Para los inversionistas extranjeros todo, para los cubanos nada
Miami/En días pasados el Gobierno cubano anunció la autorización de importación y exportación a las formas de gestión no estatal, léase trabajadores por cuenta propia y Cooperativas No Agropecuarias (CNA). Para ello, el Gobierno puso en marcha la implementación del anuncio a través de cuatro resoluciones publicadas en la Gaceta Oficial No.59 Ordinaria de 17 agosto de 2020.
Las cuatro resoluciones emitidas por los correspondientes ministerios constituyen una camisa de fuerza para controlar y "robar legalmente" los ingresos derivados de las actividades comerciales de los potenciales exportadores e importadores. En realidad, la medida en sí no constituye una estrategia aperturista que ayude y facilite sacar al país de la profunda crisis económica que lo agobia. Es un mecanismo para seguir limitando el alcance del desarrollo de las fuerzas productivas del país y por consiguiente una traba más para propiciar la libre generación de riquezas.
Es un mecanismo para seguir limitando el alcance del desarrollo de las fuerzas productivas del país y por consiguiente una traba más para propiciar la libre generación de riquezas
La grave crisis económica que presenta el país, acorralado además por el impacto de la pandemia del covid-19 requiere para su solución de estrategias verdaderamente aperturistas y propuestas transparentes, atractivas y estimuladoras del desarrollo empresarial, no de fórmulas usurpadoras que pretenden establecer una práctica comercial esclava en manos del Gobierno.
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La draconiana fórmula para importar y exportar productos que ofrece el Estado cubano a las formas de gestión no estatal no es más que la definitiva estatización de la propia forma de producción no estatal. Es un proceso que priva de toda autonomía a cualquier emprendedor o forma de gestión no estatal que pretenda importar y exportar productos.
Bajo esta mágica fórmula todo el dinero que se descuente de las operaciones de importación y exportación irán a parar al BFI S.A el banco de Gaesa, el banco de los militares. Quien produce no tiene control de nada, ni del precio, ni de la gestión de venta, ni siquiera de las estrategias para seleccionar los proveedores y los mercados a donde exportar, ni de las ganancias que obtendría, no podría disponer del capital en divisas obtenido por la exportación, el cual solo podría utilizarlo para hacer operaciones de importación.
Esta mediocre medida implementada por el Estado constituye una legalización formal del apartheid que sufren los ciudadanos cubanos que les impide el derecho soberano a generar riquezas.
La medida en sí misma mata antes de nacer la "intención aperturista" del Gobierno de Díaz-Canel en su ofensiva para tratar de salir de la crisis. Esta medida es anticomercial, no estimula en lo más mínimo a la fuerza motriz del país, sino todo lo contrario, enajena y cercena el espíritu de toda forma de emprendimiento y lo peor, arruina toda esperanza de un cambio que permita sacar al país de la miserable pobreza en la que se encuentra sumido.
Solo basta comparar el trato que el Estado cubano ofrece a los inversionistas extranjeros en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM) para entender cuán discriminados son los cubanos por su propio Gobierno: para los extranjeros todo, para los cubanos nada.No es necesario hacer más comentarios.
La irrupción del covid-19 en medio de la crisis, lejos de incentivar en los gobernantes cubanos el espíritu del sentido común y la concordia, los ha vuelto más irracionales, mediocres e incompetentes
La estrategia de última hora del régimen cubano basado en el paquete de medidas anunciado días atrás ha hecho más extensiva la dolarización de la economía sin haber implementado cambios estructurales en la economía, sin haber implementado leyes que muestren una verdadera apertura económica y una real liberación de las fuerzas productivas, sin haber eliminado la dualidad monetaria que tanto daño hace a la economía, sin todavía reconocer la personalidad jurídica de las formas de producción no estatal. Esto muestra claramente que todavía en la alta jerarquía del régimen se aferran ideológicamente a mantener una posición inmovilista a pesar de las críticas y volátiles circunstancias actuales.
La irrupción del covid-19 en medio de la crisis, lejos de incentivar en los gobernantes cubanos el espíritu del sentido común y la concordia, los ha vuelto más irracionales, mediocres e incompetentes.
Este proceder no es nada nuevo, siempre ha sido la maña utilizada para tomar un segundo aire y camuflar su único objetivo: seguir controlando el poder. Sin embargo, es extremadamente peligroso, pues el régimen sabe y conoce que el empeoramiento de la situación económica ha llegado a un punto crítico, prácticamente en un callejón sin salida, el cual se expresa en el malestar social y la alta frustración y el desencanto de las grandes masas, incluidos miles de militantes del partido y cientos de miles de jóvenes que no sienten ninguna atracción ni filiación ideológica con el Gobierno, lo cual abre un gran espacio a la vulnerabilidad del régimen, dándose un escenario en el que en cualquier momento puede ocurrir lo que están tratando de evitar: un estallido social de consecuencias impredecibles.
NDLR: Este texto es un extracto del estudio de Havana Consulting Group titulado Matando el proyecto antes de nacer. Lo reproducimos con permiso de su autor.
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