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Alimentarse en Cuba depende más del ingenio que del ingreso

Comida

Para que una pareja coma con dignidad en La Habana hacen falta más de seis salarios promedio

La canasta básica alimentaria y la libreta de abastecimiento son hoy dos conceptos que apenas se rozan. / 14ymedio
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30 de julio 2025 - 17:34

La Habana/“La lista no cuadra con el billete” –una frase popular punzante, resignada– resume mejor que cualquier discurso la tragedia alimentaria en Cuba. Y aunque los burócratas del poder pretendan ignorarlo, cualquier padre de familia sabe que la canasta básica alimentaria (CBA) y la libreta de abastecimiento son hoy dos conceptos que apenas se rozan. Un reciente estudio del Food Monitor Program lo deja claro: para que una pareja coma con dignidad en La Habana hacen falta más de seis salarios promedio.

Mientras el salario medio nacional subió nominalmente de 4.648 pesos en 2023 a 6.506 en 2025 –según cifras oficiales–, los precios de los alimentos se dispararon mucho más rápido. Huevos, leche, carne de pollo, o cualquier producto básico en el mercado privado puede devorar, en un solo golpe, una jubilación entera. Y mientras tanto, la libreta –ese símbolo exhausto de otro tiempo– reparte cada vez menos arroz, pan y azúcar, y con una frecuencia impredecible. No sorprende que el 96,6% de los cubanos considere que los productos subsidiados no satisfacen sus necesidades ni sus gustos, y que un tercio los califique como “pésimos”.

La producción agrícola nacional ha caído un 67% en los últimos años

Intentar calcular una CBA en Cuba es como jugar dominó con las fichas cambiando de valor a cada rato. Los patrones oficiales de consumo se basan en lo que se consigue, no en lo que se necesita. Las estadísticas de la burocracia ignoran los precios de mercados informales, mipymes y vendedores ambulantes, que son hoy la principal fuente de abastecimiento. A esto se suma un dato más contundente: la producción agrícola nacional ha caído un 67% en los últimos años. Como resultado, las frutas y los vegetales han desaparecido del menú de la mayoría.

El Food Monitor Program condujo un estudio de campo en La Habana y Cienfuegos entre finales de 2024 y la primera mitad de 2025, monitoreando precios, calidad y disponibilidad de 29 productos básicos distribuidos en ocho grupos. El análisis parte de una dieta mínima mensual de 54.000 calorías para mujeres y 66.000 para hombres. Y se ajusta, además, a limitaciones concretas, como el acceso irregular a agua, electricidad y combustible. Estos factores, cada vez más, condicionan qué, cuánto y cómo se cocina.

En La Habana, una CBA mínima para dos personas ronda los 41.735 pesos, el equivalente a 6,41 sueldos medios

Los resultados arrojan que, en La Habana, una CBA mínima para dos personas ronda los 41.735 pesos –equivalente a 6,41 sueldos medios–. En Cienfuegos, la cifra desciende ligeramente a 39.595 pesos, o 6,09 salarios. Dicho de otro modo: para que dos coman, necesitan la billetera de otras cuatro personas. Y eso, sin contar ropa, transporte, higiene, gas o medicamentos. Solo comida. Apenas lo mínimo.

En paralelo, la inflación acumulada desde 2021 ya alcanza casi el 191%, y el salario real se ha desplomado un 35%. El modelo de subsidios, sostenido durante décadas como escudo social, se ha vuelto insostenible. El propio Gobierno ha reconocido que el 80% del contenido de la libreta es importado, y mantener su cobertura resulta inviable. ¿La solución? Traspasar la carga al mercado informal, a las remesas, a las familias exiliadas. Lo que queda es un sistema fragmentado, desigual, caótico: un “capitalismo administrativo” donde todo se paga, y donde nada alcanza.

La inflación acumulada desde 2021 ya alcanza casi el 191%

En este contexto, la canasta básica deja de ser un instrumento técnico para convertirse en el espejo de un fracaso. No refleja solo cuánto cuesta vivir, sino quién puede permitírselo. Comer decentemente en Cuba es, cada vez más, un privilegio. 

El Food Monitor Program propone pensar la CBA no como un listado de productos mínimos, sino como un umbral ético. Un mapa de lo que debería ser posible. Porque en Cuba, donde alimentarse depende más del ingenio que del ingreso, la canasta básica no es un cálculo económico, sino la radiografía de una fractura. Y lo que revela es tan claro como amargo: en la Cuba de hoy, la dignidad se raciona –como todo lo demás– en tajadas imposibles.

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