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Entre apagones y escasez de guaguas, viajar desde Matanzas se ha convertido en un acto de fe

Transporte

"La prueba del desastre actual es que no hay cola, cuando esto siempre estaba lleno de gente desde las siete de la mañana"

"No es fácil venir a pie desde el otro extremo de la ciudad para encontrar este panorama". / 14ymedio
Julio César Contreras

25 de octubre 2025 - 06:55

Matanzas/El reloj marca las 11 y el sol cae con fuerza sobre la terminal de ómnibus nacionales de Matanzas. Frente a la pequeña oficina de la Agencia Viajero, Yamila se abanica con un pedazo de cartón y suspira. Es la quinta vez en menos de dos semanas que viene a intentar lo mismo: comprar dos pasajes de ida y vuelta a Holguín. "Cuando no es la falta de corriente, es la caída del sistema informático. Ya esta situación me tiene muy cansada", se queja la mujer, que lleva catorce años viajando al oriente para visitar a su familia.

Al lado de Yamila, su sobrina se mueve inquieta. "La prueba del desastre actual es que no hay cola –dice la frustrada viajera–, cuando esto siempre estaba lleno de gente desde las siete de la mañana".

El nombre de Agencia suena a oficina con aire acondicionado y sillas cómodas. Pero el lugar tiene apenas dos metros cuadrados, una vieja computadora y una empleada que se abanica con una libreta, rendida por el calor. "No es fácil venir a pie desde el otro extremo de la ciudad para encontrar este panorama, sin corriente y sin esperanzas de que la pongan. Claro, que esto les facilita el negocio para revender los pasajes", añade Yamila.

"La prueba del desastre actual es que no hay cola –dice la frustrada viajera–, cuando esto siempre estaba lleno de gente desde las siete de la mañana". / 14ymedio

El calor castiga sin compasión. Los clientes se refugian en la sombra del muro de cemento o se apoyan contra una cerca metálica oxidada que hace de puerta. Detrás de ellos, la terminal sigue cerrada desde hace meses por peligro de derrumbe; solo la Agencia sobrevive en lo que antes fue una garita de comunicaciones ferroviarias.

"Deja ver si está la misma empleada. El mes pasado pude resolver", comenta otra cliente, asomándose a la ventanilla. La mujer repite su nombre, número de identidad y destino –Sancti Spíritus– con la esperanza de conseguir asiento en alguna de las guaguas que salen apenas dos veces por semana. "Si no lo hago de esta manera, no podría ir hasta el mes que viene. La guagua se pone mala de coger", explica resignada.

Hace un año, la revista Bohemia publicó cifras demoledoras sobre el transporte interprovincial en Cuba tras una entrevista con el jefe de la Empresa de Ómnibus Nacionales, Aidel Linares. De las 1.000 guaguas que poseía entonces la entidad, solo funcionaban 603. De esas hay que restar 128 que se mueven bajo arrendamiento, por lo que solo se cuenta realmente con 475. Para rematar, entre roturas y falta de combustible, se quedan en las terminales unas 230. La situación desde entonces no ha hecho más que empeorar.

La aplicación Viajando, que debía agilizar la compra digital, se ha vuelto un laberinto de reventa. "En Facebook hay grupos que ofrecen boletos para cualquier parte de Cuba, cobrando como mínimo mil pesos por encima del precio original", cuenta Mariana. Ella, que prefiere la ventanilla al riesgo digital, lo dice con firmeza: "Por las redes uno se arriesga a que lo estafen; aquí al menos es dando y dando".

Jesús no ve a sus padres, ancianos y enfermos en Las Tunas, desde el año pasado

A unos pasos, Jesús espera su turno con un sobre en la mano. Tiene los ojos cansados de tanto insistir. "Otro gran problema es que solo venden con 30 días de antelación. No puedes planificar nada. Y cuando por fin hay corriente y el sistema arranca, ya no queda nada ni en guagua ni en tren", lamenta. No ve a sus padres, ancianos y enfermos en Las Tunas, desde el año pasado.

Dentro de la cabina, el teclado resuena lento, tecla a tecla, mientras la empleada escribe con un solo dedo. "Lo que pudiera hacerse en segundos, ella lo convierte en minutos –comenta el tunero–. Y mientras tanto, cualquiera más diestro en la tecnología puede comprar desde otro punto del país a través de Viajando y revender el boleto".

Poco antes del mediodía, la funcionaria apaga el monitor. "Si ponen la corriente, vuelvo a la 1:30 pm. De lo contrario, regresen mañana", anuncia, con tono de quien ya ha cumplido su parte. Los apagones duran más que los fugaces momentos de esperanza entre los clientes.

"Voy a tener que dormir aquí como los mendigos –dice Jesús, mirando el suelo de cemento–, para ver si de esa forma puedo comprar un pasaje, solo me queda esperar". En la Agencia Viajero de Matanzas, viajar se ha convertido en un acto de fe.

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