El triste destino de La Juguera de Matanzas: refrescos instantáneos en lugar de mamey y naranja
Alimentación
Frustrados ante la falta de materia prima, empleados y clientes ponen sus esperanzas en la privatización del local estatal
Matanzas/El sabor de un jugo de guayaba o el olor de las naranjas recién exprimidas son algunas de las sensaciones que llegan a la memoria cuando en la ciudad de Matanzas se habla de La Juguera, situada a escasos metros de la Calzada de San Luis. Bajo el sol del verano, sobre su amplio mostrador, los vasos se llenaban con la misma velocidad que se vaciaban. Sin embargo, la caída en la producción agrícola y la crisis económica han exiliado las frutas de su menú.
El miércoles pasado, ninguno de los clientes que llegaba al comercio estatal osaba preguntar por un jugo, mucho menos por un batido de mamey o un zumo de toronja. De aquellos elixires naturales que refrescaban a cualquiera solo le queda a La Juguera el nombre. En la tablilla con las ofertas apenas asoman cigarros, harina de maíz dulce y pan con jamonada. Para acompañar el bocado, se puede apelar a un vaso de un preparado hecho a partir de refresco instantáneo importado.
"Dicen que es de cóctel pero a mi me huele a goma de borrar", ironizaba una mujer que combinó el pequeño bocadito con un poco del líquido de un color rojo nada natural, por el que pagó diez pesos. "Al menos es algo para lograr que el pan, que está bastante seco, pase por la garganta", aseguraba. La mujer recién había escuchado en la popular emisora Radio Reloj una noticia que no pudo dejar de comentar, con un toque de sorna, con la dependiente.
Un proyecto agrícola enfocado en frutales ha comenzado a desarrollarse en la provincia con financiamiento del Gobierno de Italia
Un proyecto agrícola enfocado en frutales ha comenzado a desarrollarse en la provincia con financiamiento del Gobierno de Italia. La iniciativa cuenta con la participación del Ministerio de Agricultura, varias cooperativas y también productores privados. Los Arabos, Jagüey Grande, Colón y Calimete, con una larga tradición de estos cultivos, son los municipios incluidos en el intento de reflotar la producción de piñas y aguacates, entre otros productos.
Según la escueta información oficial, el proyecto es "una oportunidad para diversificar las exportaciones y dinamizar la economía local", pero para los clientes de La Juguera la ilusión principal se centra en volver a tener, como antaño, un vaso de una refrescante mezcla de guanábana, agua y hielo frente a sus ojos. "Siempre había tres o cuatro sabores diferentes. También se podía comprar marquesitas, pasteles y masa real", enumera Manuel, un cliente que se suma a la conversación.
"Esto era una parada obligatoria porque por aquí pasa tanto el que va para el centro de la ciudad como el que se dirige a El Naranjal. En época de juegos de pelota en el estadio, esto se llenaba al terminarse los partidos", evoca. Entre sus jugos preferidos de aquellos años, cuando la provincia era una de las principales productoras de frutas del país, recuerda el de mango que al llegar el verano "no faltaba, siempre había y de diferentes variedades". En la provincia de Granma, sin embargo, lejos de escasear esta fruta, hay sobreproducción. El problema es, reporta la prensa provincial, que la exitosa cosecha podría perderse por falta de combustible y de logística.
En lugar de varios turnos de trabajo que permitían al local mantenerse abierto las 24 horas, la Empresa de Comercio y Gastronomía recortó la jornada laboral
La falta de materia prima para mantener una variada oferta comenzó a hacer mella en este comercio desde la crisis económica de los 90. El Período Especial golpeó duramente el suministro eléctrico y, con él, la posibilidad de mantener fríos los jugos, almacenar bien el hielo y evitar que la pulpa de mangos, guayabas y tamarindos se echara a perder. A inicios de este siglo el local vivió cierto renacer, como casi toda la Isla cuya economía fue rescatada en parte por el subsidio del petróleo venezolano. Pero el hundimiento que ha experimentado el sector estatal en la última década frenó cualquier sueño de que La Juguera volviera a ver en su carta palabras como naranja, anón o melón. En sustitución, llegaron marcas importadas de preparados en polvo que prometen un sabor a frutas del bosque o melocotón.
En lugar de varios turnos de trabajo que permitían al local mantenerse abierto las 24 horas, la Empresa de Comercio y Gastronomía recortó la jornada laboral y "a las cuatro de la tarde está más tieso que un muerto, y los empleados recogiendo sus cosas, locos por irse", lamenta Manuel quien se acostumbró en su juventud, a mediados de los años 80, a merendar cada tarde acodado en la larga barra de La Juguera.
Ahora, una de las preguntas que más escuchan los trabajadores de la cafetería es cuándo pasará a gestión privada ante la evidencia de que el Estado apenas puede mantenerla a flote. La esperanza de los residentes en la cercanía es que una mipyme, de las que han comenzado a administrar locales oficiales a lo largo de la Isla, recupere el comercio. Pero la tarea puede ser más titánica que lo que se aprecia a simple vista.
Más allá de la falta de materia prima para elaborar los jugos, el local tiene también serios problemas con el suministro de agua, indispensable para ofrecer un servicio eficiente. Recuperar la confianza de los fieles clientes de antaño también llevará tiempo. Junto a la frutabomba, la chirimoya y la mandarina La Juguera tendrá que volver a ofrecer frescura en sus preparados, limpieza en su mostrador y una sonrisa en la cara de sus empleados.