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Cruce del Toa es un caserío remoto de la región de Baracoa, donde el huracán Matthew hizo crecer el río más caudaloso de Cuba a niveles nunca antes vistos

La solidaridad llega a Baracoa

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14ymedio

27 de octubre 2016 - 09:15

1/18Cuando se apagaron las consignas, los discursos y las cámaras de televisión, un grupo de jóvenes católicos se empeñó en devolver la esperanza a los campesinos de la zona / 14ymedio
2/18Los voluntarios salieron de Santiago de Cuba en horas de la madrugada en un camión de alquiler. Durante todo el trayecto llovía y la principal preocupación era que se mojara el cargamento de ayuda / 14ymedio
3/18El grupo de jóvenes lasallistas de Santiago de Cuba organizó una recogida de comida y ropa entre las comunidades locales para ayudar a esta pequeña comunidad de 11 familias / 14ymedio
4/18Participaron en la recolecta de ayuda también grupos católicos exiliados en Miami / 14ymedio
5/18“Fue una noche horrible para estas familias. Perdieron casas, animales, ropa… El río se llevó todo lo poco que tenían. De milagro conservaron la vida”, cuenta el joven Hermano de La Salle Asquilis Estable
6/18Estos jóvenes solidarios dedicaron un fin de semana a trabajar en la reconstrucción de los hogares destrozados por el huracán, compartiendo su hogaza de pan, así como sus penas y alegrías con los lugareños / 14ymedio
7/18“No tenían qué comer siquiera. Fue un gran alivio lo que pudimos llevar para compartir. Es difícil trasladar recursos allí por lo intrincado” / 14ymedio
8/18“Muchas personas que incluso reciben ayuda de la Iglesia se desprendieron de ropa o de otros enseres para enviarlos a los damnificados. El cubano es así, solidario en la pobreza”, dice Asquilis Estable, religioso lasallista / 14ymedio
9/18Las casas quedaban a 150 metros del río, así que cuando empezó a crecer se fue llevando una construcción tras otra, explica una voluntaria / 14ymedio
10/18Las antiguas balsas desaparecieron arrastradas por la corriente, pero el bambú y el bejuco se resisten a perecer. Con ellos los toanos construyeron nuevas embarcaciones y rehacen sus vidas / 14ymedio
11/18“Más que la ayuda material que pudimos brindar, lo importante era estar con la gente y decirles que no estaban solos” / 14ymedio
12/18En las noches, los voluntarios se reunían para cantar y conversar a la luz de una vela con los lugareños / 14ymedio
13/18La estancia de los jóvenes en el caserío sirvió para ayudar a techar algunos bohíos, además de repartir los alimentos y la comida que llevaban desde la ciudad / 14ymedio
14/18Algunos lugareños pensaron que el huracán no iba a ser tan intenso, así que se quedaron. Cuando el viento se llevó su casa, salieron corriendo a refugiarse en la construcción vecina, pero apenas unos minutos después sintieron el ruido del Toa que estaba creciendo y no les quedó más remedio que correr hacia la montaña / 14ymedio
15/18En la montaña, unos se agarraron a unos tallos de fongo (plátanos) y otros se metieron en huecos que hicieron los machos (cerdos) y pasaron la noche bajo el viento y el azote de la lluvia / 14ymedio
16/18“Ellos nos dieron mucho más de lo que nosotros pudimos brindarles”. asegura el hermano Asquilis Estable. “De la nada aparecían con cocos para agradecernos el haber ido a visitarlos. No era una simple fruta, era todo lo que tenían y nos lo estaban ofreciendo” / 14ymedio
17/18Muchos damnificados tienen fe en que el Estado les ayudará a reconstruir sus viviendas / 14ymedio
18/18Una de las voluntarias, sin embargo, se muestra escéptica. “En Santiago de Cuba llevamos cuatro años esperando a que se resuelva la situación de las casas que Sandy se llevó y todavía hay personas que no tienen donde vivir” / 14ymedio

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