Arroz y papa: "culpar a los hábitos del pueblo por los fracasos del sistema"

Alimentación

Continúa la polémica ante la pretensión de las autoridades de reducir el consumo de esos dos alimentos

Venta de papa en una carretilla ambulante en La Habana.
Venta de papa en una carretilla ambulante en La Habana. / 14ymedio
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29 de diciembre 2025 - 11:50

La Habana/La polémica por la papa y el arroz pica y se extiende en Cuba. Desde que en la última emisión de Cuadrando la Caja Roberto Caballero, miembro del Comité Ejecutivo Nacional de Técnicos Agrícolas y Forestales, defendió que lo más adecuado para alcanzar la soberanía alimentaria sería reducir el consumo de estos dos alimentos porque su cultivo choca con la realidad de los suelos y el clima cubanos, ha estallado una tormenta en redes sociales en la que se han implicado desde el cubano común a la propia presentadora del programa, pasando por las opiniones de algunos expertos.

La propia Marxlenin Pérez Valdés, conductora del espacio televisivo, saltó el fin de semana y reprochó que haya habido “gusanos” que han cortado fragmentos de su programa “con toda intención”. La presentadora aseguró en sus redes sociales que se puede discrepar de lo que se dijo, pero después de escucharlo completo. Y es que es muy probable que Pérez Valdés se temiera cómo la población iba a encajar lo que se dijo en su estudio, puesto que ella misma buscó alarmada colaboración del otro contertulio: “¡Roberto nos quiere cambiar hasta el arroz! José Carlos, tú me ayudarás con esto”, dijo. 

El asunto ha generado respuestas de algunos expertos que han querido responder a Caballero apelando a la historia. El clima cubano no es propicio a la papa –que crece mejor en ambientes frescos y sufre enfermedades a temperaturas superiores a los 30 grados– pero eso no ha impedido que se cultive y coma el tubérculo en la Isla, afirma Carlos Martínez. El experto ha rescatado datos que indican que la población consumía antes de 1958 más de 10 libras de arroz al mes, además de 2,20 libras de carne a la semana. La información procede de un libro del historiador Moreno Fraginals en el que se menciona el consumo regular de malanga, boniato y papa, aunque no se aporta el dato concreto. 

La población cubana consumía antes de 1958 más de 10 libras de arroz al mes, además de 2,20 libras de carne a la semana

“Ahora bien, el consumo de estos productos no implica necesariamente su producción local: perfectamente podrían haber sido importados”, admite el experto, que rechaza, en todo caso, que sean ajenos a la cultura. Martínez adjunta un gráfico (con estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO) en el que marca la producción de los dos alimentos en relación a las toneladas por cada 1.000 habitantes. 

Aunque las cifras no son enormes, se puede ver que los mejores datos del tubérculo se lograron entre finales de los años 90 y principios de los 2000, rozando las 33 toneladas por cada 1.000 habitantes. Actualmente, el dato se encuentra en unas 10 toneladas por cada 1.000, y aunque ha tenido algunos momentos puntuales peores, como 1973 o 2013, las cifras se mantienen bajas en general en los últimos 15 años. En cuanto al arroz, la fortaleza es mucho mayor. En torno a 2003 se alcanzó el pico máximo de los últimos 80 años, con más de 60 toneladas por cada 1.000 habitantes y aunque también hay dos caídas abruptas –en 1965 se produjeron más toneladas de papa que del grano–, desde 2018 se observa una pendiente que no termina de remontar, dejando la cantidad en unas 12 toneladas por cada 1.000 habitantes. 

Martínez considera que “tanto en Latinoamérica como en el Caribe, el arroz, los frijoles y las papas fueron alimentos indispensables para que los trabajadores obtuvieran las calorías necesarias para la labor agrícola”, por ser fuentes baratas de carbohidratos, lo que llevó a que, incluso desde 1959 se haya destinado terreno a su producción. 

Martínez también adjunta en este punto un cuadro en el que muestra que a ambos cultivos se ha dedicado un porcentaje de terrenos en distintas épocas, desde 1905 hasta 1959, aunque sí es cierto que tanto el arroz como la papa no están entre las grandes beneficiadas, especialmente la segunda, que recibía apenas un 0,5 de tierras de la Isla justo antes de la Revolución. 

“Lo verdaderamente molesto del comentario del Dr. Caballero no fue su alocución sin sentido sobre el arroz y la papa, sino lo que representa: un intento de culpar a los hábitos del pueblo por los fracasos del sistema”, lamenta Martínez, que sostiene que “el problema es la incompetencia y la ineficacia inherentes a un modelo económico que sofoca la iniciativa productiva”.

El economista también ha recordado los datos de la producción nacional, que ha caído “de manera incesante y en monto significativo a partir de 2019”

El economista cubano Pedro Monreal ha abundado mucho más en el arroz. El experto expuso en sus redes sociales un gráfico del consumo de este grano en la Isla, que pasó del pico de 874.266 toneladas en 2005 a solo 511.548 toneladas en 2023, un derrumbe del 41,5%. “De cada 10 libras de arroz disponibles para el consumo hace 18 años, en 2023 solamente estaban disponibles seis. ¿De cuál exagerado consumo hablan?”, protestó. 

El economista también ha recordado los datos de la producción nacional, que ha caído “de manera incesante y en monto significativo a partir de 2019”, aunque eran relativamente estables sin, por ello, compensar del todo el déficit. Mientras en 2002 y 2003 se superaron ampliamente las 300.000 toneladas domésticas, el pasado año cerró con solo 27.326. A la vez, el mínimo importado (1989) era de unas 250.000 toneladas, frente a las 484.222 de 2023.

Monreal considera que “la política agropecuaria excesivamente controlada por el Estado” ha sido incapaz de favorecer a los productores privados, que han sido “el pilar de la producción” del grano en Cuba. La tierra en manos de estos actores económicos ha caído, quedando cada vez más superficie en manos del Estado, que no ha obtenido muy buenos rendimientos. Recientemente, las autoridades vietnamitas celebraban que sus siembras en la Isla están logrando resultados muy notables, de hasta más de 7,2 toneladas por hectárea en algunos casos, frente a los 2 o 2,5 de los cubanos. 

“Lo que debe ser cambiado no son los hábitos alimenticios de los cubanos, sino el sistema económico y su estructura política que generan escasez permanente de alimentos sobre los que existe evidencia de que pueden ser producidos nacionalmente”, subraya Monreal.

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