La tormenta perfecta: San Isidro más la "Tarea Ordenamiento"

Todo mercado es siempre oferta y demanda de bienes y servicios, lo que el socialismo universal no sabe ofrecer

No es posible un ordenamiento monetario sin oferta de bienes o servicios. La validez de cualquier moneda se decide en el mercado, no en un escritorio burocrático, afirma el analista Jorge Hernández Fonseca. (14ymedio)
"No es posible un ordenamiento monetario sin oferta de bienes o servicios. La validez de cualquier moneda se decide en el mercado, no en un escritorio burocrático", afirma el analista Jorge Hernández Fonseca. (14ymedio)
Jorge Hernández Fonseca

27 de diciembre 2020 - 15:37

Miami/La eliminación de la dualidad monetaria en Cuba, todos los sabemos, es un imperativo para el sano desarrollo de la economía de la Isla, aspecto que la alta nomenclatura comunista ha anunciado, pero no quiere acometer por miedo a perder el poder político que detenta por la fuerza. No obstante lo anterior, el castrismo ya anunció la llamada "Tarea Ordenamiento" en el peor momento posible de su economía y lo hizo para restar protagonismo y opacar al Isidrazo, que ha promovido un movimiento espontáneo contra la dictadura. Esto desde luego ha añadido más leña al fuego de un incendio a todas luces incontrolable: la rebelión.

No es posible un ordenamiento monetario sin oferta de bienes o servicios. La validez de cualquier moneda se decide en el mercado, no en un escritorio burocrático. A su vez, todo mercado es siempre oferta y demanda de bienes y servicios, precisamente lo que el socialismo universal no sabe ofrecer. No habrá "ordenamiento" posible sin ofrecer bienes y servicios. Sin embargo, los problemas ocasionados por la represión de San Isidro y el papelazo de la dirección en pleno del Ministerio de Cultura ante el pueblo de Cuba continúan abiertos y el desorden que ocasionará la "Tarea Ordenamiento" tendrá nefastas consecuencias cuando se crucen el caos y el "desorden" en 2021.

El apoyo económico se descarta en una primera etapa de las nuevas relaciones con la Administración de Biden, que tendrá que lidiar con la represión en las calles de La Habana y el caos duplo que ocasiona un desordenado "ordenamiento" monetario

A todo lo anterior se le suma las expectativas sobreestimadas por La Habana respecto al apoyo que la dictadura recibirá de la nueva Administración norteamericana. En cualquier caso, el apoyo económico se descarta en una primera etapa de las nuevas relaciones con la Administración de Biden, que tendrá que lidiar con la represión en las calles de La Habana y el caos duplo que ocasiona un desordenado "ordenamiento" monetario, sin bienes y servicios que ofrecer, en un terreno donde se puede lesionar sin dudas el aspecto más sensible de toda población, los sectores más vulnerables de la sociedad, jubilados, ancianos y desfavorecidos.

Hoy, es claro que la élite bipartidista estadounidense no quiere, en este preciso momento, la derrota y sustitución de la dictadura cubana, por razones diversas. Sin embargo, el desorden que las propias autoridades de la Isla han programado para inicios del año próximo, podría poner en peligro esta determinación. Un aspecto que la élite estadounidense aprecia en la Isla es su estabilidad, contra la cual conspira la tormenta perfecta que se formará al unir los desafíos políticos pendientes del Isidrazo, con el desorden que preparan en su economía.

Los primeros 20 días de enero todavía gobernará en EE UU Donald Trump, que no dudará en ser enérgico con las posibles violaciones de los derechos civiles y políticos de los cubanos que la dictadura se ha negado a respetar. En caso de acciones represivas evidentes, la nueva Administración de Biden se verá obligada a reaccionar contra el régimen, porque una cosa es el reconocimiento civil y otra muy diferente el apoyo a una dictadura represiva en plena acción contra un pueblo reclamando derechos sin comida ni libertad.

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