Nada de autos chinos, la Policía cubana se mueve en Peugeot
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La historia de la represión en Cuba podría contarse a través de los modelos de autos que han usado las tropas de choque
La Habana/Los tiempos de los autos Geely parecen haber pasado ya para la policía cubana. Si hasta hace unos años era común ver que los patrulleros eran de esta marca china, los vehículos de factura europea y japonesa la han ido desplazando si de mover a los uniformados se trata. Un impecable Peugeot destellaba la mañana de este lunes bajo el sol, mientras esperaba en un semáforo de la Vía Blanca en La Habana. En su interior, un par de agentes de la temida Brigada Especial Nacional del Ministerio del Interior, conocidos popularmente como boinas negras.
A pocos metros de una fachada con el ladrillo expuesto en varias partes, debido al deterioro, y justo al lado de un viejo auto de principios del siglo XX, el vehículo de marca francesa destacaba no solo por el brillo de su carrocería sino también por no tener ni un rasguño. En medio de una realidad surcada por las heridas de la crisis, aquella falta de magulladuras atraía las miradas. "Está nuevo de paquete", concluía un vendedor ambulante que ofrecía fosforeras y escobas a los conductores que aguardaban por la luz verde.
Las llantas limpias, los cristales subidos completamente revelando su interior confortable con aire acondicionado y los faros sin una gota de polvo creaban un marcado contraste con el triciclo que, en la senda contraria, acarreaba pasajeros que sudaban a mares e intentaban agarrarse al techo para evitar salir despedidos cuando las ruedas cayeran en algún bache. La Cuba civil de un lado, destrozada y envejecida; la Cuba militar del otro, priorizada y moderna.
La caída del muro de Berlín puso un freno a la marca rusa y a inicios de este siglo fueron los Geely los que pasaron a mover a coroneles, capitanes y ministros
La historia de la represión en Cuba podría contarse a través de los modelos de autos que han usado las tropas de choque. Cuando la Unión Soviética era "el faro del mundo comunista", los Lada se volvieron los carros de los policías, los segurosos y de los miembros del Departamento de Investigaciones Técnicas (DTI). La caída del muro de Berlín puso un freno a la marca rusa y a inicios de este siglo fueron los Geely los que pasaron a mover a coroneles, capitanes y ministros. La sintonía entre los productos de la empresa asiática y el poder cubano fue tal, que bastaba pronunciar las cinco letras de su nombre para alertar sobre el peligro de un arresto o de una delación.
Sin embargo, los Geely empezaron a romperse, las piezas de repuesto escasearon y los jerarcas de verde olivo querían autos más vistosos. Entraron en escena los Peugeot con su león que, levantado en las patas traseras, parece dispuesto a tragarse al que se le interponga en el camino. No todos estos vehículos terminaron acarreando a policías y funcionarios, sino que también han ido a parar a los concesionarios oficiales donde esos autos, de uso y de modelos con más de dos décadas, cuestan más de 55.000 dólares.
Si a los agentes de poca monta apenas les dan una moto Suzuki para que persigan a opositores y periodistas independientes por la geografía nacional, los Peugeot están destinados a oficiales y tropas especiales que cada día ganan más importancia para el régimen dado el malestar social que se acumula. Cuando recorren las calles en sus vehículos lustrosos envían, además, un doble mensaje: deslumbrar con sus recursos y atemorizar con su poderío.
Hamlet Lavastida ya lo había denunciado hace un año cuando aseguró que los Peugeot forman parte de la flotilla de vehículos que se emplean en Villa Marista, el temido cuartel general de la Seguridad del Estado en La Habana. De acuerdo con el artista, que permaneció meses encarcelado en este centro en 2021, estos carros se usan como patrullas de la Dirección de Investigación Criminal y Operaciones. Su objetivo principal son los disidentes pero también se les ve cuando aparece en algún muro un cartel contra Miguel Díaz-Canel o si la familia de un preso político planifica una protesta pública.
El inventario de vehículos Peugeot en manos de la policía política y las tropas antimotines incluye también furgonetas para el traslado de detenidos. Cuando se desplazan por las avenidas, el león, en la parte delantera de estos carros, parece rugir lo mismo ante la viejita que vende velas en una esquina que frente el adolescente que tiembla en un banco del parque después de consumir su dosis diaria de químico. La boca abierta del felino se ve lista para lanzar una mordida.