Expulsado de Perú el embajador cubano acusado de activismo político
Crisis diplomática
Además de diplomático, Carlos Zamora ha sido señalado por sus actividades de coronel de la Dirección de Inteligencia
La Habana/La salida del embajador cubano en Perú, Carlos Rafael Zamora Rodríguez, anunciada en el último párrafo de un comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Lima, ocurre luego de reiteradas denuncias en su contra por activismo político y espionaje. El 28 de octubre, el vicecanciller Félix Denegri citó al diplomático para “dialogar sobre las actividades desarrolladas durante su gestión”. Dos días después, Zamora hacía las maletas y despegaba de regreso a La Habana.
La Cancillería peruana no ofreció demasiadas explicaciones. Pero en los pasillos del Congreso, en las columnas de opinión de los principales diarios peruanos y en los programas de televisión de los canales conservadores, la versión no oficial es única: Zamora no era un simple diplomático, sino un agente político del aparato de inteligencia de la Isla operando con inmunidad en territorio peruano.
La carrera diplomática de El Gallo Zamora, como se le apoda, siempre ha estado vinculada al trabajo de “análisis político en escenarios complejos”. Su periplo “diplomático” incluyó destinos como Ecuador, Brasil y Bolivia, países donde La Habana ha mantenido desde el año 2000 un activismo intenso en la construcción del eje bolivariano.
En Quito, entre los años 2013 y 2016, mantuvo interlocución directa no solo con la Cancillería, sino con movimientos alineados a Rafael Correa, especialmente sindicatos y organizaciones juveniles.
El ex oficial cubano Enrique García, exiliado en EE UU, conoció personalmente a Zamora en el edificio de la Dirección de Inteligencia de Cuba, ubicado en Línea y A, en El Vedado habanero
El Gobierno interino de Jeanine Áñez en Bolivia acusó en 2019 a Cuba y a Venezuela de estar detrás de la violencia en el país en apoyo a Evo Morales. La ministra de Comunicación, Roxana Lizárraga, afirmó que Zamora –entonces embajador en ese país–, formaba parte de la inteligencia cubana que intervino en conflictos en Nicaragua y en Ecuador.
También el ex oficial cubano Enrique García, exiliado en EE UU, declaró a Perú21 que conoció personalmente a Zamora en el edificio de la Dirección de Inteligencia de Cuba, ubicado en Línea y A, en El Vedado habanero. García aseguró además que tanto el embajador como su esposa –Maura Isabel Juampere Pérez– ostentan grados de coroneles dentro de esa institución.
Zamora presentó sus cartas credenciales en Perú en diciembre de 2021, justo pocos días después de la toma de posesión de Pedro Castillo, el ex presidente depuesto y encarcelado tras su fallido autogolpe de 2022. Diversos sectores de la derecha peruana llevan tiempo presionando por su expulsión y exigiéndolo como acto de higiene democrática. La congresista Patricia Chirinos (Avanza País) lo acusó de “convertir la Embajada en un centro de operaciones ideológicas”. El almirante retirado Jorge Montoya, de Renovación Popular, fue más allá: “Cuba no envía embajadores, envía operadores del G2”.
La ofensiva creció cuando varios informes periodísticos señalaron reuniones del embajador con líderes del ala dura del sindicato magisterial Sutep, con colectivos cercanos a Perú Libre y con organizaciones estudiantiles que reivindican a Castillo. Para la derecha limeña, Cuba reactivaba en Perú su viejo libreto de exportación ideológica, esta vez aprovechando un país políticamente polarizado y sin anticuerpos institucionales sólidos.
Según una investigación publicada por el diario Perú21 a inicios de 2025, fuentes de alto nivel del gobierno peruano afirmaron que agentes de la contrainteligencia cubana estarían colaborando en la protección del político peruano Vladimir Cerrón, prófugo desde octubre de 2023 tras ser sentenciado a tres años y medio de prisión por corrupción relacionada con la construcción irregular de un aeródromo. El canciller peruano Javier González-Olaechea declaró a la prensa que, de confirmarse la intervención de agentes extranjeros en la evasión de Cerrón, el Perú podría escalar el conflicto diplomático hasta el rompimiento de relaciones con Cuba. El reporte señalaba que la Policía identificó a ciudadanos cubanos que se reunieron con miembros del partido Perú Libre para coordinar acciones vinculadas a Cerrón; también se investiga la posible participación de policías peruanos como colaboradores.
La salida del embajador cubano de Lima ocurre en un momento de redefinición de la política exterior peruana, tensada también por el choque diplomático con México
Las autoridades aseguran que estuvieron cerca de detenerlo en enero de 2025, cuando un error técnico reveló temporalmente su paradero en una zona exclusiva al sur de Lima, información que coincidía con datos que la Policía atribuyó a agentes cubanos previamente identificados.
En La Habana, el Ministerio de Relaciones Exteriores no ha respondido al cese de Zamora ni a las acusaciones de espionaje. Tampoco hay, hasta el momento, reportes en la prensa oficialista ni declaraciones personales del embajador, un silencio que en la liturgia del régimen equivale a confirmación tácita.
La salida del embajador cubano de Lima ocurre en un momento de redefinición de la política exterior peruana, tensada también por el choque diplomático con México. En el documento publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú se informa que analizaron la solicitud del Gobierno de México para otorgar salvoconducto a Betssy Chávez –ex ministra y ex presidenta del Consejo de Ministros durante el gobierno de Castillo, actualmente procesada por los delitos de rebelión y conspiración tras el intento de autogolpe–, quien pidió asilo en la embajada mexicana.
Tras consultas internas y con expertos internacionales, la Cancillería concluye que, en los últimos años, algunos países han usado la Convención de Caracas de 1954 de manera indebida, otorgando asilo a personas procesadas por delitos comunes y no por persecución política. Perú considera que esta práctica desvirtúa la finalidad del asilo y rechaza que se use para eludir la justicia. Por ello, iniciará un proceso diplomático en la Organización de Estados Americanos (OEA) para proponer modificaciones a la Convención, con el objetivo de evitar abusos y asegurar el respeto al Estado de derecho en la región.
La relación de Perú con el eje político que incluye a México, Cuba y otros aliados del llamado progresismo latinoamericano entró en una zona de fricción abierta. El cese del embajador cubano reforzó la percepción de que Perú está reacomodando sus prioridades, marcando distancia de gobiernos cercanos a La Habana y del viejo andamiaje diplomático que en décadas previas permitió a la Isla operar sin mayores contrapesos políticos en los países andinos. La crisis con México y la salida de Zamora, vistas en conjunto, ilustran un giro diplomático donde Lima ha decidido demostrar que no tolerará ni blindajes automáticos ni activismos ideológicos amparados en las inmunidades de la diplomacia.