Parroquia y botica, la Iglesia católica intenta aliviar la crisis de medicamentos en Sancti Spíritus
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"Yo ni voy a las farmacias del Estado porque sé que no hay nada de eso"
Sancti Spíritus/Algunos peinan canas pero otros son jóvenes. Los une la necesidad de conseguir algún medicamento de los que tanto escasean en las farmacias estatales. A las afueras de la iglesia Parroquial Mayor del Espíritu Santo se aglomeran cada sábado pacientes o familiares de enfermos crónicos que buscan fármacos para la fiebre, la diabetes o el asma y que se distribuyen gratuitamente en el local, previa presentación de una receta médica.
En la esquina del Boulevard y el parque Honorato del Castillo, Belkis es una de las que aguarda su turno y forma parte de los más de 2,5 millones de cubanos que están diagnosticados con hipertensión. "Vengo a ver si les suministraron enalapril o algún otro medicamento que me permita tener controlada la presión porque ahora mismo tengo días buenos y otros con picos muy peligrosos". La espirituana, de 66 años, lleva meses asistiendo a la parroquia en busca de las pastillas que necesita.
"Tengo un tarjetón pero desde que empezó este año no he podido comprar en la farmacia todo el medicamento que me hace falta, porque a veces viene y otras veces no", cuenta a 14ymedio. La escasez de fármacos en Cuba afecta principalmente a los productos que se elaboran en la Isla, que corresponde a un 80% del cuadro básico. "Decir que esta situación se va a resolver en los próximos días sería irresponsable", admitió el ministro de Salud, José Ángel Portal Miranda, el año pasado y la situación no ha hecho más que empeorar desde entonces.
Para Belkis, la distribución que hace la Iglesia católica en la ciudad ha marcado la diferencia entre "terminar todas las semanas en el Cuerpo de Guardia de un hospital o llevar una vida más o menos normal". En el lugar también se reparten accesorios y dispositivos médicos que alivian la situación de los pacientes encamados. "Vine por unos pañales desechables para mi abuelita que lleva más de un año postrada", aclara un joven que también se ha beneficiado, en el pasado, de gasa, algodón y crema para combatir las escaras de la anciana. "Yo ni voy a las farmacias del Estado porque sé que no hay nada de eso".
Otras comunidades religiosas, como los crecientes grupos evangélicos, también apoyan con medicamentos, vitaminas, complementos nutricionales e insumos para los que deben pasar tiempo hospitalizados. El mercado negro ofrece una amplia variedad de fármacos y productos sanitarios, pero las autoridades de Salud Pública advierten de los peligros de comprar estos preparados. "Me siento más segura de venir aquí que de buscarlos por la calle", reconoce Belkis a punto ya de que le toque su turno en el pequeño dispensario de la parroquia. Si este sábado logra conseguir el enalapril tendrá "unos días sin sustos", asegura.