Hasta siempre, Siro
Cajón de sastre
Siro propiciaba una de sus mejores virtudes para la democracia: la de crear consensos
Madrid/Ha muerto Siro del Castillo. La persona humana. También un gran patriota. De los mejores y siempre imprescindibles, los que no vociferan la Patria y la viven desde cualquier latitud.
Entregó su vida a la causa de Cuba: desde la defensa de los derechos humanos, a la defensa de los trabajadores, a la promoción del arte, a la preocupación por los inmigrantes y el apoyo a cualquier iniciativa que creyera necesaria para errumbar a Cuba por la senda todavía aspiracional de la mayoría de los cubanos.
Ha muerto un gran amigo. Quienes le conocen de tiempo, de brega y cercanía son testigos de que Del Castillo no tenía enemigos, ni siquiera entre aquellos que se los inventan desde las ideologías o desde los intereses.
Somos muchos los que sufrimos la muerte de Siro, una persona humilde en el trabajo, en el arte, en la política y en la vida
Siro propiciaba una de sus mejores virtudes para la democracia: la de crear consensos. Fundador del Partido Demócrata Cristiano de Cuba, de la Solidaridad de Trabajadores Cubanos; también de Consenso Cubano, un esfuerzo plural de organizaciones y personalidades en el exilio, de la Mesa de Unidad de Acción Democrática, del Consejo para la Transición Democrática en Cuba; además de anfitrión de los talleres de democracia deliberativa en Miami e impulsor de Consenso Constitucional; Siro del Castillo estaba allí siempre apoyando, gestando, contribuyendo de tres maneras imprescindibles para todo proyecto común: el gesto de solidaridad, la búsqueda del consenso y la intransigencia institucional.
En el CTDC nos consta todo esto. Sobre todo, el regaño y la vigilancia institucional cada vez que entendía que esta podía ponerse en peligro. Y su gesto agónico, con toda la dignidad de su persona, de participar, ya encamado por la enfermedad, en la Primera Convención del Consejo para la Transición Democrática en Cuba nos dijo a todos que las razones y la determinación por las que cayó preso a los 17 años en su lucha contra el entonces incipiente totalitarismo cubano estaban firmes como el templo que frecuentaba en su condición de hombre y de creyente.
Desde el Consejo enviamos nuestras condolencias a sus familiares, amigos, a sus colegas en estos momentos difíciles. Somos muchos los que sufrimos la muerte de Siro, una persona humilde en el trabajo, en el arte, en la política y en la vida. Su espíritu continuará entre nosotros de muchas maneras apacibles y tranquilas, rasgos que definían la personalidad de Siro del Castillo.
En el momento más apropiado, el CTDC realizará un homenaje a la vida y obra de quien murió con la mejor idea de Cuba. Invitaremos a otras organizaciones a que nos acompañen.
En paz descanses, amigo Siro. Tu legado sigue vivo entre nosotros.
Abrazo eterno de tus compañeros.