La injusticia tiembla

El autor dedica sus décimas de esta semana a los procesos judiciales vinculados al 11J

Jonathan Torres y su madre, Bárbara Farrat Guillén. (Justicia 11J)
Jonathan Torres y su madre, Bárbara Farrat Guillén. (Justicia 11J)
Alexis Romay

25 de noviembre 2022 - 09:38

Nueva Jersey/Esos juicios amañados

–contra unos adolescentes,

tildados de "delincuentes",

reprimidos y arrestados

por la turba de soldados

de la junta militar

son de una crueldad impar,

son el oprobio y la afrenta

que comenzó en los cincuenta

y pronto ha de terminar.

Esos juicios tan infames

son contra la población,

porque esa Revolución

es una turba de ñames

que te exige que te james

el cable que no se jama.

Lis Cuesta –"primera dama"

de la junta militar–

te va a invitar a "votar".

Mas tú, ¡quédate en la cama!

Esos juicios vergonzosos

de la junta militar

que reincide en obligar

a madres, tías, esposos

y a los vecinos chismosos

a delatar y a mentir

son parte del malvivir

que avergüenza a la nación.

¿Qué es esa Revolución?

¡El arte de reprimir!

Esos juicios tan dantescos

–que la junta militar

hoy se apura en celebrar,

sin meriendas ni refrescos

y con sus jueces grotescos

que conocen de antemano

la sentencia que el tirano

les dictó, como escarmiento,

con su proceder violento–

son contra el pueblo cubano.

Esos juicios y esa espera

ante una farsa anunciada

dejan a Cuba enlutada

por una turba cuatrera.

Pero ¿y la prensa extranjera

no les dará cobertura?

El ministro de cultura

pronto saldrá a celebrar

a esa junta militar.

Cuba es una dictadura.

Esos juicios criminales

–que organiza el General

que controla el tribunal

(o, más bien, los tribunales)

y hasta a los corresponsales,

ay, de la prensa extranjera,

que ha sido fiel compañera

de la junta militar–

los hacen para aterrar

a una Isla que desespera.

Esos juicios tan kafkianos

que meten al pueblo preso

y son copia de El proceso

que aterra a los ciudadanos

–ay, millones de cubanos–,

ya no pueden ocultar

que la junta militar

hoy vive sus estertores.

La turba de represores

ya no sabe qué inventar.

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