La tasa de mortalidad por neumonía e influenza se duplicó en cinco años en Cuba
Salud
Los datos oficiales revelan que la Isla ha perdido más de 28.000 médicos entre 2020 y 2024
Madrid/El último quinquenio ha sido devastador en términos sanitarios para Cuba. Las tasas de mortalidad crecieron exponencialmente en todas y cada una de las diez principales causas de fallecimiento de la Isla, si se compara con las de 2020. Solo en 2021 –cuando la pandemia de covid-19 azotó con más virulencia a la Isla– algunas cifras fueron peores que las de 2024. El caso más llamativo es el de las muertes por influenza y neumonía, cuya tasa de mortalidad fue de 59,4 por cada 100.000 hace cinco años, frente a los 114,3 del pasado año, con una aceleración brutal desde 2023, cuando la cifra era de 87,9.
El Anuario de Salud Pública de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei) 2024 da cuenta de la situación en cifras, aunque debido a la fuerte caída de la población en estos años la tasa resulta mucho más informativa. Las enfermedades del corazón siguen siendo las más letales en Cuba, con un gran salto también quinquenal, ya que se pasó de una tasa de 260 por cada 100.000 a 360, cien puntos de diferencia, en medio de una cada vez más acuciante falta de medicamentos, entre ellos los hipertensivos.
Los cánceres vuelven a destacar en el listado: son la segunda causa de deceso en Cuba y pasaron en cinco años de 234,7 muertes por cada 100.000 a 261. En este caso, el crecimiento también es notable en comparación con 2021 (244), a pesar de que aquel año muchas enfermedades fueron arrinconadas por el preocupante covid-19. No sorprende, teniendo en cuenta que los médicos cubanos llevan meses denunciando que cada vez hay menos equipos y recursos diagnósticos, por lo que los cánceres llegan en estadíos incurables, por no hablar de los problemas con los tratamientos.
Los cánceres vuelven a destacar en el listado: son la segunda causa de deceso en Cuba y pasaron en cinco años de 234,7 muertes por cada 100.000 a 261
Las enfermedades cerebrovasculares –otra consecuencia de la falta de medicamentos antihipertensivos– también aumentaron con fuerza su letalidad, de la tasa de 98 por cada 100.000 en 2020 a 121 el pasado año. Le siguen, por orden, los accidentes –con un salto de 48,8 a 68,8–, las enfermedades crónicas respiratorias –de 31,8 a 40,7– y las enfermedades arteriales –de 25 a 30–. Más constantes fueron los datos de diabetes, el único indicador que bajó, solo unas décimas, y la cirrosis, que subió 0,3 puntos.
La lista la cierran los suicidios, que aunque precisamente contrastan al comparar 2020 con 2024 –13,9 a 16,5–, han mantenido una tasa de cierta estabilidad este quinquenio. Con ese número, Cuba se sitúa en una zona de relativa centralidad en el mundo: muy lejos de las campeonas Lesoto y Corea del Sur (28) y en paralelo a EE UU (15), pero doblando a un país culturalmente muy próximo, España (8).
Son apenas datos de uno de los muchos indicadores que contiene el anuario, algunos de ellos tan conocidos como el retroceso que experimenta Cuba en asuntos como la mortalidad infantil y la materna o el bajo peso al nacer. Las cifras no son muy malas si se compara con países del entorno, pero sí cuando se mira a la propia Isla, que puede decir sin paliativos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Casi todos los datos han empeorado, con creces, desde que Miguel Díaz-Canel llegó al poder y una de las muchas explicaciones está en el decreciente número de médicos que hay en la Isla.
El año 2024 cerró con 75.364 médicos en el sistema nacional de salud y, aunque el documento no lo especifica, cabe suponer que a él pertenecen también los más de 20.000 que realizan misiones en el exterior, por lo que habría que descontar una abultada cantidad a la cifra de facultativos que atiende en Cuba. En 2020, eran 103.835, lo que denota una fuga importante en solo cinco años. Cayeron también los médicos de familia en la comunidad, que pasaron de 21.589 a 12.912, la mayoría solo en el último año. No obstante, cabe esperar que muchos de ellos se hayan movido a una especialidad. El total de médicos en 2023 fue de 80.763, de los cuales 27.535 estaban en medicina de familia. Un año más tarde el número era de 75.364, pero solo 12.912 de familia.
Con los datos disponibles, el anuario sostiene que hay 131 pacientes por cada médico, una cifra que sería más que aceptable si no fuera porque, de nuevo, no se tiene en cuenta a los facultativos que están fuera del país. Restando a los galenos que no están en la Isla, el número sube a 180.
El anuario sostiene que hay 131 pacientes por cada médico, una cifra que sería más que aceptable si no fuera porque, de nuevo, no se tiene en cuenta a los facultativos que están fuera del país
La caída en estomatólogos, farmacéuticos, personal de enfermería, técnicos y el resto del personal de salud es constante. Se da en todos los grupos con una sola excepción, el año 2021, cuando durante la pandemia se movilizó a personal jubilado y estudiante para que se integrase en un sistema muy necesitado de todas las manos. En 2022, los recursos humanos vuelven a descender y cada año lo hacen más, dejando claro que ni las insignificantes subidas salariales con las que el Gobierno ha intentado retener personal han podido frenar un éxodo que se da hacia el exterior –exilio– y en el interior, hacia un sector privado más gratificante tanto en términos económicos como en condiciones laborales y humanas.
Entre otros datos significativos que deja el informe, es llamativo el apartado dedicado a las enfermedades de obligada declaración, donde poner el foco en la tasa es nuevamente lo más práctico ante la pronunciada caída de la población. Las enfermedades respiratorias agudas dejan una sorprendente tasa de 26.259 por cada 100.000, que si bien desciende en comparación con 2023, está 4.000 puntos por encima de los 22.772 de 2020. Las diarréicas agudas también se mantienen en índices notables, más aún comparando las 928,5 por cada 100.000 de 2020 con los 1.647,2 de 2024. La situación desatada en el último mes por toda la Isla, fruto de una fatal combinación de virus, basura, falta de agua y escasez de personal y medios de combate tanto en higienización como en salud, promete elevar más aún estos números cuando el año llegue a su fin.