Cuba se queda sin el petróleo venezolano y sin fuentes alternativas de energía

Cuba busca incrementar la producción nacional de crudo ante la crisis venezolana. (EFE)
En los momentos más generosos del convenio Venezuela-Cuba, La Habana llegó a obtener más de 100.000 barriles diarios. (EFE)
Mario J. Pentón

30 de septiembre 2016 - 22:02

Miami/Venezuela vive una de las peores crisis económicas de su historia, ante la cual, para conservar los mínimos de credibilidad frente a su población hambrienta y ahorrar algo de divisas, el Gobierno de Nicolás Maduro ha tenido que cerrar el grifo del crudo que ofrecía a precios subsidiados a los países miembros de PetroCaribe.

Ante la falta de combustible, el presidente cubano, Raúl Castro, pidió nuevamente más ahorro y más sacrificios ante una "coyuntura económica especial", algo que ya es común desde hace más de cinco décadas desde que la familia Castro gobierna el país. Cuba podría ver colapsada su economía por la reducción de suministros energéticos venezolanos y la falta de fuentes propias de energía.

El ahorro ha comenzado por los grupos más vulnerables de la sociedad, que se enfrentan de nuevo a los apagones en el sector residencial. Algunos medios comparan la situación actual con la de los años noventa, pero hay una diferencia sustancial: la producción nacional de petróleo hoy es muy superior a la que había cuando terminó el subsidio soviético.

En 1990, la producción de Cuba apenas llegaba a 670.900 toneladas de petróleo, según la Oficina Nacional de Estadísticas. En 2014, el país produjo 2.905.000 toneladas de crudo, más de cuatro veces la producción al inicio de la crisis. Cuba extrae unos 45.000 barriles diarios, que cubren casi la mitad de la demanda nacional (el 48%). Eso, unido al convenio que firmó el difunto presidente de Venezuela Hugo Chávez con el exmandatario cubano Fidel Castro que dio petróleo a cambio de servicios de salud de la Isla, posibilitó que Cuba se convirtiera en un exportador de derivados del crudo. En los momentos más generosos del convenio Venezuela-Cuba, La Habana llegó a obtener más de 100.000 barriles diarios. Hoy, apenas recibe unos 53.000.

Sin embargo, según estadísticas del Gobierno cubano, la producción nacional de energía no ha logrado superar el nivel de los años de precrisis. El proceso de extracción, captación o generación de fuentes energéticas naturales no ha superado, en conjunto, las cifras de 1990, debido, entre otros aspectos, a la debacle del sector azucarero, del que también se obtenía energía y que retrocedió a niveles de inicios del siglo XX. El académico Jorge Piñón, expresidente de Amoco Oil Latinoamérica, ha explicado que si Cuba aplicara el método de la recuperación secundaria "aumentaría su producción entre 20.000 y 25.000 barriles diarios". El problema es que para ello se necesita un precio del petróleo superior a los 90 dólares por barril, muy por encima de la cotización actual en el mercado internacional.

En el caso de la energía secundaria, que son aquellos productos que resultan de la elaboración a partir de los portadores energéticos naturales, como es el caso de la electricidad y los derivados del petróleo, tampoco hay un marcado incremento de la producción.

Las medidas que tomó la Plaza de la Revolución pasan por un recorte drástico de la asignación de energía eléctrica a las empresas estatales. Los telecentros nacionales (canales locales de televisión) solo pueden transmitir una hora cada día y se ha pedido a los periodistas que realicen la mayor cantidad de programas fuera de estudio para evitar el consumo energético. En las universidades y centros estatales se solicita que se apaguen todos los equipos eléctricos. En tiendas y espacios públicos se detiene el uso de aire acondicionado. 14ymedio tuvo acceso a directivas empresariales que suspenden la mitad del tiempo laboral por el "ahorro de portadores energéticos".

En 1990, Cuba producía un poco más de 15.000 gigawatts/hora. La producción de energía logró elevarse en 2015 hasta los 20.000 GWh. Sin embargo, buena parte de este aumento está vinculado a la introducción, a partir de 2004, de grupos electrógenos que usan fuel oil y diésel.

El nuevo concepto de producción, surgido al calor de lo que el Gobierno llamó "revolución energética", buscaba paliar una severa crisis en la generación del Sistema Electroenergético Nacional (SEN). La falta de mantenimiento de las termoeléctricas y el descuido de las redes de transmisión y distribución hicieron que el sistema colapsara, causando apagones de 12 horas en la mayoría de las ciudades. Los grupos electrógenos aparecieron como una solución a mediano plazo, ya que el petróleo venezolano llegaba a muy bajos precios y el esquema de producción se podía mantener.

Teniendo en cuenta que en el país la producción de ambos rubros se mantiene en declive, los analistas se preguntan qué pasará cuando Cuba tenga que importar directamente el petróleo del mercado internacional sin los precios preferenciales venezolanos. Según un informe de Barclays, en los mejores años de PetroCaribe, Venezuela envió a los países caribeños unos 400.000 barriles diarios, pero solo cobró la mitad del valor del petróleo entregado.

La agencia rusa Interfax informó a principios de este mes de que Raúl Castro habría pedido ayuda a otros países, entre ellos Rusia, para llenar el vacío que dejó la falta de suministros venezolanos, algo que rápidamente el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, negó.

El supuesto hallazgo de una importante reserva petrolera en Motembo, al norte de la provincia de Villa Clara, agitó los mercados y se llegó a decir que Cuba se convertiría en un exportador de petróleo. La empresa australiana MEO hizo el anuncio del hallazgo y en un primer momento el Gobierno cubano ni desmintió ni lo confirmó. Un mes después, dijo que se trataba de una falsa interpretación promovida por los medios de comunicación.

Con un aumento sostenido en la demanda energética, provocado por el crecimiento sustancial de la industria terciaria, Cuba necesita diversificar sus fuentes de energía. El Gobierno se propuso como plan llegar a un 24% de renovables en 2030, una meta bastante difícil de cumplir si se tiene en cuenta que solo el 4% de la energía que actualmente produce el país es de ese tipo y los altos costos en inversión que conlleva ese compromiso.

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