La Revolución cubana celebra su agonía este 1 de Mayo con un despliegue deslucido

La Habana

Decenas de miles de ciudadanos desganados fueron acarreados para desfilar delante de Raúl Castro y Díaz-Canel

Decrépitos, Raúl Castro y José Ramón Machado Ventura escoltan a Miguel Díaz-Canel, con su apretado pulóver-enseña nacional.
Decrépitos, Raúl Castro y José Ramón Machado Ventura escoltan a Miguel Díaz-Canel, con su apretado pulóver-enseña nacional. / Cubadebate
Juan Izquierdo/Juan Diego Rodríguez/José Lassa

01 de mayo 2025 - 15:01

La Habana/En una ciudad sumergida en la basura, como La Habana, se puede marchar sobre todo tipo de cosas este Primero de Mayo. Bajo los pies se escurren papeles, cáscaras, latas y hasta banderitas cubanas. Son el mejor símbolo de un desfile donde el desgano es tan habitual como las consignas, y cuya coordenada cero es la “raspadura” gigante de la Plaza de la Revolución. 

En la tarima, a los pies del Martí en pose masónica –así lo diseñaron los arquitectos de Batista–, la plana mayor del régimen agita también pequeñas banderas. Decrépitos, Raúl Castro y José Ramón Machado Ventura escoltan a Miguel Díaz-Canel, con su apretado pulóver-enseña nacional. Manuel Marrero de rojo chillón, generales de un seco verde olivo, guayaberas sudorosas: los colores del castrismo. 

Una multitud que la prensa oficial calcula en “casi un millón” de personas también pasa, posa para la foto, y sigue andando bajo el sol habanero. Los casi 30 grados de vaporoso calor que hoy fustigan la capital no han sido óbice para que un pequeño grupo de ancianos militares, que exhibe una suerte de chaleco atestado de medallas, sacuda efusivamente sus retratos de Fidel. 

Un “obrero” desfila junto a un solemne cartel de Fidel, pero luce en su short al rapero Tekashi 6ix9ine.
Un “obrero” desfila junto a un solemne cartel de Fidel, pero luce en su short al rapero Tekashi 6ix9ine. / 14ymedio

Si para algo sirve el Primero de Mayo es para crear convergencias simbólicas pintorescas: un “obrero” desfila junto a un solemne cartel de Fidel, pero luce en su short al rapero Tekashi 6ix9ine –gran amigo de la Revolución– haciendo un gesto obsceno. Un bien afeitado cuadro, con zapatillas de correr, descansa junto a un desharrapado mendigo. Virada al revés y ya olvidada junto al contén, una pancarta: “Juntos creamos Cuba”. 

14ymedio no falta jamás al desfile, pero no para exigir derechos –la prensa independiente no los tiene en una dictadura– sino para reportar con lujo de detalles el carnaval de reafirmación de un régimen que convoca por obligación a sus trabajadores, y que hace del Primero de Mayo una efeméride de puro patetismo. 

A primera hora de la mañana, La Habana parece incluso una ciudad con corriente. “¡Anoche no hubo apagón!”, se repite con insistencia en la multitud, como una consigna más. Las avenidas que conducen a la “raspadura” se salvaron momentáneamente del corte eléctrico para que los drones de las Fuerzas Armadas, Cubadebate y Granma pudieran tirar fotos de la enésima “ocasión histórica”. 

Los miembros de la Policía y las FAR y se arrojan sobre la acera, agobiados ya antes de que empiece la marcha.
Los miembros de la Policía y las FAR y se arrojan sobre la acera, agobiados ya antes de que empiece la marcha. / 14ymedio

Las cámaras de Televisión Cubana –dirigidas por la voz en off de Froilán Arencibia, maestro de ceremonias del régimen– no dejan de enfocar con insistencia a la parte de las gradas donde se refugian del sol los diplomáticos “amigos”. En ella destaca Hua Xin, el embajador chino, y un nutrido grupo de militares norcoreanos para quienes el ambiente no puede ser más afín. 

