Opinión
El exilio como catalizador
Miami/Con la crisis cada vez más profunda de la representatividad popular de la dictadura cubana y una gobernabilidad a punto de colapsar, va a llegar un momento en que un vacío de poder requiera la constitución de una Junta Cívica integrada por personas que se han ganado el respeto de la población por su trayectoria de lucha a favor de la libertad y la democracia. Por ejemplo, entre otros, Guillermo Coco Fariñas, Luis Manuel Otero Alcántara y José Daniel Ferrer, estos dos últimos, actualmente encarcelados.
En una situación semejante, la tragedia humanitaria que atraviesa el pueblo no puede esperar a la formación institucional de un congreso legislativo integrado por diputados elegidos democráticamente o una asamblea constituyente, sino que desde el primer día se deberán tomar medidas de urgencia para paliar la situación, en espera de ser posteriormente ratificadas o, si es el caso, derogadas, por las instituciones correspondientes que luego se constituyan.
En la época del internet y las redes sociales, la participación del mayor número de ciudadanos aportando sus opiniones en un diálogo nacional no solo es posible, sino indispensable
En la época del internet y las redes sociales, la participación del mayor número de ciudadanos aportando sus opiniones en un diálogo nacional no solo es posible, sino indispensable. Y para comenzar a estimularlo, hago válido el derecho que tenemos todos para proponer lo que considero las primeras medidas más vitales e importantes de cumplimiento inmediato en lo que no sería una reforma más, sino una revolución democrática radical, para el logro de dos objetivos fundamentales en lo económico: estimular las fuerzas productivas y mejorar el nivel de vida de los sectores sociales más desfavorecidos. Y dos más en lo político: asegurar el disfrute de todos los derechos y libertades fundamentales.
Todas estas medidas serían factibles de poner en práctica, con el resultado, en poco tiempo, no solo de acabar con el desabastecimiento de la población y el aumento del valor del peso cubano, sino, incluso, de recaudar recursos suficientes para otras que llevarían al país a la prosperidad y la estabilidad social. Por ejemplo, subir los salarios de maestros, profesores, médicos y otros profesionales, aumentar las pensiones de los jubilados, poner los servicios de los hospitales de atención a la población al nivel de los que se han estado empleando en el turismo de la salud, establecer ministerios de asistencia social y de protección del medio ambiente, así como bancos en todas las provincias para el otorgamiento de microcréditos a nuevas microempresas, y estimular la capacitación y el desarrollo de nuevas tecnologías en los campos de la cibernética y la robótica.
A todos aquellos que pongan en duda que medidas como estas llevarían a Cuba a convertirse en el país más próspero del continente, les digo: nos veremos dentro de diez años.
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