La Feria de Negocios de Matanzas: mucho cartel, poca sustancia
Cuba
El dueño de una mipyme local lamenta la exclusión de las empresas privadas más dinámicas en un evento dominado por empresas estatales quebradas
Matanzas/La Feria de Negocios abrió sus puertas en Matanzas como se anuncian casi todos los eventos oficiales en Cuba: con entusiasmo institucional, titulares grandilocuentes y promesas de encadenamientos productivos que, al menos sobre el papel, parecían capaces de dinamizar la economía local. Durante tres jornadas, el antiguo Palacio de Justicia –hoy bajo la administración de la Oficina del Conservador– se convirtió en sede de la tercera edición de un encuentro que aspiraba a mostrar músculo empresarial y modernidad. Sin embargo, bastaba cruzar el umbral para que la narrativa comenzara a deshacerse.
En los amplios corredores, el eco de los pasos era más elocuente que cualquier consigna. Los estands, alineados con una uniformidad que rozaba la desidia, ofrecían poco más que pancartas mal impresas, botellas de ron colocadas con desgano sobre barriles decorativos y mesas donde los representantes aguardaban, sentados, a un público que no terminaba de llegar. El contraste entre el discurso oficial y la realidad era difícil de ignorar.
"Le dieron participación a las empresas de ellos y a unos pocos privados que responden a sus intereses", resumió a 14ymedio Karel, dueño de una mipyme dedicada a la fabricación de muebles. Desde mediados de año intentó, sin éxito, obtener un espacio expositivo. Entregó documentos, describió su objeto social, cumplió cada requisito. La respuesta final fue una frase burocrática: todas las capacidades estaban cubiertas. Al recorrer la Feria, sin embargo, cuesta entender qué capacidades eran esas.
La provincia cuenta con 137 empresas estatales, más de 600 mipymes, casi 300 proyectos de desarrollo local y decenas de miles de trabajadores por cuenta propia. Esa diversidad no se reflejaba en el evento. "¿Con quién se supone que uno haga alianzas aquí?", preguntaba Karel mientras señalaba un estand vacío. "Ni siquiera puedo colgar una pancarta con información básica de mi negocio. Esto no es una feria, es una escenografía".
La decoración incluía, por supuesto, a las empresas y entidades estatales que sobreviven gracias al monopolio oficial sobre algunos sectores. El Banco de Crédito y Comercio (Bandec) y el Banco Popular de Ahorro ocupaban espacios visibles, aunque su presencia se limitaba más a la promoción de plataformas digitales que a la solución de problemas concretos. "Vine porque leí que iban a entregar tarjetas magnéticas", cuenta Ania, vecina del centro histórico. "Lo único que hacen es instalar Transfermóvil y EnZona. Eso lo tengo desde hace tiempo. Para eso no hacía falta montar una feria".
La estética tampoco ayudaba mucho. Los puntos expositivos parecían improvisados, sin una línea visual clara ni un mínimo esfuerzo por comunicar eficiencia. "Si aquí dan premios al diseño, pueden dárselo a cualquiera", ironizó una profesora universitaria que recorría el recinto con gesto escéptico. La mujer desistió de llamar a su hijo para que recibiera asesoría bancaria: "Este no es el lugar para hablar de un crédito serio".
Programada inicialmente para octubre, coincidiendo con el aniversario fundacional de la ciudad de Matanzas, la Feria fue suspendida al menos dos veces. Ese vaivén organizativo dejó un rastro de desconfianza entre los convocados. Algunos desistieron de participar; otros acudieron más por curiosidad que por expectativas reales. El resultado fue un evento donde se podía caminar con comodidad, algo impensable en cualquier espacio que realmente conecte oferta y demanda.
Mientras tanto, el "maquillaje" era evidente. Empresas estatales con problemas de abastecimiento, déficits financieros o servicios menoscabados se presentaban como engranajes eficientes de una economía en movimiento. Ni siquiera ese autobombo podía ocultar que muchas están quebradas y que otras subsisten porque no hay alternativas. En sectores clave –banca, comercio, trámites– el cliente no elige: acepta.
Al cierre, las autoridades provinciales calificaron la Feria como un éxito empresarial, pero para quienes caminaron esos pasillos, el balance es otro. No hubo variedad real de servicios, ni interrelación efectiva entre actores económicos, ni señales de un entorno productivo en expansión. Hubo, sí, una puesta en escena pensada para la foto y el informe.
El lema de esta edición fue "Matanzas, cada día más productiva". La frase quedó colgada en el aire, sin respaldo tangible. A las afueras de la Feria, la ciudad siguió lidiando con apagones, escasez y emprendimientos que sobreviven a pesar del sistema, no gracias a él.