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En la piñata cubana, los militares se llevan los hoteles con cinco estrellas

Un hombre trata de contener a la multitud que quiere pasar a la Feria de La Habana. (14ymedio)
Mario J. Pentón

09 de noviembre 2016 - 09:21

Miami/Era de dominio público el control que ejercen los militares cubanos sobre un sector tan clave como el turismo. Sin embargo, la reciente Feria Internacional de La Habana (Fihav 2016) dejó al descubierto que las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) no se conforman con un pedazo del pastel, sino que se lo quieren llevar entero.

Solo en los contratos de administración y comercialización hotelera, de las 80 propuestas que Cuba presentó la pasada semana, como parte de la Cartera de oportunidades para la inversión extranjera, 41 pertenecían al grupo Gaviota S.A, propiedad de las FAR. Pero no solo en número los militares toman la mayor parte del mercado, sino también en calidad: 37 de las propuestas de Gaviota corresponden a hoteles de 5 estrellas ubicados en las parcelas más codiciadas de la Isla, en medio del mayor boom turístico en décadas.

En total, Gaviota, perteneciente al Grupo de administración empresarial de las Fuerzas Armadas (GAE) está ofertando 18.768 habitaciones, la mayoría de ellas con calificación de cinco estrellas y cinco estrellas plus, frente a las 5.782 de Gran Caribe y a las 3.838 de Islazul que dependen del Ministerio del Turismo. Una sola noche en uno de los hoteles cinco estrellas de la cadena Gaviota tiene un precio que oscila entre los 100 y 140 CUC.

En los últimos dos años la cantidad de habitaciones y hoteles con cinco estrellas que Gaviota arrienda no ha parado de crecer.

En los últimos dos años la cantidad de habitaciones y hoteles con cinco estrellas que Gaviota arrienda no ha parado de crecer

"Estamos asistiendo a una piñata en cámara lenta que la Administración Obama está favoreciendo", dice Sebastián Arcos, académico del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida (FIU).

Para Arcos, la feria de negocios ha dejado claro que el interés del Gobierno de Raúl Castro no es resolver la necesidad de crecimiento de la nación, "sino sus propios intereses oligárquicos".

"La economía cubana viene militarizándose desde la década de los ochenta y esta feria lo confirma", agrega.

La Feria Internacional de La Habana se realiza cada año en el mes de noviembre. Desde 2014 el Gobierno cubano ha estado presentando una cartera de oportunidades convencer a los inversionistas de hacer negocios con la Isla. Este año las propuestas han estado en el orden de los 9.500 millones de dólares.

La última cartera ofrece 395 proyectos aglutinados en 14 renglones económicos, entre los cuales Cuba prioriza el turismo, la esfera agroalimentaria y la energía. El documento cuenta con 69 iniciativas más en comparación con 2015 y 149 más que en 2014.

Everleny Pérez, uno de los defensores de las reformas raulistas, expulsado del Centro de Estudios de la Economía Cubana el pasado mes de abril, dice que en el fondo la Feria fue "más de lo mismo".

"¿Dónde están los 325 productos cubanos que se exhibieron? ¿Dónde se venden?", se pregunta el doctor en economía quien además se cuestiona sobre la capacidad cubana para producir para un importador extranjero, teniendo en cuenta las dificultades para el acceso a materias primas que tiene el mercado cubano.

Para Pérez, la ausencia de una capacidad de liquidez real por parte de las empresas cubanas dificulta el proceso de negociación. "Los extranjeros exhiben productos, pero los cubanos no tienen liquidez para comprarlos", comenta.

"¿Dónde están los 325 productos cubanos que se exhibieron? ¿Dónde se venden?", se pregunta el economista Everleny Pérez

Las empresas cubanas reciben asignaciones en dólares desde el Gobierno para sus transacciones. Estas no necesariamente corresponden con las ganancias de la empresa y limitan su capacidad de compra.

Otro elemento importante que el economista señala es la cantidad de propuestas que han transitado de un año a otro sin encontrar inversionistas.

La mediación de las agencias empleadoras, manejadas por el Gobierno, es otro de los frenos, pues por una lado desestimula al inversor, que tiene que pagar un elevado costo por la mano de obra y por otra parte los trabajadores apenas reciben un tercio de lo que los inversionistas pagan por ellos.

A pesar de tres años transcurridos desde la aparición de la primera cartera de oportunidades, proyectos como una fábrica de automóviles ligeros en Mariel, que permitiría la fabricación de "un mínimo" de 10.000 equipos, no logra pasar del deseo a la realidad.

"Hay varios obstáculos para la inversión en Cuba, uno de ellos lo constituye la lentitud del proceso de negociaciones, que requiere de aprobaciones del Consejo de Ministros o del Consejo de Estado. ¿Cómo es posible que un año después solo se hayan puesto las primeras piedras de dos fábricas en Mariel?", se pregunta Pérez, en referencia a la inversión de Brascuba, de 100 millones de dólares, y a Unilever con una inversión de 35 millones.

Desde que entró en vigor la Ley de Inversión Extranjera en 2014, Cuba ha aprobado 83 proyectos que rondan los 1.300 millones de dólares, una cifra muy alejada de los 2.500 millones anuales que el país necesita para sacar del coma su economía que este año no llegará ni al 1% de crecimiento del producto interior bruto.

En la Zona Especial de Desarrollo Mariel apenas 19 proyectos se encuentran aprobados, de los cuales solo siete están en operaciones y ninguno representa las grandes inversiones que se esperaban.

Para Everleny Pérez, "el país necesita regresar a la dinámica económica de cambios que supuso la llegada al poder de Raúl Castro", mientras que para Sebastián Arcos el día de mañana de la economía cubana pasa por la integración con Estados Unidos.

"Que Cuba esté a menos de una hora de vuelo de Estados Unidos no lo cambia nadie, ni Fidel Castro. En la complementación con ese mercado natural está el futuro de la Isla", asegura Arcos.

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