Un solo médico para el cuerpo de guardia del Hospital General de San José de las Lajas

Cuba

La falta de personal en Mayabeque refleja la decadencia del sistema nacional de salud, que ha perdido casi el 30% de sus doctores en tres años

Cuerpo de guardia del Hospital General Docente Leopoldito Martínez Rodríguez, en San José de las Lajas.
Cuerpo de guardia del Hospital General Docente Leopoldito Martínez Rodríguez, en San José de las Lajas. / 14ymedio
Julio César Contreras

05 de diciembre 2025 - 13:04

San José de las Lajas (Mayabeque)/En el cuerpo de guardia del Hospital General Docente Leopoldito Martínez Rodríguez, en San José de las Lajas, los bancos están llenos este martes. Una docena de personas miran alternativamente hacia la única consulta abierta y al reloj digital del salón, que marca una hora que avanza más lento que las preocupaciones. La avalancha de casos con síntomas de arbovirus –que oficialmente ha provocado 33 muertos, una cifra que contradicen los testimonios publicados en redes sociales– rebasa al poco personal sanitario.

La doctora de guardia intenta calmar los ánimos, pero no encuentra las palabras adecuadas para explicar lo inexplicable: es la única médico disponible en todo el cuerpo de guardia, aunque no es madrugada ni fin de semana. "Hoy estoy sola", repite, mientras intenta pasar a un paciente más.

Según la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), el sistema nacional de salud ha perdido casi el 30% de sus doctores en tres años: 106.131 en 2021 y 75.364 en 2024. Unos 24.000, se calcula, se encuentran desplegados en misiones internacionales. Esto hace que en la Isla solo queden unos 55.000 galenos, si bien la situación actual podría ser aún peor, porque los datos de la Onei son de 2024.

A la entrada de la consulta, Margot, de 54 años, se sostiene el pecho con ambas manos. "Tengo una falta de aire que casi no puedo respirar", dice. "Veré si hay oxígeno para darme un aerosol, pues ni una placa puedo hacerme porque el equipo está roto". Más que recibir un diagnóstico, espera a una amiga que prometió traerle la boquilla necesaria para el aerosol. En el lugar hay una sola que los pacientes se pasan de boca en boca, sin esterilizar. "Uno puede venir a curarse y salir con otro virus", protesta.

La escena revela una institución desbordada, sin personal suficiente y con pacientes deambulando sin orientación clara

La escena revela una institución desbordada, sin personal suficiente y con pacientes deambulando sin orientación clara. Un empleado recoge apresuradamente la basura acumulada en el salón, pero el desorden va más allá de lo visible. Los acompañantes caminan por los pasillos con bolsas de sueros, medicamentos que han tenido que comprar en el mercado informal; otros empujan camillas porque no hay camilleros de turno.  

"No hay reactivos para hacer análisis en el laboratorio. A las técnicas las mandaron para sus casas", denuncia una joven que busca una remisión para llevar a su padre a un hospital en La Habana. En Mayabeque, una de las provincias más golpeadas por el chikungunya, la situación es especialmente crítica. En este contexto, la falta de personal se vuelve más que un problema administrativo: es un riesgo vital. La joven conoce bien la sensación de desamparo. Hace apenas unas semanas, mientras enfermaba de chikungunya, acudió a este mismo cuerpo de guardia. "El médico que me atendió no sabía qué decirme ni qué recetar", lamenta. Hoy aconseja a amigos y familiares trasladarse directamente a hospitales habaneros ante cualquier complicación.  

Cuba acumula 40.801 casos de la enfermedad, según el reporte de este mismo viernes, y el ritmo de transmisión no disminuye. La jornada previa se diagnosticaron 627 enfermos de chikungunya y 396 de dengue, de acuerdo a la información ofrecida en televisión diariamente por el Ministerio de Salud, en esta ocasión, por primera vez, por boca de la directora de Salud Ambiental, Susana Suárez Tamayo, en sustitución de la viceministra Carilda Peña García –que a su vez sustituyó al conocido director de Epidemiología, Francisco Durán.

Suárez explicó que el total de pacientes graves ha disminuido: son 64 –14 menos que el día anterior– y 12 se encuentran en estado crítico –uno menos que el día anterior–, la mayoría de ellos –11–, menores de un año, el grupo de edad que presenta los síntomas más graves por chikungunya.

En un pasillo lateral, otro paciente carga su propio medicamento y una jeringuilla. "Tengo que inyectarme cada ocho horas y estoy pasando trabajo para que me den el pinchazo. Después de las 10 de la noche no hay nadie en la enfermería", dice. Ha aprendido a acomodar sus horarios de tratamiento a la disponibilidad del personal. 

La falta de médicos no solo impacta en la atención clínica, sino también en la logística más elemental. Los acompañantes asumen tareas que en cualquier hospital deberían corresponder al personal sanitario: trasladar camillas, buscar los medicamentos, gestionar análisis clínicos, avisar a los doctores cuando alguien se deteriora. En algunos casos, incluso deben limpiar y movilizar a los pacientes.

En la salida del cuerpo de guardia, una mujer comenta que lleva tres horas esperando una simple indicación médica para su hijo con fiebre y dolor articular. Otro paciente, cansado, se recuesta contra la pared del pasillo. La doctora que atiende sola, casi sin levantar la vista, pide "un poquito de paciencia", mientras sabe que no puede ofrecer mucho más.

También te puede interesar

Lo último

stats