Las enseñanzas de 'don Castro'

Fidel Castro, de cuyo natalicio se celebraban ayer los 91 años, ha quedado reducido a pinturas que observan a los cubanos sin que ellos se fijen en él.(EFE/Ernesto Mastrascusa)
Fidel Castro, de cuyo natalicio se cumplían ayer 91 años, ha quedado reducido a pinturas que observan a los cubanos sin que ellos se fijen en él. (EFE/Ernesto Mastrascusa)
Reinaldo Escobar

14 de agosto 2017 - 11:57

La Habana/Con tanto secretismo, tanto mito y leyenda, ni siquiera se sabe a ciencia cierta si este 13 de agosto era la fecha real del 91 aniversario del natalicio de Fidel Castro. Su vida estuvo tan rodeada de exageraciones y mentiras que incluso el momento en que nació y el nombre con el que fue inscrito resultan cuestionables.

Sin embargo, más allá de las dudas, la jornada era propicia para reflexionar sobre el legado del expresidente cubano, una huella que ha sido reducida en la oficialista Conceptualización del modelo socialista a "su concepto de Revolución" y a la terca "convicción de que sí se puede alcanzar la victoria" con esfuerzos propios.

Ese concepto de "Revolución" –que se exhibe como su testamento político– se muestra tan ambivalente que lo mismo puede tomarse como resultado obtenido que como meta a alcanzar. Esa mezcolanza teórica evidencia la poca hondura del pensamiento del autor y su tendencia al oportunismo político, que le permitía crear lemas que encajaran en diversos momentos.

El Comandante en Jefe inculcó la idea de que quien está dispuesto a defender una posición a costa de su propia muerte y de la ajena se vuelve invencible

Los medios oficiales reproducen tal definición como un método para conseguir disímiles objetivos, el fruto final de un proceso o un atado de valores morales cercano al decálogo del buen comportamiento. Sin embargo, en la ausencia del componente violento –que tipifica a cualquier definición académica de Revolución– radica su principal falla, a la que se añade la ausencia del enfoque clasista que pudiera esperarse de un marxista leninista.

La enseñanza principal que nos ha dejado Fidel Castro, aquello que los profesores advierten a sus alumnos con la frase que deben anotar porque "va a prueba", es el voluntarismo. El Comandante en Jefe inculcó la idea de que quien está dispuesto a defender una posición a costa de su propia muerte y de la ajena se vuelve invencible.

No importa si la causa a defender es errónea o valedera. Lo cardinal, según este teorema, es acoger un objetivo con un entusiasmo ilimitado y perseverar en su realización al precio que sea necesario.

Los ejemplos sobran: la erradicación de todo vestigio de propiedad privada durante la Ofensiva Revolucionaria de 1968, la cosecha azucarera de 1970 que pretendió llegar a los 10 millones de toneladas de azúcar, el empeño baldío de transformar genéticamente la masa ganadera o el propósito de combinar el estudio con el trabajo en las olvidadas Escuelas en el Campo. Junto a éstas hay una larga lista en la que habría que mencionar la revolución energética, la municipalización de las universidades o la extensión del cultivo de la moringa.

El pastoreo intensivo traído a Cuba por un científico francés, los contingentes de la construcción, la consagración en los centros de investigación científica, los programas especiales de conejos, ocas o búfalos; el médico de las 120 familias, todos llamados "plan Fidel" y muchas iniciativas más llevaban la impronta personal de quien se consideraba a sí mismo un especialista inapelable de cualquier tema que le interesara superficialmente.

Nada ni nadie podía detener a Castro, como no fuera su propia indisciplina y el desgano repentino que se apoderaba de él cuando descubría algún nuevo objeto de obsesión.

Solo fue consecuente en el acto de nunca admitir que estaba derrotado, definido en su lema preferido de “convertir el revés en victoria”

Un monumento erigido en Crimea a su memoria reza que "la victoria es perseverancia", un amargo recordatorio de que Fidel Castro fue el peor discípulo de sus propias enseñanzas. Solo fue consecuente en el acto de nunca admitir que estaba derrotado, definido en su lema preferido de "convertir el revés en victoria".

Los deportistas quizás puedan ser herederos de su legado para ganar una competencia con el marcador en contra, pero en política y en economía resulta nefasto obsesionarse con una solución aparentemente milagrosa.

No se debe perseverar en el error, también eso lo aprendimos de Fidel Castro.

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