no abandonan las prácticas porque cuentan con el interés de los profesores, además del apoyo y el entusiasmo de la familia".

Algunos pequeños negocios privados han visto en esta necesidad un nicho de mercado, como el caso de Chueco, una pequeña productora de uniformes de béisbol que ayuda también a organizar torneos infantiles.

Los uniformes elaborados por Chueco "tienen mucha calidad y se parecen a los de las Grandes Ligas", cuenta a este diario Romelio, abuelo de un jugador del equipo Los Halcones de Guanabacoa, en la categoría Sub 12, que visten una combinación de azul y anaranjado fabricada por los emprendedores locales y que se vende por 30 CUC.

En general, un campeonato entre municipios le puede costar "a cada familia unos 50 CUC, sin contar los materiales, solo en transporte, comida y regalos", detalla.

En el mercado negro un guante de béisbol oficial puede superar los 50 CUC, más del doble de lo que gana un entrenador de cualquier deporte en la Isla en un mes de trabajo

En Santa Clara, Pelayo confirma esa versión. "Los bates, guantes y trajes de peloteros que tienen los niños es por que se los hemos comprado los familiares, la gran mayoría de las veces en el extranjero".

En el mercado negro un guante de béisbol oficial puede superar los 50 CUC, más del doble de lo que gana un entrenador de cualquier deporte en la Isla en un mes de trabajo, "un verdadero bochorno", según Pelayo.

En las categorías infantiles se utiliza una pelota maciza de goma (conocida como Kenko), que se diferencia de las usadas en las categorías superiores, y cuyo valor ronda los 12 CUC por unidad en el mercado negro. Cuando hay un batazo largo los padres aplauden pero también miran preocupados la pelota, por temor a que sufra daños.

"Si esto continúa, la practica de béisbol se convertirá en un lujo que solo podrán darse los hijos de las familias con más recursos económicos", lamenta Pelayo.

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