Pandemia y personas con discapacidades: ¿olvidadas o protegidas?

"No ha habido una política coherente para protegernos", denuncian activistas

Según datos publicados por el Ministerio de Salud cubano, el 7% de la población en el país tiene algún tipo de discapacidad; la mayoría son mujeres. (14ymedio)
Según datos publicados por el Ministerio de Salud cubano, el 7% de la población en el país tiene algún tipo de discapacidad; la mayoría son mujeres. (14ymedio)
14ymedio

20 de agosto 2020 - 18:29

La Habana/Con bastón y bajo el sol, Xiomara esperaba este martes a las afueras de la heladería Coppelia en La Habana para alcanzar las diez bolas de helado que venden por cada cliente, pero ni su carné de persona con discapacidad ni los ruegos al empleado le permitieron entrar sin hacer cola. "Solo estamos dejando pasar cinco impedidos físicos al día", advirtió el custodio.

Con una discapacidad provocada por la poliomielitis que sufrió de niña, Xiomara ahora escucha contradictorias disposiciones oficiales en las filas para comprar alimentos y en medio de una ciudad marcada por el repunte de los casos de Covid-19.

Según datos publicados por el Ministerio de Salud cubano, el 7% de la población en el país tiene algún tipo de discapacidad; la mayoría son mujeres, siendo la primera causa de ésta la intelectual. A esto se suma que la nación cuenta con una de las poblaciones más envejecidas de América Latina, con 77 años de esperanza de vida.

Así sucede con Xiomara, que a sus 75 años y ante las dificultades propias que se viven en la Isla y las acrecentadas con más fuerza por la pandemia, su día a día es un calvario: "En un lugar me dicen una cosa y, en otro, otra", lamenta la mujer. "Hay tiendas en las que no me han dejado ni marcar en la cola y otras en las que me han permitido entrar sin esperar", dijo a 14ymedio.

Con la llegada del coronavirus, las autoridades decretaron una serie de medidas para controlar las colas, que incluyen la presencia de policías y la distancia entre un cliente y otro, pero también restricciones para que ancianos, embarazadas y personas con discapacidad estén en las filas. "Vivo sola y el supuesto trabajador social que se tenía que encargar de hacerme las compras, duró una semana", lamenta Xiomara.

Con la llegada del coronavirus, las autoridades decretaron una serie de medidas para controlar las colas, que incluyen la presencia de policías y la distancia entre un cliente y otro

En la barriada donde ella vive, próxima a la calle Belascoaín en Centro Habana, varios vecinos se han brindado para ayudarla a adquirir productos básicos sin que salga de su casa, pero los estrictos controles para evitar que coleros y acaparadores se hagan con grandes volúmenes de mercancías para revender en el mercado negro frustan el gesto de colaboración.

La ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, aseguró que este tipo de personas deben ser visitadas por el trabajador social que atiende la comunidad, e insistió que dentro de los grupos vulnerables se prioriza a los ancianos que viven solos y los discapacitados. "Se trata de una visita para conocer qué problemas presenta el núcleo familiar y cómo pudiera canalizarse o ser resuelta la situación por el trabajador social", comentó Feitó Cabrera, publica Cubadebate.

Juan Goberna, activista de la Red de Cultura Inclusiva, se queja de que desde que se desató la pandemia no ha habido una política coherente para proteger a las personas con discapacidad. "Lo mismo un policía dice que hay una orden que les prohíbe permanecer en las colas que aparece un administrador que organiza una fila aparte para intercalarlas en la cola".

"En este asunto ha habido mucha confusión. Incluso cuando algún cuidador que está a cargo de un invidente le compra los productos a la persona bajo su cuidado, luego no puede volver a marcar en la fila para adquirir mercancías para él porque puede ser tildado de colero", declaró Goberna a este diario.

Xiomara no se sorprende de estas versiones contrapuestas. "A mi edad, y con una discapacidad desde niña, he visto de todo". En la década de los 90 tuvo una mesa para la venta de diferentes mercancías que iban desde gafas de sol hasta fosforeras. Su discapacidad le otorgaba el "privilegio" legal de poder comerciar productos que no estaban permitidos a otras personas.

"Busqué un proveedor que era en realidad el dueño del negocio, yo solo tenía que poner la cara y mostrar mi carné de impedida física cuando llegaba la policía". En aquellos años, Xiomara recibió muchas ofertas para tener "una mesa" en los portales de la calle Galiano, en el parque Fe del Valle de la cercana esquina con San Rafael y hasta en el mercado de artesanía para turistas próximo a la Catedral. "Pero ahora todo son desventajas".

Las quejas por la situación de las personas con discapacidad y las colas durante la pandemia han llegado incluso a las páginas de la prensa oficial. En junio pasado, el periódico Juventud Rebelde publicó la carta de un lector que denunciaba la suspensión de la prioridad que con anterioridad le otorgaban en las colas.

Las quejas por la situación de las personas con discapacidad y las colas durante la pandemia han llegado incluso a las páginas de la prensa oficial

Miembro de la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (Aclifim), Alexis Pérez Bayans, contó que en las tiendas de la ciudad de Cienfuegos ya no se permite que las personas con discapacidades puedan comprar sin tener que hacer largas filas. "Si hay disposiciones que me protegen como discapacitado, ¿por qué no se cumplen? ¿Quién las cambió?", cuestionaba en su misiva.

En la sede de la Aclifim en La Habana tampoco tienen respuesta a las interrogantes de Pérez Bayans. "No tenemos nada establecido sino que cada caso es diferente", asegura vía telefónica un funcionario de la entidad. "La persona con discapacidad tiene que ir a ver a su jefe de zona o a alguien de la circunscripción donde vive y explicar su situación", detalla.

"Ellos son los que le pueden dar una autorización para estar en la calle y hacer las colas sin problema, o en caso diferente le orienta un trabajador social que lo ayude con los mandados y otras urgencias", precisa el funcionario de la Aclifim que declinó ofrecer su nombre. "Pero nosotros no tenemos nada orientado, es una decisión de las autoridades".

Al final de la jornada del martes, Xiomara logró hacerse con las ansiadas bolas de helado en Coppelia. "Me encontré un vecino en la cola y me puso delante de él, lo que no logré como persona con discapacidad lo logré a través de la amistad", reconoce.

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