"Melones no ha vuelto a tener vida" después de la muerte de 13 militares en una explosión

Medio año después, siguen sin encontrarse los cuerpos de las víctimas y no se conocen los resultados de la investigación

Imágenes publicadas por los residentes de Rafael Freyre, Holguín, tras las explosiones del almacén.
Imágenes publicadas por los residentes de Rafael Freyre, Holguín, tras las explosiones del almacén. / Captura
Miguel García

07 de julio 2025 - 07:58

Holguín/Una calle principal sin asfaltar, una bodega y un local donde hace años un televisor transmitía los actos oficiales. El poblado de Melones, en el municipio Rafael Freyre, en Holguín, parece la misma comunidad agrícola y apartada de siempre, pero desde el 7 de enero el tiempo se detuvo tras las explosiones que sacudieron la cercana unidad militar donde perdieron la vida 13 personas.

"El pueblo de nosotros no ha vuelto a tener vida", sentencia Ibrahim, un vendedor de yogur y queso que cada fin de semana se mueve hasta la ciudad de Holguín para ofrecer sus mercancías. "La gente no quiere ni hablar porque hay mucho miedo", sentencia y describe cómo vivió aquella jornada en que la tierra se estremeció y una columna de humo se levantó hacia el cielo. "Yo estaba llevando a comer a un par de chivas que tengo y lo único que atiné fue a dejar los animales y regresar corriendo para la casa a advertir a mi familia".

Seis meses después de aquella mañana aciaga en Melones, en la que la gente corrió, gritó y se escondió temiendo por su vida, no se han publicado los resultados de la investigación que revele qué llevó a que el polvorín, administrado por las Fuerzas Armadas, estallara y se cobrara la vida de nueve reclutas del Servicio Militar Activo (SMA) y cuatro oficiales. El silencio se ha extendido como una pesada losa sobre lo sucedido y los familiares de los fallecidos ni siquiera han podido recuperar sus cuerpos.

"El paso a esa zona está restringido y aunque no han dado ninguna información a los vecinos ya se sabe que esa unidad no se va a reactivar más"

"El paso a esa zona está restringido y aunque no han dado ninguna información a los vecinos ya se sabe que esa unidad no se va a reactivar más", detalla Ibrahim. "Ahí no se han hecho ninguna labores de búsqueda ni de tratar de entrar porque los militares dicen que todo está muy inestable y que sigue siendo peligroso acercarse". El área también era utilizada por los residentes en las cercanías para apilar leña.

En Melones la mayoría de las casas son de madera con cubierta ligera, pero también hay viviendas de mampostería propiedad de los vecinos que han podido prosperar algo con la ganadería o la agricultura, las dos fuentes de ingresos más importantes en el pueblo. En los últimos años el comercio de mercancías, traídas desde la ciudad de Holguín –a una veintena de kilómetros del lugar– o de La Habana, también se ha convertido en una forma de sobrevivencia económica para algunas familias.

Ahora, al ir y venir de oficiales de alto rango en los primeros días tras las explosiones le ha sucedido la calma. "No se ven camiones entrando ni saliendo, no se ve que hayan convocado militares para ninguna labor de revisión de la zona, lo único que queda de la unidad son algunas postas en el perímetro exterior para evitar que la gente se acerque", explica a este diario. "Nos prohíben pasar por una parte de esas lomas que antes eran como nuestro patio pero nadie explica nada". 

Lo más cercano a una explicación fue cuando el jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, el general Ramón Pardo Guerra, de 88 años, calificó el suceso de "desastre de origen tecnológico", sin precisar por qué usaba este término, aunque agregó que se seguían investigando las causas. El tiempo ha pasado, este lunes se cumplen los seis meses de la tragedia y las montañas alrededor de Melones ahora provocan más temor que paz entre los residentes de la comunidad.

"Yo estuve en esa unidad durante mi servicio militar en la época que la estaban construyendo, allá por el año 2006 y eso es inmenso", explica Ibrahim

"Yo estuve en esa unidad durante mi servicio militar en la época que la estaban construyendo, allá por el año 2006 y eso es inmenso", explica Ibrahim. "En un solo día vi cómo se despachaban toneladas de cemento para fraguar las paredes de los túneles", asegura y "esas montañas están llenas de esos huecos porque ese arsenal era uno de los más grandes del país. Ahí entraban y salían los camiones cargados de proyectiles y de explosivos".

"Eso es un cementerio, uno grande", describe Mónica, con el nombre cambiado para este reportaje y familiar de una de los reclutas muertos en el siniestro. "Vivimos en un puro sigilo porque allá abajo sigue habiendo explosivos, a esos túneles no han podido entrar". El zumbido de los drones sobrevolando la zona pasó también a ser parte de la banda sonora de estos holguineros. "Tuvimos días de mucho ajetreo, que se sentían por encima de nuestras cabezas pero en los últimos meses ya no se oye nada, los militares se dieron por vencidos y abandonaron eso, solo tienen custodios para que nadie entre a la unidad".

