Unos 8.700 cubanos han muerto por chikunguña o dengue en la actual epidemia

Virus

El dato del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana contrasta con el balance oficial, que contabiliza solo 55 fallecidos

Solo este martes se reportaron 3.103 casos sospechosos de chikungunya
Las autoridades no han ofrecido datos de contagios por separado. / 'Granma'
14ymedio

29 de diciembre 2025 - 07:27

Madrid/La mortalidad por arbovirosis en Cuba asciende a 8.700 personas según los cálculos estadísticos del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (Ocac) y Cuba Siglo 21, divulgados este lunes en un informe sobre el colapso sanitario en la Isla. El informe contiene datos hasta mediados de diciembre, por ello afirma que su dato es 185 veces superior a los datos del Ministerio de Salud Pública, que entonces había anunciado 47 fallecidos. Con las cifras actuales (55), la cantidad oficiosa es 158 veces mayor que la oficial. 

El documento parte de los datos oficiales para realizar la cuenta. De acuerdo con las autoridades sanitarias de la Isla, en torno a un 30% de la población se ha contagiado, lo que supone 2,9 millones de afectados en una población de 9,7 millones de habitantes, que es la base oficial de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei). La letalidad del chikunguña es baja en condiciones normales, rondando 1 fallecido por cada 1.000. En esta situación, que el Ocac denomina ‘Escenario A’, habrían fallecido 2.900 cubanos. Sin embargo, este sería el desarrollo de la epidemia en países con buena atención sanitaria. 

Hay otros dos escenarios que contempla el informe, uno sería el de letalidad moderada (B) en el que se considera que puede estar la Isla. Es el que tendría un sistema sanitario con limitación de atención clínica, saturación hospitalaria y alta prevalencia de comorbilidades. En estos contextos, la mortalidad puede rondar el 0,3% o 0,5%, lo que supondría entre 8.700 y 14.500 muertes, en función de la gravedad. 

El de letalidad moderada es en el que se considera que puede estar la Isla, que tendría un sistema sanitario con limitación de atención clínica, saturación hospitalaria y alta prevalencia de comorbilidades

Por último, habría un caso de letalidad alta (Escenario C), poco frecuente y para subgrupos muy vulnerables o sistemas colapsados, en el que la mortalidad alcanzaría el 1%, 29.000 personas en una población como la de Cuba. “Este escenario representa un límite de alta severidad epidemiológica, que puede ser indicativo no de la letalidad intrínseca del virus, sino de las limitaciones del sistema de salud para responder a una epidemia de gran magnitud”, precisa el documento.

El Ocac considera que la Isla se encuentra en un escenario B, lo que podría dejar el dato en las 8.700 –con la letalidad más moderada–. No obstante, el informe contempla que, aunque Cuba estuviera en mejores condiciones de las presumibles –escenario A–, se habrían producido 2.900 muertes, lo que supone 61 veces más de las 47 reconocidas por el Ministerio de Salud Pública en aquel momento. 

No obstante, una de las imprecisiones del informe es no separar las dos enfermedades que, en principio, están causando la mortalidad. La base del 30% de población contagiada es una estimación ofrecida por el director de Epidemiología, Francisco Durán, que se refería entonces a los “síndromes febriles inespecíficos”y tampoco diferenció el tipo de virus. En aquella intervención en televisión, el doctor aseguraba que no existía ninguna enfermedad “nueva” circulando por la Isla, y que estos casos eran dengue y chikunguña. 

Actualmente, de acuerdo con los datos oficiales, hay 37 fallecidos por complicaciones en la segunda y 18 por dengue, una enfermedad mucho más letal a la que no se pueden aplicar las mismas cuentas. Puesto que Durán no ofreció el porcentaje de contagiados por cada una de las enfermedades, es imposible realizar la cuenta de forma ajustada. 

Entre las críticas que aparecen en el informe esta es una de ellas: la falta de transparencia. A ella atribuye el mucho tiempo que se tardó en informar a la población de la gravedad de un asunto que en redes sociales y prensa independiente venía avisándose desde el verano. Los enfermos se multiplicaban en un caldo de cultivo perfecto: apagones que impedían protegerse contra el mosquito, criaderos por las acumulaciones de agua, falta de recogida de basuras y ausencia de una campaña antivectorial por las limitaciones en insumos y recursos humanos. 

El informe enfatiza en que la actual crisis sanitaria es una consecuencia directa de malas “decisiones políticas sostenidas durante años que han debilitado de forma sistemática la capacidad del Estado para proteger la vida y la salud de su población”. Entre ellas, cita la desinversión en Salud (aproximadamente un 2%), frente al enorme porcentaje de dinero estatal que iba a parar al turismo (rondando el 36%), a cargo del conglomerado militar Gaesa. 

Entre ellas, cita la desinversión en Salud (aproximadamente un 2%), frente al enorme porcentaje de dinero estatal que iba a parar al turismo (rondando el 36%)

Esta situación ha dejado bajo mínimos el personal médico, que entre 2021 y 2024 perdió la friolera de 30.767 profesionales. Además, desde 2019 hay 7.144 camas menos en hospitales. El informe, también recoge el dato del reporte de medicamentos en falta de BioCubaFarma, hasta enero de 2025, donde se fijaba la ausencia de 255 fármacos de los 395 que la empresa entrega al sistema nacional. Además, las autoridades afirmaron la pasada semana que el cuadro básico está compuesto por 651 medicamentos, de los cuales el 62% se producen en el país, mientras que el 38% restante es importado. De estos últimos, al menos el 60% no está disponible.

“Para el Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana, el colapso sanitario constituye una forma de violencia estructural ejercida desde el poder. Mantener a millones de personas en condiciones de malnutrición, indefensión sanitaria y exposición permanente a riesgos epidemiológicos no es un accidente, sino la consecuencia de un modelo de gobernanza que ha dejado de priorizar el bienestar humano básico”, afirma el documento, que añade que se necesitan cambios estructurales profundos y una evaluación independiente de la situación.

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