La Sección de Intereses de EE UU, a punto de convertirse en embajada

Monumento 'anti-imperialista' frente a la Oficina de Intereses de EE UU en La Habana. (14ymedio)
Monumento 'anti-imperialista' frente a la Oficina de Intereses de EE UU en La Habana. (14ymedio)
Orlando Palma

12 de enero 2015 - 07:10

La Habana/El rostro de La Habana estaría incompleto sin la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA), un edificio imponente, rodeado de custodios y de deseos, que hoy está a punto de convertirse de nuevo en Embajada. Durante la infancia, nos llevaban frente a él para gritar contra alguna "agresión del imperialismo" y a las afueras de su férrea estructura hemos esperado –con el corazón en un susto– por la respuesta a una solicitud de visa.

La SINA, que ocupa un edificio inaugurado en 1953, es la mayor sede diplomática en Cuba. Después de la ruptura de relaciones entre los Gobiernos de Washington y La Habana, el lugar reabrió sus puertas en 1977, cuando Estados Unidos y Cuba firmaron un acuerdo para restablecer oficinas de intereses en sus respectivos territorios bajo la protección de la Embajada de Suiza.

En el llamativo inmueble, se ofrecen a ciudadanos estadounidenses y también cubanos servicios consulares como la expedición de visas de no inmigrante y visas de inmigrante. En este último caso se incluye el programa de reunificación familiar, producto de los acuerdos migratorios de 1994-1995, pensado para promover la migración de forma segura, ordenada y legal.

A pocos metros, hay un parque que colinda con la conocida funeraria de Calzada y K. Aquí se reúnen desde la madrugada quienes tienen una cita consular. Las leyendas y rituales rondan el lugar. "Hay que venir bien vestido y no ponerse nervioso", explica una señora, como requisito para salir bien en la entrevista del visado. "Unos rezos y mucho perfume", le apunta otra, a quien le han negado la solicitud en dos ocasiones.

El programa de admisión de refugiados de la SINA es uno de los servicios más populares entre los cubanos, tanto para aquellos que han vivido años de presión y represión, como para los que lo han explotado con picardía. La Oficina de Refugiados, que gestiona las solicitudes, está situada en un edificio anexo, más pequeño y dentro del mismo perímetro fuertemente custodiado.

Quienes han logrado vencer el miedo de ser “estigmatizados” por la propaganda oficial al asistir al lugar, han disfrutado del acceso web

Esta oficina de intereses ofrece a la sociedad civil cubana también el acceso a Internet. Con dos centros habilitados para esos fines y capacidad para unas 300 personas por semana, la conectividad ha ayudado a potenciar el trabajo de periodistas independientes, activistas y profesionales de varios sectores. Quienes han logrado vencer el miedo de ser "estigmatizados" por la propaganda oficial al asistir al lugar, han disfrutado del acceso web y un suministro estable de noticias impresas.

Los cursos de idioma inglés, periodismo, tecnología y conocimientos informáticos llegan a otros 75 cubanos cada mes. La enseñanza incluye teleconferencias con prestigiosos profesores que imparten desde técnicas de periodismo de investigación, hasta manejo de las redes sociales. Varias publicaciones independientes se han beneficiado de esta oportunidad para elevar el nivel profesional de sus colaboradores en la Isla.

Hasta que las relaciones diplomáticas se reanuden, la SINA continuará funcionando según lo establecido en 1977. Hoy en día su personal está compuesto por alrededor de 360 personas, entre las que se incluyen estadounidenses, cubanos y ciudadanos de terceros países. En su sitio digital están los requisitos para solicitar una plaza de trabajo en la oficina, uno de los centros laborales más apetecidos de todo el país.

Hace mucho que no se ven las enormes banderas negras que se izaban frente a la fachada del edificio para impedir que se pudiera leer una marquesina con noticias que permanecía encendida. En su lugar, esporádicamente, ondean banderas cubanas sobre unos mástiles que ni el mantenimiento frecuente logra salvar de la erosión del salitre. Esa parte del rostro de La Habana apenas ha cambiado físicamente desde el pasado 17 de diciembre y, sin embargo, se siente distinta mientras se acaba el capítulo de la oficina de intereses.

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