El 19 de noviembre de 1837 Cuba –aún colonia de España– inauguró el primer ferrocarril de Iberoamérica, un hito que impulsó la industria azucarera y conectó ciudades enteras. Casi dos siglos después, el sector agoniza: locomotoras antiguas, vías deformadas y un servicio incapaz de responder a las necesidades mínimas de los pasajeros.
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1/10Los descarrilamientos, cada vez más frecuentes, se han convertido en símbolo del declive ferroviario cubano. Rieles sin mantenimiento, traviesas en mal estado y vagones envejecidos convierten cada viaje en un riesgo. La red, otrora orgullo nacional, hoy exhibe la factura de décadas de abandono.
/ Ministerio de Transporte
2/10Las estaciones reflejan la misma crisis: techos vencidos, andenes invadidos por maleza y servicios inexistentes. El deterioro del entorno ferroviario evidencia la falta crónica de inversión y el abandono de lo que alguna vez fue infraestructura estratégica.
3/10El hacinamiento durante el abordaje retrata otra arista del colapso. Familias enteras pujan por subir con equipajes voluminosos ante la ausencia de control y organización. La caída en la oferta de trenes ha hecho que cada salida se convierta en un pequeño caos.
4/10En andenes rurales, los viajeros bajan con sus pertenencias vigilando que nadie les robe. El hurto dentro de los trenes se ha vuelto común, especialmente en viajes nocturnos. Historias de mochilas cortadas, teléfonos sustraídos y bultos desaparecidos forman parte de cada trayecto.
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5/10Los vagones adquiridos hace apenas unos años también sufren falta de mantenimiento. Baños sucios, aire acondicionado roto y un suministro de alimentos irregular —cuando no inexistente— marcan la experiencia de viaje. El reciente caso de intoxicación alimentaria hizo saltar alarmas adicionales.
6/10Los coches cisterna, oxidados y deformados, viajan sobre ruedas que apenas resisten. Su estado precario aumenta el riesgo de fugas y vuelcos, especialmente en zonas donde las vías están desalineadas. La seguridad industrial es, como el resto del sistema, una asignatura pendiente.
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7/10En muchas estaciones, los techos metálicos y estructuras de sombra se han desplomado o están a punto de hacerlo. La corrosión avanza sin freno y los pasajeros improvisan refugios mientras esperan trenes cada vez más escasos. La infraestructura básica ya no cumple su función mínima.
/ 14ymedio
8/10Los trabajadores del sector deben apelar a soluciones marcadas por la urgencia y la improvisación. Sin piezas de repuesto ni recursos, en los talleres de reparación se remienda más que se renueva; se maquilla más que se compone.
/ Facebook/ Eduardo Rodríguez Dávila
9/10Los pasajeros esperan en estaciones con muy pocas condiciones, mientras los trenes llegan con horas —o días— de retraso. La reducción dramática de la frecuencia de salidas obliga a largas esperas y a una competencia feroz por un asiento en coches atestados.
/ Escambray
10/10Pese a los anuncios del Gobierno y las promesas rusas de reanimar el sector —un proyecto que nunca llegó a despegar—, la red ferroviaria cubana continúa hundiéndose. En su 188 aniversario, el ferrocarril que impulsó la economía azucarera apenas sobrevive como un vestigio en ruinas.
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