El régimen cubano ha perdido la batalla por las remesas
Remesas
El oficialismo califica de delito el mecanismo de trueque del dólar por pesos que el Estado practicó a gran escala durante décadas
La Habana/En un extenso reportaje publicado este domingo, el diario oficialista Granma vuelve sobre el asunto del "secuestro" de los dólares enviados por los exiliados a sus familiares en Cuba, que reciben las remesas en pesos a una tasa que el régimen califica de "ilegal" y "artificial".
Hasta ahí, nada sorprendente. La economía cubana está inundada de redes de intermediación porque el propio Estado destruyó, desde hace años, los canales formales de remesas y convirtió el acceso a las divisas en un laberinto lleno de tasas múltiples, restricciones y mercados paralelos. Pero el detalle revelador no está en lo que el diario del Partido Comunista cuenta, sino en lo que cuidadosamente evita mencionar. Porque el mecanismo descrito –captar dólares afuera y entregar pesos en Cuba– es exactamente el mismo que ha aplicado el Estado cubano durante años, con el agravante de que el Estado aplica una tasa de cambio de 120 pesos, mientras los privados pagan casi cuatro veces más.
El reportaje explica que Humberto Julio Mora Caballero, un cubano residente en Miami, entregaba el equivalente en pesos a la tasa “ilegal” que supuestamente fija el sitio El Toque. Esa acusación podría impresionar a un lector australiano o esquimal, pero quienes viven en la Isla saben que la tasa oficial fijada por el Gobierno es arbitraria, ficticia y totalmente desconectada del mercado. Desde el año 2022, la tasa fija es de un dólar por 24 pesos para personas jurídicas, y 120 pesos para personas físicas. En la calle y en las redes sociales, en cambio, un dólar se cotiza este lunes en 435 pesos, algo que El Toque simplemente se ha dedicado a reflejar diariamente, con sus fluctuaciones.
Granma acusa al cubanoamericano investigado de enriquecerse con comisiones del 8 al 12%. Pero pasa de puntillas sobre las comisiones efectivas que aplican las entidades estatales en la Isla. Si se tratara de medir “quién secuestra más las remesas”, la escala estatal supera por goleada a cualquier iniciativa privada.
Con el Período Especial llega la legalización del dólar y, con ella, la red de Tiendas Recaudadoras de Divisas
En los años 70 y 80, las diplotiendas fueron el primer experimento de mercado paralelo en divisas. Eran tiendas para diplomáticos y extranjeros donde los cubanos de a pie solo podían mirar las vidrieras. Más tarde llegaron las tiendas del oro y la plata. La población vendía sus joyas y recibía a cambio un papel especial que únicamente servía para comprar en esas mismas tiendas. Ese sistema pagaba menos del 25% del valor internacional del oro; y la diferencia se la quedaba el Estado.
Con el Período Especial llega la legalización del dólar y, con ella, la red de Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD). El objetivo explícito era vender bienes importados con fuertes recargos para absorber los dólares del turismo y de las familias exiliadas.
Hoy, las remesas a Cuba llegan casi exclusivamente como saldo electrónico en tarjetas de moneda libremente convertible (MLC), no como dólares físicos. La divisa va al sistema bancario estatal, mientras a los familiares en la Isla se les entrega un saldo que solo puede usarse en tiendas en MLC, donde los precios están fuertemente inflados. El receptor no puede retirar divisas, tampoco convertirlas libremente a pesos y está obligado a consumir el dinero dentro del circuito estatal, lo que convierte al Gobierno en el principal intermediario y beneficiario de las remesas. A falta de opciones reales, muchas familias se ven además sometidas a prácticas absurdas en estas tiendas, como recibir caramelos en lugar de vuelto, algo reportado reiteradamente en varios comercios.
¿Qué palabra quedaría para la operación sistemática del Estado, que durante décadas ha forzado a millones de ciudadanos a entregar divisas al precio que decide el Gobierno?
Ante esta arquitectura financiera tan restrictiva, es natural que se dispare el mercado informal, con intermediarios privados que ofrecen pagar remesas a tasas más cercanas al mercado real, algo que el Estado no permite. Estas redes, aunque ilegales, responden a una necesidad generada por el propio sistema oficial, donde el valor del dólar se diluye entre controles, restricciones y márgenes abusivos.
Granma se horroriza ante la idea de que “los dólares no entran al sistema bancario cubano”. Pero omite explicar por qué los cubanos desconfían de ese sistema. Porque cada vez que depositaron divisas, el Estado las convirtió, las congeló o las bloqueó. Y lo peor es que la arbitrariedad no se limita a los ciudadanos cubanos. Este mes de noviembre el régimen comunicó a las empresas extranjeras que no podrían extraer ni transferir al exterior las divisas que tienen depositadas actualmente en los bancos del país.
Si las autoridades describen como “esquema delictivo” el pago en moneda nacional a un tipo de cambio no oficial, ¿qué palabra quedaría para la operación sistemática del Estado, que durante décadas ha forzado a millones de ciudadanos a entregar divisas al precio que decide el Gobierno y, acto seguido, venderles los mismos productos importados a un multiplicador que hace imposible la subsistencia?