"De cada 100 robos de ganado, solo se aclaran uno o dos", confiesa un diputado de Santiago de Cuba
Ganadería
El 84,5% de la masa ganadera está en manos privadas, pero el Gobierno sigue priorizando el sector estatal
La Habana/No hay metáfora más precisa para describir la situación de la ganadería cubana que la imagen de una vaca flaca, perseguida por matarifes en la madrugada, encerrada antes del atardecer para no ser carne del delito, y mal alimentada por la burocracia y la improvisación. Ese retrato, por triste que parezca, se aproxima mucho al panorama que arrojó este lunes la Comisión Agroalimentaria del Parlamento cubano, una sesión que pretendía ser una hoja de ruta para rescatar al sector y terminó siendo una confesión colectiva de impotencia.
La narrativa oficial, como de costumbre, invocó al “bloqueo”, a las lluvias recientes y a las limitaciones financieras. Pero los datos son más tercos que las consignas. La ganadería, lejos de avanzar, decrece sin pausa desde 2019, en leche y carne. Y lo hace en medio de una paradoja monumental. El 84,5% de la masa ganadera está en manos de productores privados, pero el Gobierno continúa priorizando el sector estatal, incapaz de garantizar ni siquiera la sombra bajo la que pastan sus vacas.
“¿Qué ocurrencia es esa de priorizar las empresas estatales?”
El economista Pedro Monreal fue certero en su crítica. Señaló que la discusión parlamentaria reveló la incoherencia fundamental de intentar encajar una actividad privada dentro de un corsé normativo estatal diseñado para una economía centralizada y sin estímulos reales. “¿Qué ocurrencia es esa de priorizar las empresas estatales?”, se preguntó en X.
Pero el disparate va más allá. El plan para salvar la ganadería incluye dolarizar parte de la producción de leche y carne —escasa, por no decir simbólica— y del material genético, en un intento torpe de atraer divisas. “Tenemos la medida, la idea, la aprobación, pero después nos trabamos en la implementación… todo es complejo para nosotros”, admitió la diputada Nidia Montes de Oca. El ejemplo que usó para ilustrar ese desorden no pudo ser más revelador: trámites genéticos que en el sector privado se resuelven con una factura y con nitrógeno, en el estatal se pierden en un laberinto burocrático sin salida.
El Parlamento, en un raro momento de franqueza, reconoció la ineficiencia estructural y la lentitud kafkiana que rodea la aplicación de cualquier política. “En un país donde el litro de leche cuesta 200 pesos en la calle, y el Estado quiere pagarlo solo a 30, ¿de dónde sacan los productores algún incentivo para seguir ordeñando sus vacas para el sistema oficial?”, cuestionó otro diputado.
"Esto no lo resuelven solo Agricultura o el Minint, tenemos que unirnos todos”
Una de las revelaciones más alarmantes de la sesión fue la mención de un flagelo del que se habla poco en los medios oficiales: el robo de ganado. El diputado por Contramaestre (Santiago de Cuba), Víctor Manuel Montesinos, alertó: "De cada 100 casos, solo se aclaran uno o dos". Y agregó: "esto no lo resuelven solo Agricultura o el Minint, tenemos que unirnos todos”.
Monreal ironizó: “¿Dónde está el Estado? ¿Renunció a su función más básica, la de garantizar seguridad en el campo? ¿O acaso se prepara para instaurar su propia versión de un sheriff del Lejano Oeste?”
La inseguridad, sumada a la falta de insumos, el deterioro de la infraestructura y los precios no competitivos, ha colocado a los productores privados en una posición insostenible. Algunos, como el remediano Rolando Benítez Fernández, lo dijeron sin eufemismos: “Hoy los que mantenemos la ganadería somos héroes. Duermo con el arma al lado, velando el hato las 24 horas. Esto no es negocio, es pasión y sacrificio”.
"Duermo con el arma al lado, velando el hato las 24 horas"
Entre tanto, las 63 medidas aprobadas para el desarrollo del sector descansan en la gaveta de los decretos. La llamada Ley de Fomento y Desarrollo Ganadero ha sido incapaz de fomentar nada ni de desarrollar algo más allá del discurso. Como señaló otro parlamentario: “Lo que hoy estamos viendo aquí no es el fomento ni el desarrollo, es el decrecimiento de la ganadería”.
Ese decrecimiento no es solo económico. También es moral. Es el síntoma de un modelo que insiste en ignorar que sin incentivos reales, sin respeto a las leyes del mercado, sin simplificación de los trámites y sin seguridad jurídica ni física para los productores, no se alcanzará nunca el famoso “vasito de leche para cada cubano” que prometió Raúl Castro hace dos décadas.