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Vivir en silla de ruedas

Las trabas burocráticas ponen en manos de la caridad o el mercado alternativo la movilidad de las personas con discapacidades

Es posible conseguir una silla de ruedas en Cuba sin acudir al Sistema de Salud si se dispone de al menos 80 CUC. (Silvia Corbelle/14ymedio)
Luz Escobar

11 de junio 2015 - 06:05

La Habana/A veces, solo a veces, la televisión transmite algún programa que le interesa a Luisa. El resto del tiempo se lo pasa en la terraza mirando a los vecinos que salen o entran de sus casas. Una pierna amputada a causa de la diabetes la ha condenado a no salir de casa desde hace años. Sin embargo, hace unas semanas a la anciana se le iluminó el rostro por la esperanza al escuchar en televisión una noticia sobre donaciones de sillas de ruedas.

Desde el año 2000, Joni and Friends ayuda a las personas con problemas de movilidad en la Isla. La organización estadounidense trabaja junto a la Pastoral de Personas con Discapacidad, un programa del Consejo de Iglesias de Cuba y, por tanto, respaldado por el Gobierno. Joni Eareckson Tada, la fundadora de la asociación cristiana evangélica, sufrió una fractura cervical hace más de 40 años que la dejó tetrapléjica y ha viajado varias veces a la Isla para ayudar a personas con problemas similares al suyo. Pero esta aportación representa apenas una gota en un océano de necesidades.

Los mecanismos oficiales para obtener una silla de ruedas a través del sistema de Salud Pública son complejos y repletos de trámites burocráticos, y pueden suponer meses, y hasta años, especialmente difíciles para una persona con problemas de movilidad.

Los más afortunados logran beneficiarse de una donación, la ayuda de alguna organización extranjera o del mercado informal. Otros, como Luisa, simplemente ven reducida su vida social a quedarse en casa y mirar la vida pasar a través de una ventana.

El primer trámite necesario es lograr un certificado del médico de familia que confirme la invalidez temporal o permanente. El documento debe llevarse a "asentar" al policlínico, donde será firmado por el director de la institución y la trabajadora social de la zona.

El certificado de invalidez vence cada seis meses incluso para los solicitantes que hayan obtenido la permanente

El certificado de invalidez vence cada seis meses incluso para los solicitantes que hayan obtenido la permanente, así que el paciente debe comenzar todo el proceso desde cero para obtener uno nuevo. Incluso si se logra alcanzar la silla de ruedas a través del mecanismo establecido por el ministerio de Salud Pública, cada medio año tendrá que ser corroborada su necesidad a través del policlínico de su zona.

Un trabajador social ayuda con estos trámites a quienes no tienen la ayuda efectiva de un familiar. Sin embargo, Luisa está excluida de este grupo por compartir vivienda con un pariente. "Mi hijo vive conmigo, pero es como si no estuviera", explica la anciana, de 76 años, que reside en el reparto Peñas Altas, en el municipio de Habana del Este. "Solo después de que el documento tenga todos los cuños y firmas del policlínico se puede llevar a la farmacia que corresponda", detalla. La mensualidad a pagar por su alquiler es de 5 CUP y en caso de mejoría o fallecimiento, se devuelve a la farmacia.

Pero lograr el documento no pone fin a las dificultades. La mayoría de las farmacias consultadas en diez municipios de la ciudad de La Habana no tenían "sillas en existencia" e incluso en algunas alegaron no haber recibido ninguna en meses. "Eso está casi tan perdido como las camas fowler para personas postradas", afirmaba la empleada de una farmacia en la esquina de las calles San Lázaro y Soledad, en Centro Habana.

Cuba cuenta con una fábrica de sillas de ruedas, ubicada en Santa Clara, con el nombre de Unidad Empresarial Básica Minerva. La industria, que comenzó a producir en 2007, ha ensamblado unas 59.000 sillas pero ha estado periódicamente parada por falta de materia prima. En 2015 espera producir 22.000 sillas de ruedas con medidas de 36, 42, 46 y 52 pulgadas.

Cuba cuenta con una fábrica de sillas de ruedas, ubicada en Santa Clara, que ha estado periódicamente parada por falta de materia prima

La producción nacional, sin embargo, no tiene gran aceptación entre los discapacitados, que se quejan de la mala calidad de los materiales de fabricación, la incomodidad de los modelos y el rápido proceso de oxidación que sufren las partes de metal.

Existe otro camino para acceder a una silla de ruedas. La Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (ACLIFIM), que cuenta con 74.000 miembros en todo el país, recibe parte de las donaciones que hacen fundaciones extranjeras y las distribuye a través de las filiales que tiene en cada municipio.

La ACLIFIM prioriza a quienes tienen limitaciones más severas, como los amputados dobles, parapléjicos y lesionados medulares. Los solicitantes se quejan con frecuencia de trato preferencial a la hora de otorgar las sillas, cuyo precio ronda los 77 CUP.

La vía expedita pasa por tener pesos convertibles. Algunos discapacitados cubanos se saltan las trabas burocráticas y adquieren la silla de ruedas en el mercado informal por un precio que oscila entre los 70 y 80 CUC. En el portal de clasificados Cubísima, es posible encontrar varias ofertas para "personas de talla mediana" o incluso sillas con motor eléctricas, "con su cargador original de 24 v", por 500 CUC.

"Tuve suerte porque una amiga me resolvió una nueva silla a través de Caritas", cuenta Dagmara Puentes, que perdió la movilidad de sus piernas siendo muy joven debido a un accidente de tráfico. Esta entidad caritativa de la Iglesia Católica y la Fundación Amistad colaboran con la empresa estatal Cuba-Rada entregando medicamentos, sillas de ruedas y prótesis para los amputados.

Joni and Friends entrega una Biblia con cada silla de ruedas donada

El acceso, en este caso, es gratuito y se canaliza a través de las parroquias o asilos de ancianos. Cáritas tiene una oficina en La Habana donde también puede formalizarse la inscripción en las listas que priorizan la donación en función de la gravedad del caso, la urgencia de integración social del solicitante y la región, con especial atención a los barrios y pueblos más empobrecidos. Los vínculos con integrantes de la Iglesia Católica ‒monjas o sacerdotes ‒ resultan claves para acelerar el proceso.

En el caso de Joni and Friends, que entregó 189 sillas de ruedas en Cuba a finales de abril, la mayor parte en Cienfuegos ‒provincia que visitaba por primera vez‒ , pero también en Villa Clara y Sancti Spíritus, la donación conlleva la entrega de un ejemplar de la Biblia. La asociación asegura que en los 15 años que llevan haciéndolo en la Isla, solo una persona se ha negado a aceptar las Sagradas Escrituras.

"Yo no tengo ninguna religión, pero si logro esa silla de ruedas, te juro que le enciendo una vela a todos los santos", afirma Luisa. Lo dice, mientras sigue con la vista a un vecino que ha salido de casa y al pasar frente a su terraza la saluda con la mano. "No he renunciado a disfrutar de un paseo por el Malecón", confiesa con una sonrisa pícara.

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