A pie de calle, el desfile se ve en su condición genuina: guaguas “aparecidas” milagrosamente para transportar a los participantes, piernas cansadas por una caminata de varios kilómetros, “proletarios” medio dormidos que echan una siesta en el contén de las aceras, y basura que es solo un presagio de las toneladas de desechos que quedarán en las calles tras el acto. 

Arrancan los camiones repletos de “sindicalistas”, con un cuadro o banderola pegado al hocico. Arrancan las guagüitas con pegatinas diseñadas e impresas por el Departamento de Propaganda del Partido Comunista, que hace poco se enorgulleció en televisión de que el Primero de Mayo era su momento de vacas gordas. Arrancan los carros de protocolo, de cristales oscuros, con los dirigentes “de alcurnia” dentro. 

Los camiones y guaguas de "acarreados" rumbo al desfile.
Los camiones y guaguas de "acarreados" rumbo al desfile. / 14ymedio

Desde este miércoles, la Cruz Roja y otras instituciones han desplegado carpas sanitarias y puestos de mando. “Hay que poner bastantes camillas”, asegura un miembro del personal. “Con la cantidad de gente que va a venir sin desayunar, los desmayos van a estar a la orden del día”. 

Este año es especial –advierte Cubadebate– porque hace 25 años un enfermo Fidel Castro pronunció el “concepto de Revolución”, credo apostólico que los funcionarios repiten e incumplen canónicamente: “cambiar lo que debe ser cambiado” en el país del inmovilismo; “igualdad y libertad plenas” con cientos de presos políticos en las cárceles; “defender valores” cuando se encarcela a los que manifiestan una opinión disidente; “no mentir jamás”, cuando la corrupción, la violencia, la drogadicción y el desespero son el pan de cada día. 

En la Plaza esperan, entusiasmados, los extranjeros. Son los groupies de la Revolución, invitados por el Instituto de Amistad con los Pueblos que dirige el ex espía Fernando González Llort. Estadounidenses, latinoamericanos, africanos, europeos… todos gritan consignas en favor de un régimen que no entienden y sin embargo apoyan. 

Desde primera hora, tras una noche sin apagón, la avenida principal se llenó de miles de personas rumbo a la Plaza.
Desde primera hora, tras una noche sin apagón, la avenida principal se llenó de miles de personas rumbo a la Plaza. / Cubadebate

Los cubanos marchan también –y en gran número, evidentemente–, pero saben lo que les espera al volver a su casa: apagón y carencias, que no se borrarán por mucho que enarbolen carteles y banderas, da igual si son cubanas, palestinas o de cualquier “país hermano”. Muchos no sabrían ubicar a Palestina o Vietnam en el mapa, pero la orden de apoyar las causas afines al régimen está dada. 

No faltan los cadetes de las Fuerzas Armadas y los agentes del Ministerio del Interior, acordonados a lo largo de la calle por si algún proletario se sale de control y grita la consigna equivocada. También ellos son humanos y se arrojan sobre la acera, agobiados ya antes de que empiece la marcha. Otros juegan, satean con alguna capitana o le pican un cigarro a quien tenga la fortuna de contar con una cajetilla en la chaqueta.

Cuando acaba el acto empieza otro desfile: el de los barrenderos.
Cuando acaba el acto empieza otro desfile: el de los barrenderos. / 14ymedio

Acaba la marcha y los militares miran con irritación al contingente de extranjeros. Ni ellos comprenden tanta efusión. “Compañero”, le dice un uniformado a un cabecilla de groupies, sin saber si lo entiende, “gracias por la solidaridad pero hace falta que se vayan yendo”. 

Ahora toca el otro desfile: el de los barrenderos, que lanzan sus escobillones sobre las estampitas de Díaz-Canel y Fidel que han quedado en el suelo. Recogen las banderolas, acumulan las consignas y las juntan con el polvo de la Plaza. Son bulticos de Revolución que deben ir a la basura. 

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