La escasez llega al famoso comedor del Ministerio de la Agricultura en Cuba

Los empleados se quejan de que "no hay arroz ni viandas" en el antes opulento almuerzo de la institución estatal

Ministerio de la Agricultura, ubicado en la esquina de Conill y Rancho Boyeros, en La Habana. (14ymedio)
Ministerio de la Agricultura, ubicado en la esquina de Conill y Rancho Boyeros, en La Habana. (14ymedio)
Natalia López Moya

13 de septiembre 2022 - 22:43

La Habana/"Estuvimos días comiendo galleticas saladas porque no hay arroz ni viandas", lamenta un empleado del Ministerio de la Agricultura. El hombre sopesa abandonar su puesto de trabajo si "el almuerzo sigue tan malo" en la institución que rige la producción estatal en los campos cubanos y que está ubicada en un edificio de 17 pisos en la esquina de Conill y Rancho Boyeros, en La Habana.

"La gente cree que como esto es el Ministerio de Agricultura aquí debemos estar nadando en la abundancia, pero nada de eso", advierte el trabajador de la entidad que prefiere mantener el anonimato. "Los últimos meses han sido muy difíciles y los cocineros tienen que estar inventando para poder servir algo". El mayor déficit recae justo en los productos que deben llegar de los surcos.

Aunque a partir de 2009 el entonces gobernante Raúl Castro impulsó un proceso de eliminación del almuerzo en centros estatales, buena parte de los ministerios y las instituciones de mayor jerarquía mantuvieron esa práctica. A un precio subsidiado, pero con escasa variedad y baja calidad, los empleados de esas entidades reciben una porción diaria de comida para continuar su jornada laboral.

"A veces creía que se inventaban reuniones, aunque no tuvieran nada que decir, para poder justificar el consumo de panes, café y refrescos de una merienda"

Ahora, la crisis económica, que se ha profundizado en los últimos meses, unida a la inflación y la baja productividad de los campos cubanos, han puesto en jaque el almuerzo de estos trabajadores que hasta hace poco eran privilegiados dentro del sector estatal. Guillermo fue cocinero por largos años en una dependencia de la Unión de Jóvenes Comunistas en La Habana y lo confirma.

"Cuando ya el desabastecimiento estaba afectando a todo el mundo, todavía en mi centro de trabajo los cuadros de la UJC se permitían una merienda, café en las mañanas y almuerzo con una proteína cada día", cuenta a este diario. "Pero desde que empezó este año todo comenzó a ir cuesta abajo".

"A veces creía que se inventaban reuniones, aunque no tuvieran nada que decir, para poder justificar el consumo de panes, café y refrescos de una merienda", explica Guillermo. "El mismo día que me enteré que ya no se iba a dar más almuerzo pedí la baja porque qué sentido tiene ser cocinero en un lugar que no se cocina".

En el Ministerio de la Agricultura los rigores del comedor de los empleados llegaron a oídos del titular del ramo, Ydael Pérez Brito. "Dijo que había que solucionar eso y que cómo era posible que aquí no haya unas yucas, malangas o algo de boniato para darle a la gente que va al comedor", cuenta una empleada del área de seguridad de la institución.

"En este lugar se llegó a servir comida que nada tenía que envidiarle a la de un restaurante. Las viandas, los vegetales y las frutas no faltaban. Por no hablar de la carne de cerdo y de pollo"

El comedor, ubicado en un ala lateral de la edificación, que da hacia la calle Santa Ana, es un enorme salón que hace años le queda grande a un Ministerio que ha visto disminuir su plantilla de trabajadores en la medida en que se devalúa el salario estatal y suben los precios de los productos básicos. "Esto se construyó en la época en que la Unión Soviética mandaba dinero, mucho dinero", advierte la fuente.

"En este lugar se llegó a servir comida que nada tenía que envidiarle a la de un restaurante. Las viandas, los vegetales y las frutas no faltaban. Por no hablar de la carne de cerdo y de pollo". Pero aquellas bandejas con variadas opciones de alimentos solo quedan en el recuerdo de los trabajadores que llevan más de tres décadas en la institución.

"La mayoría de la gente trae ahora algo de su casa para aguantar toda la jornada porque muchas veces no vale la pena bajar al comedor", explica la trabajadora. "Pero con la situación que hay con el pan, tampoco se puede garantizar traer una merienda, así que no queda más remedio que ir a ver qué sirven".

En las últimas semanas, el enorme salón se ha notado más vacío de comensales y alimentos. "Esto parece más una funeraria que un Ministerio de Agricultura, porque el almuerzo está muerto, muerto".

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