En el Palacio del Pan y el Dulce, en Santiago de Cuba, ni pan ni dulce

Un recorrido por las panaderías de la capital de Oriente, todas desabastecidas o cerradas

En Aguilera “no se puede hacer pan porque no hay harina y tampoco confeccionar dulces, porque entre otras cosas, falta el huevo". (14ymedio)
En Aguilera “no se puede hacer pan porque no hay harina y tampoco confeccionar dulces, porque entre otras cosas, falta el huevo". (14ymedio)
Alberto Hernández

04 de noviembre 2021 - 13:20

Santiago de Cuba/"No hay pan señora, sacaron un poquito a primera hora y ya se acabaron los panes y la materia prima para seguir produciendo". Esta fue la respuesta que recibió Julissa, una agente de seguridad en su día de descanso, antes de las nueve de la mañana, cuando fue a la recién inaugurada panadería Palacio del Pan y el Dulce.

El establecimiento visitado por Julissa fue estrenado por Lázaro Expósito Canto, ex primer secretario del Partido Comunista en Santiago de Cuba, el pasado 21 de octubre. "No entiendo cómo un lugar que se dice Palacio del Pan y el Dulce, solo 12 días después de inaugurado no tenga ni lo uno ni lo otro", expresaba, disgustada, ante la realidad de que los establecimientos estatales solo funcionan bien los primeros días después de su apertura. "Esto es escobita nueva, como todo lo que se hace en este país".

"Amiga, eso que te dijeron es mentira, ellos hoy no han vendido pan. Yo vine hace media hora y no habían abierto aún y ahora volví de nuevo pensando que iban a abrir sobre las nueve de la mañana y veo todo igualmente, cerrado", le aclara Pedro, un padre de familia que también tenía la esperanza de comprar pan en el nuevo establecimiento

Sin embargo, aquí no terminó la jornada fatídica de Julissa que, decidida a comprar pan para la merienda de sus dos hijos, su madre y su marido, recorrió los 400 metros que la separan de la otra panadería, en este caso Ferreiro. Cuando llegó, no había ni siquiera dependientes en el mostrador. Casualmente, iba de salida un empleado, quien al verla le dijo casi mecánicamente que no había materia prima y por eso no estaban laborando. "¡Esto es una locura! ¿Dónde se puede conseguir pan en esta ciudad?", le espetó la mujer enfurecida, antes de retirarse del lugar.

En Santiago de Cuba, bajo la administración de Expósito, que dejó sus funciones la semana pasada, se abrieron varias cafeterías, panaderías y dulcerías, muchas de ellas ubicadas en el céntrico bulevar Enramadas y sus alrededores. Hoy, todas están en una situación lamentable.

"Yo vengo subiendo todo Enramadas y en la pizzería Marilyn, en la esquina de San Pedro, no hay pizza. El Marinero, ubicado unas cuadras más arriba y que vende bocaditos, está cerrado. En la esquina de Barnada, La Casa del Perro Caliente lo único que tiene es refresco Coracán y bolsas de nailon", cuenta Miguel, un inspector y cobrador de la empresa eléctrica que tiene a cargo esa zona.

La cafetería Champion, que fue concebida para vender productos donde el huevo en sus diferentes recetas fuera el plato principal, no tiene huevos. "Yo era cliente fijo de esta cafetería, pero hace meses que los huevos desaparecieron, no sé si se los comió el covid o las gallinas se han mudado", dice sarcástico Miguel.

En Mama Inés, especializada en café y localizada enfrente de Plaza de Marte, solo venden jabas de nailon y módulos carísimos con productos alimenticios de lento movimiento, como latas de dulce de guayaba, que nadie compra. "Y para rematar, las dulcerías de la zona ya ni siquiera se toman la molestia de abrir porque no hay absolutamente nada", concluye Miguel con un gesto de desdén.

Muchos de estos establecimientos tienen a sus trabajadores sentados fuera, con los brazos cruzados. Kiko, un empleado de la panadería-dulcería Aguilera 601, en la esquina de las populosas calles Aguilera y Barnada, y que prefiere ocultar su verdadero nombre por temor a que lo expulsen de su trabajo, cuenta: "No se puede hacer pan porque no hay harina y tampoco podemos confeccionar dulces, porque entre otras cosas, falta el huevo. La cosa es que cuando aparece el huevo falta el azúcar o no hay electricidad, y al final tampoco se puede ofertar el servicio a la población".

Elena y Mario son un matrimonio que tienen a un hijo preso y necesitan llevarle productos alimenticios que puedan almacenar durante mucho tiempo, como las galletas. Normalmente compraban en el establecimiento llamado Galleta Frita, situado en San Félix entre Aguilera y Heredia, y en La Brasa, localizada en Aguilera, a una cuadra de los bajos de Enramadas, pero hace tiempo que estos lugares están cerrados. Finalmente, refieren, "tuvimos que comprar por detrás de la cortina panes de la panadería normada para llevárselos tostados, pero estos son de pésima calidad".

Una historia similar cuenta Enrique, un hombre de 78 años, trabajador retirado, saliendo de la dulcería El Sol: "Mi esposa Isabel cumple hoy 69 años y yo con mi pensión que apenas me alcanza para malcomer decidí regalarle un cake, aunque sea el más económico, pero la dulcería estaba cerrada. Luego fui a otra, Kilómetro 969, en la intercepción de Garzón y La Central, y tampoco hay nada".

Enrique, que vivió parte de su infancia antes de 1959, nunca pensó que este país "se fuera a poner tan extremadamente malo". "Estoy seguro de que Martí, Maceo y todos los que dieron su vida por una patria libre y digna, en estos tiempos la hubieran dado de nuevo para tumbar a esos barrigones que están dirigiendo esta nación", protesta mientras regresa a su casa con las manos vacías.

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