La guagua, el lugar favorito de los ladrones de móviles en Cuba

Son muchos los afectados renuentes a presentar una denuncia ante la policía e incluso reportar a Etecsa

En un semáforo rojo en Calzada del Cerro y Primelles, La Habana, algunos pasajeros golpearon los cristales de puerta de la guagua para que el chófer les abriera. (14ymedio)
En el trayecto, el ómnibus “se fue llenando, hasta que no cupo un alfiler”, narra a este diario uno de los testigos. (14ymedio)
Natalia López Moya

14 de diciembre 2021 - 15:21

La Habana/No basta con esperar por horas en la parada, hacer el viaje apretados como en una lata de sardinas, sino que los pasajeros de los ómnibus de La Habana también deben cuidar al máximo sus carteras, bolsillos y especialmente sus móviles, que se han convertido en uno de los objetos más sustraídos en el transporte público.

Algunos se percatan al bajar, cuando intentan llamar y del móvil solo queda el recuerdo. Otros se dan cuenta estando todavía dentro de la guagua pero poco pueden hacer para identificar al posible ladrón de un aparato que le ha costado varios meses de trabajo o que ha conseguido a través de sus familiares en el extranjero.

"Lo acababa de comprar cuando me subí al P2", cuenta a 14ymedio un habanero de 42 años que fue víctima de uno de estos hurtos. "Ese día me sentía de suerte porque hasta logré alcanzar un asiento, luego subió una mujer con un niño y le cedí el puesto. Poco después sentí que me faltaba el móvil que llevaba en el bolsillo del pantalón".

"Le pedí, casi llorando, al chofer que no dejara bajar a nadie y que esperara a la policía, pero me respondió que él no se dedicaba a eso, que lo suyo era trasladar pasajeros y eso era lo que iba a hacer"

El hombre sospechó de inmediato de la mujer, que se había pegado mucho a él a la hora de sentarse. "Un pasajero se ofreció a llamar a mi número para escuchar si daba timbre en algún lugar, pero solo le salió el mensaje de que estaba 'apagado o fuera del área de cobertura'".

"Le pedí, casi llorando, al chofer que no dejara bajar a nadie y que esperara a la policía, pero me respondió que él no se dedicaba a eso, que lo suyo era trasladar pasajeros y eso era lo que iba a hacer". Unos minutos después, la víctima enfilaba sus pasos hacia la estación policial de Dragones para hacer la denuncia. "Todavía sigo sin móvil", dice varias semanas después del robo.

En esos casos, debe hacerse la denuncia no solo ante la policía, sino también reportar a la Empresa de Telecomunicaciones (Etecsa) el robo del dispositivo. El monopolio estatal coloca entonces en una lista negra el número de IMEI del móvil, una identificación única que es fácil de monitorear una vez que el aparato vuelve a estar en uso con una tarjeta SIM emitida por esa entidad.

Sin embargo, son muchos los que nunca hacen la denuncia policial y tampoco el reporte a Etecsa. Temen que el celular que les fue robado a su vez esté siendo investigado porque inicialmente ellos lo compraron en el mercado negro. O, en otros casos, no quieren verse envueltos en una investigación policial que traerá citaciones y su nombre inscrito en una base de datos de procesos de investigación abiertos que puede traer futuras complicaciones.

Son muchos los que nunca hacen la denuncia policial y tampoco el reporte a Etecsa. Temen que el celular que les fue robado a su vez esté siendo investigado porque inicialmente ellos lo compraron en el mercado negro

Hace tres semanas, Alberto, un médico que trabaja en un policlínico de la capital, se dispuso a montar en la ruta 43 para regresar a casa al salir de una guardia. Su teléfono móvil Xiaomi le había costado 200 CUC (200 dólares) el año pasado, y lo llevaba en uno de los bolsillos de su uniforme. "No recuerdo haber sentido nada, debe haber sido en la empujadera dentro de la guagua que me robaron el celular", confiesa. Al bajarse del ómnibus, buscó el aparato y no lo encontró.

"Fui a la policía y, gracias a la gestión de un amigo en una unidad, pude hacer la denuncia, pero hasta el día hoy mi teléfono no aparece", dice con enojo al recordar que en el celular tenía agendados algunos contactos de sus pacientes y el número de todos los estudiantes de los que es tutor de tesis.

Carmen, que trabaja en el tecnológico de Economía de la calzada de Ayestarán y debe tomar el P16 para llegar a su centro laboral, fue víctima del robo de su teléfono en uno de esos viajes. "Lo necesito mucho porque mi madre tiene Alzheimer, y quien la cuida me llama siempre que surge algún problema", dice. "Mi hijo tuvo que gastar todos sus ahorros para poder comprarme otro", agrega la mujer, que asegura haber escuchado sobre otros robos similares en la misma ruta.

La semana pasada, otra joven corrió con la misma suerte de Carmen. Se montó en una guagua A50, una ruta que conecta a la Terminal de Ómnibus Nacionales, en Plaza, con Guanabacoa. En el trayecto, el ómnibus "se fue llenando, hasta que no cupo un alfiler", narra a este diario uno de los testigos.

Entre los pasajeros se encontraban varios estudiantes que habían abordado el transporte para retornar a sus hogares. En un momento del viaje se escuchó decir a una de las estudiantes: "Reiner, apúrate, llámame al teléfono, que me lo robaron". Su amigo llamó y se escuchó sonar el móvil al fondo de la guagua y hasta allá intentó llegar la muchacha, pero "sin poder identificar específicamente de donde provenía el sonido.

"Llámame de nuevo, que está aquí todavía", gritó la estudiante. Sin embargo, al segundo intento ya habían apagado el teléfono, agrega el testigo. En ese momento la guagua se detuvo en una parada y bajaron muchas personas.

"Voy para la policía ahora mismo, ese teléfono es un Alcatel de los que vende Etecsa en MLC (moneda libremente convertible)", dijo afectada la muchacha. "Mi mamá me lo compró con tremendo sacrificio".

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