Los 'Avispas Negras' estaban locos por dar golpes y cogían a cualquiera en La Güinera

"Mi hijo tiró piedras, pero por eso no pueden condenarlo a esa cantidad de años"

Yaquelín Cruz García mantiene la esperanza de que su hijo, Dariel Cruz García, sea liberado cuanto antes. (Collage)
Yaquelín Cruz García mantiene la esperanza de que su hijo, Dariel Cruz García, sea liberado cuanto antes. (Collage)
Yoani Sánchez

24 de abril 2022 - 15:35

La Habana/A Dariel Cruz García todos lo conocen en La Güinera como El Bolo y en julio pasado se sumó a un río de gente que salió a protestar en las calles de esa barriada habanera. Ahora, su pasión por el fútbol y por los paseos con los amigos tendrá que esperar porque purga una condena de ocho años en la prisión Jóvenes de Occidente.

La madre del joven de 20 años, Yaquelín Cruz García, quisiera echar el tiempo atrás y volver al lunes 12 de julio. Ese día estaba en el trabajo, en la cocina de El Trigal, y comenzó a ver a través de su teléfono móvil las imágenes de las manifestaciones en su barrio del municipio de Arroyo Naranjo. El corazón le dio un vuelco y tuvo un mal presentimiento.

Ahora, detalla aquella jornada a 14ymedio. "Yo no estaba, pero he podido reconstruir lo que pasó con lo que me han contado los vecinos y lo que me contó mi propio hijo. Dariel estaba durmiendo esa tarde y empezó la bulla que venía de La Lomita, había mucho calor y él se despertó con el ruido y le preguntó qué pasaba al vecino que vive frente a nuestra casa".

"El hombre le respondió que la gente se había tirado para la calle y que estaba llegando la policía. Cuando Dariel empezó a subir hacia La Lomita ya estaban llegando los Avispas Negras (tropas especiales de las Fuerzas Armadas)". Cuando el joven se acercó a la multitud dicen que miró hacia los dos lados y se incorporó a los manifestantes.

Desde otra parte de la calle, algunos simpatizantes del Gobierno ya habían comenzado a lanzar piedras

Desde otra parte de la calle, algunos simpatizantes del Gobierno ya habían comenzado a lanzar piedras, según las declaraciones recogidas por este diario entre varios testigos del momento. Parte de los que protestaban respondieron lanzando lo que encontraron a mano. "Ahí fue cuando él también tiró piedras. Eso fue lo único que hizo", reconoce la madre.

"En mi trabajo empecé a ver los videos de las protestas a través de mi móvil y se veía que la gente de La Güinera iba caminando muy tranquilamente pero, de momento, salieron los integrados y empezaron con la discordia. Los que protestaban decían que iban para el Capri pero no era para tomar la estación policial. Iban sin nada en las manos".

"Iban gritando "¡libertad!’ pero no llevaban piedras ni palos, iban pacíficamente. Cuando se encontraron en La Lomita y salieron ‘los revolucionarios’, entonces empezaron a discutir. Como los que protestaban decían que iban para el Capri, ahora se han inventado de que iban a tomar la estación. Eso es mentira, ellos iban a gritar sus consignas y reclamar libertad pero no a tomar nada".

"¿A quién se le ocurre que con las manos vacías alguien vaya a tomar una estación de policía?", se cuestiona la mujer. "Sé que mi hijo tiró piedras, pero por hacer solo eso no pueden condenarlo a esa cantidad de años. La distancia era grande desde donde ellos estaban hasta donde estaban los otros y los muchachos no dañaron a nadie, en realidad se estaban defendiendo".

El saldo más grave fue a la cuenta de los residentes en el barrio. "Las víctimas y los más perjudicados fueron nuestros muchachos. Incluso mataron a un joven que ahora la policía lo quiere presentar como un bandolero pero eso es mentira. Dicen que todos los jóvenes de aquí son malos y delincuentes, pero eso también es mentira".

La historia de Dariel Cruz se parece a la de muchos en la barriada: "Nació y creció en La Güinera, son cuatro hermanos. Yo trabajaba y a veces tenía que pagar para que me los cuidaran mientras estaba en el trabajo. Cuando me tocaba descansar, entonces tenía que salir a hacer las colas en las tiendas para poder comprar cosas y después revenderlas, así sobrevivimos. Fue una niñez dura pero mantuve la familia unida".

La sentencia del caso culpa a los procesados por lanzar "improperios contra los dirigentes del Estado y del Partido Comunista de Cuba"

La sentencia del caso, como tantas otras de los condenados por aquellas manifestaciones, culpa a los procesados por lanzar "improperios contra los dirigentes del Estado y del Partido Comunista de Cuba". Más adelante, el documento describe a Cruz como parte de los que recogieron "piedras que encontraron en la vía pública, las que lanzaron hacia los agentes para hacerlos retroceder".

