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Hotel Manzana, del abandono a la controversia de su restauración

La empresa francesa Bouygues Bâtiment International paga un salario mensual de entre 1.500 y 2.000 euros a los obreros indios que laboran en el Hotel Manzana. (14ymedio)
Marcelo Hernández

20 de febrero 2017 - 21:37

La Habana/Los recuerdos alrededor de la Manzana de Gómez son diferentes dependiendo de la edad que se tenga. Los cubanos mayores de 60 años evocan un enorme centro comercial rodeado por las calles Neptuno, San Rafael, Zulueta y Monserrate. Los que no superan las cuatro décadas lo definen como un lugar sucio, con salideros de aguas albañales y ventanales destruidos. Pero los más pequeños lo verán como el hotel de lujo que está a punto de abrirse en La Habana.

A pesar de los atrasos en las obras, todo indica que a mediados de este año la reparación del céntrico edificio habrá quedado concluida. La empresa suiza Kempinski Hotels tiene los derechos para administrar y comercializar el alojamiento, que ya promete convertirse en el local más exclusivo de toda la ciudad con una vista privilegiada al Parque Central y una piscina paradisíaca en el último piso.

Sin embargo, el proceso de rehabilitación no ha sido fácil, ya que el deterioro de la edificación era notable.

Los retrasos se apoderaron del proceso y en julio de 2016 fueron contratados 200 trabajadores indios para acelerar las obras

La restauración del hotel estuvo a cargo de la inmobiliaria ALMEST, entidad del consorcio militar GAESA que asignó el trabajo a las constructora Unión de Construcciones Militares y a la francesa Bouygues Bâtiment International. Los retrasos se apoderaron del proceso y en julio de 2016 fueron contratados 200 trabajadores indios para acelerar las obras, según Reuters.

La empresa francesa paga un salario mensual de entre 1.500 y 2.000 euros a los obreros extranjeros, mientras los cubanos apenas reciben la décima parte de ese sueldo. Esta situación ha generado polémica y críticas de quienes catalogan a la contratación como una discriminación hacia los nacionales.

Cuando quede instalada la alfombra a la entrada del Hotel Manzana y sus puertas se abran para los clientes, volverán a repetirse los contrastes que han marcado la vida del inmueble. El sitio ha sido tanto un centro comercial como un edificio en ruinas, lugar de empleo para foráneos y de esclavitud para nacionales, alojamiento para turistas y zona vedada al bolsillo de los cubanos.

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