El pariente de Mónica, uno de los jóvenes que pasaba el Servicio Militar en la unidad, residía en la cabecera del municipio Rafael Freyre. "La familia sigue insistiendo para que traten de sacar su cuerpo y poder darle un entierro digno pero las autoridades le dan largas". El dolor se mezcla con la indignación y también con el miedo entre los padres y abuelos de los adolescentes fallecidos. 

"Hay sobrevivientes pero tienen terror hablar, un muchacho nos contó que se negó a entrar al túnel cuando empezó el incendio y los jefes mandaron a meterse para intentar sacar algunos suministros. Él dijo que no pero de todas formas la onda expansiva de la explosión la tumbó fuera de la boca del túnel", detalla. "Ese muchacho se ha quedado hecho un trapo, está muy afectado". Al resto de los reclutas del servicio militar que operaban en la unidad de Melones se les dio la baja poco después de la tragedia.

A los familiares de las víctimas, especialmente de los reclutas, se les ha advertido de no responder preguntas a la prensa independiente, no publicar en las redes sociales su malestar y tampoco participar en grupos de WhatsApp para ventilar sus reclamos. "Algunos han aceptado callarse porque tienen miedo o porque tienen otros hijos en una edad que pronto les toca también entrar al Servicio Militar, otros están tratando de irse del país cuando antes porque ya no soportan estar aquí viviendo aquí con este dolor cada día".

"La madre de mi primito estaba esperando que él fuera desmovilizado para poder irse con parte de su familia a España porque ellos tienen la nacionalidad española pero le faltaba que él pasara el verde y que la otra hija terminara la carrera", cuenta. "Ahora quiere irse pero también quiere quedarse a esperar a ver si sacan el cuerpo de su muchacho y al menos se puede llevar las cenizas con ella".

En ausencia de los cuerpos pulverizados por las explosiones, las Fuerzas Armadas organizaron un homenaje póstumo a los 13 militares fallecidos. En lugar de ataúdes, fotos de las víctimas, una de ellas con el rostro tapado de Frank Antonio Hidalgo Almaguer, un recluta vecino del municipio de San Andrés. "Qué triste para la familia escuchar decir que son héroes, combatientes que murieron por defender la patria, cuando en verdad uno no sabe qué patria estaban defendiendo si nadie nos estaba atacando", escribió en Facebook la hermana del joven, Daliha González Almaguer. "Ahora todo lo disfrazan con palabras que creen ellos que consuelan o tocan el corazón de los sufridos".

"Ahora quiere irse pero también quiere quedarse a esperar a ver si sacan el cuerpo de su muchacho y al menos se puede llevar las cenizas con ella"

Las amenazas a los familiares de las víctimas y a los pobladores de Melones han sido de tal envergadura que "aquí la gente ya ni saca el móvil en la calle", asegura Mónica. "La Policía estuvo buscando a los que filmaron las primeras explosiones y se llevaron a algunos para advertirles de que no podían volver a grabar nada porque todo esto estaba bajo secreto militar y cualquier imagen podía ser usada por el enemigo".

Unos pocos familiares de los muertos en Melones han denunciado la inacción de los equipos de búsqueda y salvamento. "Yo, Julio Cesar Guerrero Batista, padre de José Carlos Guerrero García, víctima de la explosión en la unidad militar de Melones en Holguín, digo que es una gran mentira porque nunca se inició la búsqueda y mucho menos las investigaciones en el lugar de la explosión", escribió entonces en su cuenta de Facebook uno de los padres. 

"Espero que a los comunistas nunca se le olvide este rostro, esta sonrisa que truncaron con solo 19 años, lo asesinaron en ese túnel militar, jugaron dos veces con su vida y la de sus compañeros", siguió denunciando Guerrero. "Unos incompetentes, prepotentes, los asesinaron", remachó el hombre al cumplirse los cinco meses de las primeras explosiones. Para el padre, el hecho de que los reclutas estuvieran dentro de los túneles en ese momento apunta a una violación de "lo establecido en el protocolo en casos de incendio".

Gretel María Franco, entonces secretaria del presidente de la Asamblea Municipal de Rafael Freyre, Alexis Driggs, y madre de otro de los reclutas muertos, Leinier Jorge Sánchez, también reaccionó duramente ante el acto oficial: "Mañana [20 de enero] los asesinos de este país quieren hacer una ceremonia en contra de la voluntad de los padres. Ni siquiera tuvieron el valor de buscarlos porque son unos pendejos y ahora quieren hacer duelo nacional. Son unos asesinos". 

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