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La complicada relación de Trump con las mujeres, el feminismo y 'Me Too'

El comportamiento sexista del presidente no lo afectó a la hora de ganar las elecciones pero puede convertirse en un problema a medio plazo

Gwenda Blair, biógrafa de Trump, sostiene que las mujeres "para él son un decorado que le permite demostrar su estatus de hombre poderoso". (EFE)
Lucía Leal

15 de febrero 2018 - 10:29

Washington/(EFE).- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump parece inmune al movimiento Me Too que ha acabado con las carreras de otros hombres que, como él, han sido acusados de abusos sexuales.

Pero su incómoda respuesta al fenómeno ha evidenciado su complicado historial con las mujeres, y podría tener consecuencias políticas.

Cuando los estadounidenses eligieron a Donald Trump en noviembre de 2016, parecieron enviar un mensaje a las mujeres: que el comportamiento sexista del candidato republicano, y las acusaciones de al menos 16 mujeres que aseguraban que el magnate se había propasado sexualmente con ellas, no contaban demasiado en el país.

Pero la frustración por ese tema, reflejada en la histórica Marcha de las Mujeres de enero de 2017, sirvió como antecedente a la explosión que se produjo en octubre pasado, cuando las revelaciones contra el productor de cine Harvey Weinstein desataron un movimiento que ha acabado con las carreras de decenas de hombres poderosos.

Trump se ha mantenido al margen de ese revuelo, pero sus aportaciones al debate han sido siempre en defensa de los hombres acusados cuando éstos eran sus aliados

En general, Trump se ha mantenido al margen de ese revuelo, pero sus aportaciones al debate han sido siempre en defensa de los hombres acusados cuando éstos eran sus aliados, como ocurrió con el candidato republicano al Senado por Alabama, Roy Moore, y las estrellas de la cadena Fox News, Roger Ailes y Bill O'Reilly.

La oleada llegó a la Casa Blanca la semana pasada, cuando dos funcionarios, Rob Porter y David Sorensen, renunciaron a sus cargos tras ser acusados por sus exposas de maltrato físico y psicológico.

La respuesta de Trump fue desearle "lo mejor" a Porter y pedir "debido proceso" para los hombres acusados de abusos, al asegurar en un tuit que "la vida de la gente está siendo destrozada y destruida por simples acusaciones", algunas de ellas "falsas".

Pero, al contrario que en los casos anteriores, Trump se vio ayer obligado a salir de ese guión y declarar que se opone "completamente a la violencia doméstica de cualquier tipo", después de que los medios de comunicación y algunas voces en el partido republicano exigieran un mensaje más claro de apoyo a las mujeres maltratadas.

El episodio ha evidenciado la incomodidad de Trump con un movimiento que le enfrenta con las acusaciones en su contra, que él ha negado y que, según la Casa Blanca, quedaron zanjadas cuando los estadounidenses las ignoraron al elegirle como presidente.

"Trump se había construido una reputación de tipo fanfarrón que siempre buscaba atención, poniendo nota a las mujeres, organizando certámenes de belleza, casado con modelos... Eso es parte de su identidad"

A Trump no le hirió ni la publicación, en octubre de 2016, de una cinta de 2005 en la que el magnate presumía de que, al ser famoso, podía hacer lo que quisiera con las mujeres, incluso "agarrarlas por el coño"; ni tampoco las revelaciones sobre su actitud denigrante contra subordinadas y modelos como la venezolana Alicia Machado.

"Donald Trump se había construido una reputación de tipo fanfarrón que siempre buscaba atención, poniendo nota a las mujeres en una escala del uno al diez, organizando certámenes de belleza, casado con modelos... Eso es parte de su identidad", dijo a Efe la periodista Gwenda Blair, autora de una biografía sobre Trump.

"Y mucha gente, la suficiente como para elegirle, estaba dispuesta a aceptar eso", explicó Blair.

A Trump, que ha estado casado con tres modelos, "le gusta que la gente se fije en ellas", y su primer matrimonio fracasó en parte porque su esposa, Ivana, quería "ser tan poderosa como él" en su imperio inmobiliario, según la biógrafa.

"Para él son un decorado que le permite demostrar su estatus de hombre poderoso, en la cima, de macho alfa", opinó Blair.

No son pocos los votantes de Trump que admiran esa actitud, y la popularidad de su esposa, Melania Trump, se debe en parte a su imagen sumisa y tradicional.

"Las mujeres van a tomar las riendas de la sociedad y no podrían encontrar un mejor villano que combatir que Trump. Él es el patriarca, y este es un momento definitorio en la cultura"

Pero las elecciones legislativas de noviembre se acercan y cada vez más mujeres se presentan a cargos públicos, por lo que algunos analistas creen que, tarde o temprano, el presidente tendrá que hacer frente al movimiento feminista.

"Ha llegado la hora", dijo recientemente el que fuera hasta agosto pasado el estratega jefe de Trump, Steve Bannon, en una conversación con el periodista Joshua Green para un nuevo libro.

"Las mujeres van a tomar las riendas de la sociedad y no podrían encontrar un mejor villano que combatir que Trump. Él es el patriarca, y este es un momento definitorio en la cultura", agregó.

Está por ver si la premonición de Bannon, que hace poco rompió sus lazos con Trump, se hace realidad o si, como ha ocurrido hasta ahora, el presidente consigue que sus incondicionales, y el partido republicano, decidan mirar a otro lado a la hora de ir a votar.

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