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Para salir en carro del "campo profundo" cubano hay que ahorrar durante meses

Matanzas

Un taxi en Matanzas puede costar entre 250 y 1.000 pesos dependiendo de la hora y la urgencia del pasajero

En 2023, el Gobierno de Matanzas intentó imponer precios topados a la transportación privada en la provincia. / 14ymedio
Julio César Contreras

27 de mayo 2025 - 06:39

Matanzas/Los gastos se van sumando por miles en la mente de Yusnier, un matancero de 38 años que este sábado debió trasladarse desde Unión de Reyes hasta la ciudad de Matanzas y posteriormente hacia la capital cubana. Salir "del campo profundo", como llama a su pueblo, hasta La Habana, lleva planificación, meses de ahorro y un sentimiento de culpa por gastar en un viaje más de lo que gana en su salario mensual.

El almendrón, donde viajaba junto a otros cuatro pasajeros, traqueteó por la carretera polvorienta, con baches aquí y allá. A los lados, extensas llanuras, la mayoría sin cultivar, era el paisaje que Yusnier observó mientras se movía hacia la capital matancera. Salir desde los pueblos de la provincia directamente hacia La Habana es casi imposible para quienes no tienen vehículo propio. "El viaje hay que hacerlo en al menos dos partes y eso es dinero y dinero", lamenta el hombre.

Por 1.200 pesos Yusnier pudo subir a ese viejo Chevrolet que lo llevó hasta la principal piquera de taxis privados de Matanzas, una explanada castigada por el sol contigua a la casi derruida terminal de ómnibus interprovinciales. La zona funciona como el principal nodo de transporte en la segunda provincia más extensa de Cuba. Durante todo el día van desembarcando viajeros que llegan desde Colón, Jovellanos, Cárdenas, Varadero o los intrincados bateyes que pueblan la geografía matancera.

Alrededor de la piquera se han ido instalando pequeñas cafeterías, kioscos de venta de alimentos y vendedores ambulantes. Si el sediento viajero quiere tomarse un refresco tendrá que sumar casi 200 pesos a los gastos del periplo, si se trata de un bocadito de jamón y queso o de una pizza, los costos pueden dispararse aún más. El nivel económico de los pasajeros se adivina al verlos acercarse a los locales de comida o quedarse en la piquera tomando solo el agua que llevan consigo. 

Alrededor de la piquera se han ido instalando pequeñas cafeterías, kioscos de venta de alimentos y vendedores ambulantes. / 14ymedio

A veces la urgencia puede más que el dinero. Los hay que regatean con los choferes, esperan una oportunidad más económica y se quedan por horas en la explanada donde los viejos carros de inicios del siglo pasado alternan con los autos más modernos, que ofrecen comodidad y aire acondicionado a los viajeros. Pero también están los que llegan y se van a toda velocidad gracias a todos esos billetes que se sacan de los bolsillos. Si son dólares, la transacción es más rápida.

"Vine desde Jagüey Grande para un turno médico en el Hospital Provincial", cuenta una mujer que ya está lista para emprender la ruta de regreso a su pueblo. "No me quedó más remedio que pagar 1.200 pesos para acá y seguro que eso mismo o más tendré que dar para la vuelta". La matancera, que, con una pierna renqueante, necesita una muleta para caminar, ha podido comprobar en poco tiempo cómo oscilan los precios de moverse en Matanzas.

"A veces no hay ninguno que vaya directo y hay que hacer el viaje por tramos lo que sale más caro", se queja. Una camioneta reestructurada para llevar 16 pasajeros es la próxima que saldrá de la piquera rumbo a varios pueblos del sureste de la provincia. Con asientos duros, techo bajo y pequeñas ventanillas, el viaje en el vehículo se aventura como una sauna rodante y dolorosa para las cervicales. "Una lata de sardinas", sentencia con disgusto la mujer, que finalmente se sube al vehículo tras pagar 1.500 pesos. 

En 2023, el Gobierno de Matanzas intentó imponer precios topados a la transportación privada en la provincia. La medida comenzó a extenderse por Limonar y afectó a las camionetas, autos, motos, coches y bicitaxis del municipio. Las tarifas en los vehículos con motor, operados por trabajadores por cuenta propia, se fijaron desde los 10 hasta los 70 pesos, pero esos montos apenas estuvieron vigentes unos pocos días, hasta que las poderosas leyes de la oferta y la demanda los hicieron volar por los cielos.

La explicación de los choferes para encarecer sus servicios es casi siempre la misma, la escasez de combustible y los altos costos de mantener funcionando sus vehículos. / 14ymedio

Ahora mismo, para moverse en un taxi colectivo dentro de la ciudad de Matanzas se pueden llegar a pagar desde 250 hasta 1.000 pesos en dependencia de la hora y la urgencia del pasajero. Los viajeros deben ir hasta la piquera de carros particulares ubicada en Peñas Altas o a las afueras del Obispado, porque muchos conductores se niegan a recoger por el camino. Los mototaxis tampoco resultan económicos, el mismo conductor que en la mañana pide 250 pesos por un viaje entre dos barrios, una hora después ya está exigiendo 350.

La explicación de los choferes para encarecer sus servicios es casi siempre la misma, la escasez de combustible y los altos costos de mantener funcionando sus vehículos. Pero las altas tarifas también les afectan. "Me demoro más en llenar el carro", explica a este diario Alexis, un transportista privado que hace viajes desde la ciudad de Matanzas hasta La Habana. "Antes en media hora tenía a los cinco clientes que necesito para completar el carro pero ahora puedo estar hasta dos horas y no lo logro".

Alexis cree que la gente ha reducido su movilidad ante la subida de los precios y de priorizar otras tareas cotidianas como destinar el dinero a comprar alimentos, medicamentos o carbón para cocinar. "Los días buenos son cuando llega alguien con una urgencia, que tiene que ir a La Habana para una cita en una embajada, porque va a salir por el aeropuerto o para un turno médico, ahí me alquilan el carro completo por 20.000 pesos".

Los transportistas de la piquera próxima a la estación de ómnibus han sellado entre ellos un acuerdo no escrito para evitar que los precios bajen. "Nos cuidamos porque de estos carros depende la comida de nuestros hijos", justifica Alexis. Mientras espera para llenar el vehículo saca un pan con un pedazo de queso criollo que lleva en la guantera. "No me da la cuenta trabajar aquí y comer en las cafeterías particulares", reconoce. Para los conductores, también cada peso gastado cuenta.

Los transportistas de la piquera próxima a la estación de ómnibus han sellado entre ellos un acuerdo no escrito para evitar que los precios bajen. / 14ymedio
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