La Fiscalía solicitó inicialmente 15 años de prisión para El Bolo, pero quizás la presión internacional, que desataron los dos primeros juicios contra los manifestantes de La Güinera, contribuyó a que fueran rebajados a ocho años de reclusión, más de un tercio del tiempo que ha vivido hasta ahora. Si cumple ese tiempo en la cárcel, su hija, de tres años ahora, ya habrá cumplido los 11 cuando él salga libre.

"En los primeros dos juicios dieron las sentencias de inmediato pero en el de mi hijo no", recuerda la madre. "El juicio de él duró dos días y ya todo se veía que estaba preparado de antemano. Pusieron un pedazo de un video filmado aquí en La Güinera, pero eran imágenes generales. No se vieron detalles. Se veía un grupo de muchachos tirando piedras, pero nada más".

"Los abogados pudieron hablar solo hasta cierto punto y hubo algunos que hicieron preguntas pero la Fiscalía nunca las respondió", se queja. "Incluso a uno de los defensores lo mandaron a callar". La mujer añade que "mostraron a los muchachos como si hubieran sido muy violentos, como si hubieran quemado cosas. En el juicio contaron historias que nunca pasaron aquí".

Cruz reconoce la complejidad del lugar pero piensa que las autoridades exageraron con las acusaciones. "En La Güinera se vive con muchas dificultades, es un barrio muy caliente con muchas cosas malas pero eso no lo ve la policía. Venden muchas sustancias malas para los muchachos y todo es muy agitado. Hay que ser fiera en estas calles para sobrevivir, pero también hay mucha gente buena".

El testimonio de Cruz reitera lo que comentan otras madres: "En el barrio se dice que ‘ellos’ mismos comenzaron con la tiradera de piedras. Los vecinos hablan de que pueden haber sido los propios policías vestidos de civil los que se metieron entre la gente y comenzaron con la violencia. Varias personas me han dicho que vieron que fue la propia policía la que comenzó con la tiradera".

"También fueron los primeros que dieron golpes, los Avispas Negras llegaron con sus escudos y sus palos. Estaban locos por dar golpes, se movían por las calles y cogían a cualquiera y le decían que les mostrara las manos. Si tenía las manos sucias ahí mismo los molían a golpes y los arrestaban", explica la mujer.

"Mucha gente solo filmó y también las cogieron presas; pero mi hijo, que en ese momento tenía solo 19 años, no fue preso ese día"

"Mucha gente solo filmó y también las cogieron presas; pero mi hijo, que en ese momento tenía solo 19 años, no fue preso ese día". A El Bolo lo fueron a buscar a su casa el 16 de julio varios agentes del Departamento Técnico Investigativo (DTI) del Ministerio del Interior. "Gracias a Dios no lo cogieron durante la manifestación porque ese día le dieron muchos golpes a todos los que arrestaron", dice algo aliviada.

Sin embargo, el calvario apenas comenzaba. "Está loco por salir de la cárcel porque la prisión no es fácil, sobre todo para quien nunca ha estado preso. Él no tenía antecedentes penales". "Me dice que hay que ser fuerte allá adentro porque si no te pasa el tren por arriba. Está esperando que baje el resultado de la apelación a ver si lo mandan para un campamento de trabajo".

"En esa misma prisión de Jóvenes de Occidente hay muchos muchachos de La Güinera presos. A El Bolo lo tuvieron que trasladar para la Compañía 15, donde hay reclusos del municipio Diez de Octubre, porque ha tenido dos problemas. Primero toda una compañía de presos le cayó a golpes a él y a otro muchacho. Después, otro preso lo pinchó por la espalda".

Tras el traslado "ahora mi hijo puede llamar con más frecuencia. Si no me llama me preocupo mucho porque yo sé que allí a los muchachos cuando tienen algún problema los meten en una celda de castigo y le quitan el derecho a hacer llamadas telefónicas". Si el teléfono no suena por varios días, la mujer piensa de inmediato que "pasó algo malo".

Pero Yaquelín Cruz no pierde las esperanzas a pesar de la dura realidad que le rodea. "Creo que saldrá pronto de la cárcel. Hay personas que han estado presas y me dicen que no, que ellos van a tener que estar ahí hasta el último día de sus sentencias. Me cuentan de opositores como Orlando Zapata, que murió en la cárcel, pero tengo fe de que mi hijo no va a tener que cumplir esa cantidad de años".

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