La Jata celebra a San Lázaro entre la fe, el rumor y la vigilancia

Tradición

La procesión ocurrió en un contexto marcado por la proliferación de enfermedades

San Lázaro, santo de los enfermos, vuelve a ser invocado en medio de la crisis sanitaria.
San Lázaro, santo de los enfermos, vuelve a ser invocado en medio de la crisis sanitaria. / 14ymedio
Darío Hernández

18 de diciembre 2025 - 09:06

La Habana/“La Jata entera está aquí”, dice un devoto de San Lázaro o Babalú Ayé mientras la procesión avanza por las calles del barrio. Cada 17 de diciembre, La Jata –en el municipio de San Miguel del Padrón, al este de La Habana– deja de ser solo un espacio residencial para convertirse en un territorio de promesas, tambores y devoción popular, donde la fe se organiza sola, sin templos ni micrófonos, y ocupa la calle como único altar.

La devoción se refleja sobre el asfalto, frente a las puertas o desde los techos de las casas. “Mucho folclor. Emocionante. Algo genuino, fuera de toda institucionalidad. O eso creo”, dice otra participante que avanza descalza tras la imagen del santo. La procesión no responde a una estructura institucional ni a un programa, sino que se activa por tradición, por herencia familiar, por promesa cumplida o por miedo a no cumplirla. 

“Mira cómo se celebra. Gente joven, de todas las edades”.
“Mira cómo se celebra. Gente joven, de todas las edades”. / 14ymedio

La importancia de La Jata en la celebración de San Lázaro está ligada precisamente a esa condición marginal y autónoma. Mientras otros puntos de La Habana –como El Rincón– concentran la devoción bajo una lógica más organizada y vigilada, en La Jata la celebración conserva un carácter barrial, casi doméstico, donde lo religioso se mezcla con lo cotidiano sin pedir permiso. “Mira cómo se celebra. Gente joven, de todas las edades”, apunta un hombre mientras bebe café que otro le ofrece en una botella de plástico. 

En el centro de esta celebración aparece la figura de Enriquito, representado en un cuadro que acompaña la procesión y al que muchos atribuyen un papel fundamental en la religiosidad de la zona. Alrededor de él circulan historias, versiones y rumores. “Escuché un rumor de que Enriquito era el padrino de Fidel. Por eso el reconocimiento y el permiso para pasear su foto. Pero eso es un rumor”, aclara una voz, marcando la frontera entre la fe, la leyenda y la prudencia.

Alrededor de Enriquito circulan historias, versiones y rumores.
Alrededor de Enriquito circulan historias, versiones y rumores. / 14ymedio

Lo que sí parece claro es que la tradición no se interrumpió tras la muerte de Enriquito. “Los hijos heredaron esta tradición y hasta hoy se mantiene”, señala otro asistente, subrayando el carácter familiar del culto. Esa continuidad explica, en parte, por qué la procesión sigue ocurriendo sin grandes interferencias, aunque no sin vigilancia. “Policías, claro”, dice alguien en voz baja, casi como una nota al pie inevitable en cualquier reunión espontánea en Cuba.

Este 17 de diciembre de 2025, la procesión ocurrió además en un contexto marcado por la proliferación de enfermedades como el chikunguña. La calle estaba llena de cuerpos vulnerables, algunos bailando, otros cansados, otros con secuelas recientes o miedo a “eso que anda”. San Lázaro, santo de los enfermos, volvía a ser invocado en medio de la crisis sanitaria.

La procesión de San Lázaro en La Jata: tradición bajo vigilancia

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