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En la gasolinera de 42 y 33 en La Habana, los 'coleros' imponen su ley

Cuba

Los usuarios se quejan de la aplicación Ticket, difícil de usar e ineficaz para combatir la corrupción

En la gasolinera de 42 y 33, conocida como El Arbolito, en Playa, La Habana, "hay una red de reventa de turnos para comprar gasolina especial". / Facebook
Natalia López Moya

08 de septiembre 2025 - 16:12

La Habana/Seis meses después de que se implementara la polémica aplicación Ticket para la compra de combustible en La Habana, los clientes solo tienen críticas sobre su funcionamiento. Quienes conocen la herramienta, activada por primera vez a finales de 2022 para intentar combatir a coleros y revendedores, resumen su experiencia con una palabra: desastrosa.

En las calles y en los grupos de Telegram de las gasolineras las quejas se acumulan. Los usuarios se lamentan de constantes cuelgues, colas que apenas avanzan y, lo más comentado, la grieta que queda abierta para la corrupción y la reventa de combustible. En lugar de organizar las filas y calmar los ánimos, Ticket parece haber agravado el problema de comprar combustible en la capital cubana

"Esperamos más de un mes para que nos tocara el turno en 25 y G (El Vedado), que habíamos sacado a través de la aplicación", cuenta a 14ymedio Nadia, una habanera que heredó de su padre un viejo y achacoso Lada. "El carro tiene la misma edad que yo, 45 años, sigue rodando y es el principal medio de transporte de toda la familia, pero aunque le hemos hecho magia con la mecánica para que ruede, lo que sí no podemos hacer es que se mueva sin gasolina", ironiza.

"La cola es supuestamente virtual pero funciona como si fuera física porque es el mismo caos y la misma empujadera que se arma frente a las tiendas cuando sacan algo", lamenta la mujer. "Tuve que pasarme cinco horas a las afueras de la gasolinera y cuando por fin me tocó no me querían despachar porque aunque en Ticket me pidieron el número de la matrícula del carro, resulta que desde el 1 de agosto solo se vende combustible por el número de la circulación".

"Más que un fallo de la aplicación, es que la tecnología va por un lado y la realidad por otro"

A finales de julio pasado, la corporación militar Cimex anunció que los servicentros exigirían el código de 17 caracteres alfanuméricos que identifica a cada vehículo, para verificar el número registrado en la plataforma Ticket y poder así adquirir combustible. La medida buscaba organizar el proceso y atender la demanda de los clientes. Además de ese dato, los clientes deben registrar otros como nombre, apellidos, carné de identidad, correo electrónico y teléfono para obtener un turno en la fila.

Cimex justificó el nuevo requisito a partir de haber detectado "violaciones de los términos y condiciones de la plataforma". Pero, a los clientes que estaban registrados desde antes no se les permite adquirir el producto bajo las condiciones previas al 1 de agosto. "Más que un fallo de la aplicación, es que la tecnología va por un lado y la realidad por otro", cuestiona Nadia. 

Frustrada, la mujer volvió a la casa, pero al verse sin gasolina tras meses de espera decidió regresar y "echar la pelea". Finalmente pudo comprar el combustible pero ni siquiera eso logró calmar su malestar. Además del "absurdo burocrático", Nadia quedó muy dolida por la reacción del resto de los conductores que aguardaban para llenar el tanque de su vehículo. "No quieren que la cola se siga demorando, así que se mantienen callados, con miedo y sin ninguna solidaridad entre ellos".

Yantiel, otro usuario que emplea Ticket para la compra de combustible se queja de los problemas de funcionamiento que tiene la herramienta. "Pago 200 pesos al año por una suscripción en la plataforma y, sin embargo, la cola de la gasolinera me funciona mal, a veces me cuesta hasta inscribirme". El habanero advierte de que, a sus 33 años, el manejo de las nuevas tecnologías es algo que se le da "bastante bien" pero que para las personas mayores el calvario es doble.

"Tienen que pagar para que alguien les configure Ticket y hasta para que les saque un turno", explica a este diario. "Al final es una forma de segregar a los ancianos porque para ellos todo esto es mucho más difícil, muchos ni siquiera tienen un teléfono móvil donde se pueda instalar la aplicación".

Coleros operando en las gasolineras de La Habana. / Collage

En el grupo de Telegram de la gasolinera El Tángana, de El Vedado, las críticas también se agolpan. María Iliana se preguntaba este lunes qué pasaba en el servicentro que "no avanza, no se mueve la cola". Otros, como Lizbet Pérez, no encuentran la lógica en que se distribuyen los turnos ni la cantidad que se ponen disponible cada día. "Ayer dieron 160 regular y 150 de motor", denunciaba la mujer que esperaba más celeridad.

En la ciudad de Sancti Spíritus, donde los largos apagones dificultan las conexiones a internet, la aplicación funciona aún peor. Leo, de 49 años, está en "dos colas virtuales, una para el gas licuado y otra para la gasolina". Este lunes le tocaba comprar la balita con la que la familia espera cocinar las próximas semanas, pero "no pude confirmar el turno porque la conexión está caída y si no lo confirmo lo pierdo", resume.

En este medio año tampoco ha disminuido el desvío y la reventa de combustible. En la gasolinera de 42 y 33, conocida como El Arbolito, en Playa, La Habana, "hay una red de reventa de turnos para comprar gasolina especial. Son como diez los miembros visibles de la red", cuenta a 14ymedio un asiduo al local que prefiere guardar su anonimato. "Los clientes han hablado hasta con la jefa de Sector (Policía) de la zona y aunque ella está enterada del asunto dice que no puede hacer nada porque cuando se acerca al lugar ellos se van".

El indignado conductor asegura que casi todos los de la red se visten y comportan igual. "pantalón corto, pulóver y se mueven con aguaje (como matones)". La indumentaria de la red de coleros incluye también gorras y hasta capuchas. "Los empleados de la gasolinera saben lo que está pasando pero le dicen a los clientes que ellos son los que tienen que cuidar la cola". Cuando llega un nuevo chofer, los revendedores le proponen venderle un turno más adelante porque ya han copado varios puestos. 

"Ni Ticket ni nada, la ley del más fuerte es la que manda en esas colas", concluye el frustrado conductor.

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