La desorganización empaña el torneo de ajedrez Raúl Capablanca

En el Grupo Élite del 52 Torneo Internacional de Ajedrez José Raúl Capablanca In Memoriam se coronó el indio Krishnan Sasikiran. (Noticias de Ajedrez)
En el Grupo Élite del 52 Torneo Internacional de Ajedrez José Raúl Capablanca In Memoriam se coronó el indio Krishnan Sasikiran. (Noticias de Ajedrez)
Pérez Coyula

10 de junio 2017 - 14:31

Varadero/Un mes antes del 52 Torneo Internacional de Ajedrez José Raúl Capablanca In Memoriam ya se sabía que los tres mejores jugadores de Cuba no iban a participar en el torneo, algo totalmente inédito. Sin embargo, no fue el único incidente que empañó el encuentro que se desarrolló entre el 26 de mayo y 6 de junio en el hotel Arenas Blancas de Varadero.

A falta de confirmación oficial, los entendidos comentan que Leinier Domínguez ha pedido un año sabático tras no ser incluido en el último Grand Prix de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Por su parte, Lázaro Bruzón declinó participar en el Capablanca para jugar en el Zonal 2.3 de la FIDE, que se desarrolló en las mismas fechas en San Salvador (El Salvador).

El caso de Yuniesky Quesada es más espinoso. Supuestamente, el jugador pidió permiso para ausentarse debido a la obtención de un contrato de trabajo en Estados Unidos. A mitad del torneo se conoció a través de las redes sociales su expulsión de la Selección Nacional.

A pesar de las ausencias en el Grupo Élite, en el que se coronó el indio Krishnan Sasikiran, la organización consiguió atraer una nómina de jugadores extranjeros respetable

A pesar de las ausencias en el Grupo Élite, en el que se coronó el indio Krishnan Sasikiran, la organización consiguió atraer una nómina de jugadores extranjeros respetable a la que se unió el Gran Maestro holguinero Isam Ortiz, número cuatro de la Isla. El Grupo Premier, que tradicionalmente había sido el cajón de arena en el que los jugadores con mejor proyección podían luchar por una norma de Maestro Internacional o de Gran Maestro, fue abolido en esta edición.

Aparte del Capablanca, en Cuba es difícil encontrar torneos en que se puedan hacer normas. El Grupo Abierto, en el que el Gran Maestro matancero Yusnel Bacallao obtuvo la victoria, ofrecía la única oportunidad. Los organizadores anunciaron la participación de 140 jugadores, 14 de ellos Grandes Maestros, 30 Maestros Internacionales y más de 30 Maestros FIDE.

Los torneos abiertos normalmente son coloridos, ya que jugadores de distintas generaciones y estilos se arriesgan por conseguir premios y normas. La cantidad de jugadores titulados y la presencia de extranjeros podría traducir un buen resultado.

La cobertura de los espacios informativos fue mínima, apenas una nota en el Noticiero Estelar tras la clausura y algún que otro comentario en la internet.

El Instituto Cubano de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) tiene la política de alojar a los Grandes Maestros cubanos y a los jugadores extranjeros en el hotel del evento. Tres cuartos de los ajedrecistas que no entraban en esas categorías, y que decidieron no pagar 11 noches de hotel, fueron enviados a una villa en el Central Humberto Alvarez, donde por 140 CUP la noche tuvieron habitación, comida y piscina.

A los ajedrecistas que eligieron esta última opción, el INDER no les prometió que la institución se haría cargo de los gastos, aunque un funcionario deportivo veló por el bienestar de los ajedrecistas.

Algunos jugadores nacionales se quejaron en las redes sociales de sufrir un "apartheid cubano"

No obstante, algunos jugadores se quejaron en las redes sociales de sufrir un "apartheid cubano", ya que, debido a las deficiencias en el transporte que los llevaba desde la villa hasta el hotel, los ajedrecistas debían quedarse en el exterior hasta poco antes del comienzo de las rondas. Algunos, incluso, llegaron tarde.

En una ocasión, el ómnibus se marchó del hotel antes del fin de todas las partidas, quedándose algunos ajedrecistas sin transporte de regreso. Los perjudicados llegaron a la villa a la una de la mañana y se quedaron sin cenar.

La penúltima ronda fue la más dramática para los competidores, no solo porque en las últimas fases los ajedrecistas ya vislumbran sus posibilidades de victoria, sino también porque siguieron presentes las deficiencias de la organización con respecto al transporte.

Como consecuencia del retraso de un ómnibus un grupo de jugadores llegó con una hora de retraso a la celebración de las rondas y con las partidas ya empezadas, a pesar de que la FIDE había asegurado que estas no comenzarían hasta la llegada de todos los competidores.

Los afectados terminaron jugando entre sí o negociando con sus adversarios cómo debía transcurrir el tiempo de las partidas, menor al establecido en un principio como consecuencia del retraso.

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