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Miguel Díaz-Canel, el hombre que supo esperar

Para llegar aquí, este ingeniero eléctrico de 57 años pasó años de discreto ascenso y constantes pruebas de fidelidad

Con traje gris y sonrisa contenida, Miguel Díaz-Canel Bermúdez se levantó de la silla entre aplausos al ser propuesto como presidente de Cuba. (EFE/Alejandro Ernesto)
14ymedio

19 de abril 2018 - 14:08

La Habana/Con traje gris y sonrisa contenida, Miguel Díaz-Canel Bermúdez se levantó de la silla entre aplausos cuando su nombre resonó este miércoles en el Parlamento cubano como único candidato a presidente del Consejo de Estado. Para llegar a ese instante, este ingeniero eléctrico de 57 años pasó años de discreto ascenso y constantes pruebas de fidelidad.

Metódico, paciente, callado y dócil, así describen sus colegas a este graduado en la Universidad de Villa Clara que apenas ha ejercido su profesión. Díaz-Canel siguió, en cambio, el camino del "cuadro político" desde que entró en 1987 a las filas de Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

La imagen del hombre maduro, con el pelo lleno de canas y algo de sobrepeso que transmitieron los medios oficiales durante la primera jornada de la IX Legislatura del Parlamento se distancia de la que recuerdan sus amigos de infancia de aquel muchacho delgado, de pelo largo y pasión por el rock.

De aquel entonces recuerda un rasgo que el futuro presidente mantiene: "Era muy respetuoso y hacía todo lo que le mandaban"

"En aquella época siempre se estaba riendo pero ahora se ve muy serio", cuenta un amigo del preuniversitario que solía acompañarlo en la ciudad de Santa Clara en "peñas y fiestas donde se bebía mucho ron y se hablaba poco de política". De aquel entonces recuerda un rasgo que el futuro presidente mantiene: "Era muy respetuoso y hacía todo lo que le mandaban".

Seguidor de The Beatles, una banda censurada por el Gobierno en la década de los 60, los que lo conocen aseguran que a Díaz-Canel le gusta también el teatro y tiene una especial pasión por la música del movimiento de la Nueva Trova. "Nos pasábamos horas oyendo canciones", recuerda este amigo de la adolescencia que se quedó en Villa Clara.

Sus primeros años en la UJC y su primera etapa en el Partido Comunista (PCC) transcurrieron en una época difícil. Poco antes, en 1986, Fidel Castro había impulsado el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, una vuelta atrás en las mínimas reformas económicas que se habían comenzado en la Isla como la existencia de mercados agrícolas gestionados por campesinos.

Poco después, Díaz-Canel vivió la caída del muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y la profunda crisis económica del Período Especial, que incidieron en su formación política. Cuando en 1994 asumió el cargo de primer secretario del PCC en Santa Clara, el país atravesaba un mal momento y en las calles no eran pocos los que se le acercaban para quejarse de la situación.

"Era como un muro de los lamentos porque la gente lo veía y le caían encima para pedir soluciones, pero él no podía hacer mucho", recuerda una vecina

"Era como un muro de los lamentos porque la gente lo veía y le caían encima para pedir soluciones, pero él no podía hacer mucho", recuerda una vecina residente en las cercanías del parque Vidal en esta ciudad central. Se ganó una reputación de funcionario sobrio y honrado, pero sobre todo de ser un hombre "fiel a la causa".

De aquellos años muchos recuerdan su apoyo al espacio cultural El Mejunje, que apostó por los espectáculos de transexuales y alrededor del cual se articuló la comunidad gay, pero también los grupos alternativos y las tribus urbanas de la zona.

Su paso por la provincia Holguín, también a la cabeza del PCC entre 2003 y 2009, no levantó muchos elogios. Díaz-Canel emprendió una lucha sin cuartel contra las ilegalidades y tomó como una batalla personal erradicar el mercado negro de leche fresca que abastecía la ciudad.

"Él aseguraba que toda esa leche que los campesinos vendían directamente a la gente era la que dejaba de llegar a las lecherías del mercado racionado", recuerda otro cuadro del partido retirado. Fueron años de mucha sequía y "las vacas apenas producían", señala el exfuncionario.

"Hizo montar, cada noche, un operativo de varias patrullas policiales a la entrada de la ciudad de Holguín para impedir que entraran los guajiros con sus carretones y la leche que después iban a vender", agrega. "Eso provocó muchas molestias, porque la gente tenía que salir de la ciudad a comprar leche y en fin de cuentas el suministro racionado tampoco mejoró".

Ese rostro severo lo volvió a mostrar el pasado año en un video filtrado en el que arremetió contra la prensa independiente y llamó a la censura de contenido para defender a la Revolución. Las imágenes fueron catalogadas por algunos como una reverencia necesaria para complacer a la línea más dura, pero otros las leyeron como un adelanto del carácter represivo de su Gobierno.

Ese rostro severo lo volvió a mostrar el pasado año en un video filtrado en el que arremetió contra la prensa independiente y llamó a la censura de contenido para defender a la Revolución

En 2009, el mismo año en que Raúl Castro asestó un golpe demoledor a los benjamines de Fidel Castro: Carlos Valenciaga, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, Díaz-Canel fue nombrado ministro de Educación Superior y se trasladó para La Habana a dirigir un sector que atravesaba momentos complicados.

Bajo su mandato, las universidades remodelaron su planes de estudios, se comenzó a instalar el acceso a internet en los centros docentes y se trató de aliviar el déficit de profesores con alumnos ayudantes. Fueron años, también, de un recrudecimiento ideológico en Educación y de apegarse más al lema de "la universidad es para los revolucionarios".

En 2012 fue premiada nuevamente su lealtad y lo ascendieron a vicepresidente del Consejo de Estado, pocos meses después escalaría a primer vicepresidente sustituyendo al ortodoxo José Ramón Machado Ventura. A partir de ese momento su proyección pública comenzó a ser más cauta y cuidada.

Padre de dos hijos de un matrimonio anterior, Díaz-Canel está actualmente casado con Liz Cuesta Peraza, con quien ha aparecido en varios actos públicos. La inusual imagen del primer vicepresidente tomado de la mano de su esposa en una visita a Corea del Norte dio que hablar en un país que por casi seis décadas ha carecido de la figura de la primera dama.

Más allá de las antipatías o simpatías que desata, Díaz-Canel logró lo que muchos intentaron por décadas: convertirse en el benjamín al que finalmente la generación histórica entregó el testigo

"Se le ve más cansado y, como casi todos los que llegan allá, arriba tomó el biotipo de jerarca", bromea Lisandra, una cubana de 28 años. "Ahora parece haber envejecido muy rápido y ganado varios centímetros de cuello y de cintura", opina. "Es una mala señal porque eso significa que perdió el contacto con la gente y que ya no camina por las calles".

Sin embargo, más allá de las antipatías o simpatías que desata, Díaz-Canel logró lo que muchos intentaron por décadas: convertirse en el benjamín al que finalmente la generación histórica entregó el testigo. Nacido con posterioridad a 1959, con una imagen más fresca y sin responsabilidad en los fusilamientos o las confiscaciones de los primeros años, la gran pregunta que se abre ahora sobre su persona es si será un continuista o un reformista.

Por el momento se muestra cauteloso, fiel y callado, unas características que lo llevaron hasta la sala de mando del poder en Cuba.

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