Si la malanga es tan cara en Cuba es por "culpa de Murillo", dicen los vendedores
La inflación complica la adquisición de esta vianda, muy común en las dietas médicas y las infantiles
La Habana/"¡Hay malanga, hay malanga!", pregonaba con insistencia una vendedora informal este jueves en el mercado de la calle San Rafael, en Centro Habana. El anuncio levantó rápidamente el ánimo entre los clientes de los concurridos alrededores.
Cuesta encontrar en los últimos meses el tubérculo que ha acompañado desde la infancia a la mayoría de los cubanos. Hervida, con mojo, mezclada con algo de leche o sumergida en un plato de frijoles, la malanga se utiliza como alimento de transición entre la lactancia y la comida sólida, pero la inflación ha hecho desaparecer esta vianda que, hasta hace poco, reinaba también entre las frituras y los purés.
Por mucho que el Gobierno cubano haya desterrado al rostro más visible de la Tarea Ordenamiento a su nuevo puesto en Tabacuba, la población no olvida al que identifican como responsable de la imparable subida de precios
"Ayer me dijiste a 60 pesos la libra y hoy está a 70. ¿De un día a otro sube el precio?", reclamó a la comerciante una clienta indignada. La expectación inicial se diluía cuando los compradores iban conociendo el precio y la vendedora respondía ácidamente: "La culpa no es mía! ¡A quejarse con Murillo!". Por mucho que el Gobierno cubano haya desterrado al rostro más visible de la Tarea Ordenamiento a su nuevo puesto en Tabacuba, la población no olvida al que identifican como responsable de la imparable subida de precios.
La malanga ha estado durante décadas no solo detrás de las dietas infantiles, sino de cualquier persona con problemas gástricos. Los médicos cubanos la han recomendado durante años en purés para pacientes hospitalizados, enfermos o ancianos con dificultades de deglución. Durante décadas, se vendió una cantidad de esta vianda para enfermos crónicos en el mercado racionado, pero eso ya es cosa del pasado.
Ahora, la malanga se encuentra casi únicamente en los mercados de gestión privada. "Los campesinos quieren cobrar la malanga a los transportistas a 29 pesos la libra, porque dicen que sus gastos han aumentado. A su vez, los transportistas también quieren ganar lo suyo", explica una vendedora a 14ymedio. "Si la malanga llega a mis manos a 40 pesos o más, ¿a cuánto la voy a vender en la tarima?".
Como para la mayoría de alimentos, el aumento de los costos de producción dificulta que las cosechas salgan adelante, y la malanga tiene sus peculiaridades. "Demanda mucha agua, le gusta el riego abundante", cuenta Manuel, un productor de la provincia de Villa Clara.
"Los costos de la electricidad se han disparado y para bombear la cantidad de agua que necesita un campo de malanga ahora yo gasto mucho más dinero", detalla. "Aunque se trata de un producto fuerte y no se necesitan cajas para trasladarlo, ahora mismo es un dolor de cabeza comprar sacos, porque los pocos que hay, cuando te los encuentras, también han subido mucho".
El combustible, otro de los productos que escasean con frecuencia en Cuba, pero que desde 2019 se ha puesto imposible, es otro de los factores. "El productor que se ocupa de sacar su cosecha del campo no puede bajar la libra de malanga de los 30 pesos, y ya con ese precio está teniendo pérdidas. Yo le entrego la mía a un intermediario y cuando se la lleva ya ese no es mi problema. Es él el que pone el precio en el mercado", añade Manuel.
"Mi madre lleva tres años sin prótesis dental, porque primero no había material para hacerle una. Después llegó la pandemia, y todo el tema estomatológico está casi paralizado"
Los consumidores asisten con molestia a una subida que afecta muy especialmente a las personas más vulnerables del hogar. "Mi madre lleva tres años sin prótesis dental, porque primero no había material para hacerle una. Después llegó la pandemia, y todo el tema estomatológico está casi paralizado", explica una vecina del barrio habanero de Cerro.
"La comida diaria de mi mamá son purés a base de malanga o de otros alimentos como calabaza o boniato", agrega. "A este precio yo no puedo pagarla y estoy teniendo que buscar otras alternativas, pero que no son muy saludables", reconoce. "Mi hija está terminando la lactancia de su niña y tampoco puede pagar estos precios para hacerle la transición".
En los restaurantes privados y los sitios digitales que venden sus productos a los emigrados con familia en la Isla, el producto se sigue ofertando. "Puré de malanga con un buen mojo criollo y chips crujientes", anuncia una paladar que recomienda no dejar de "probar las frituras". Para reencontrar el sabor que hasta hace poco protagonizaba los platos de ancianos y bebés, ahora se necesita tener dólares.
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