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“Joven, blanca y sin hijos”, así las quieren en el sector privado

Este reportaje fue hecho gracias al apoyo del Howard G Buffet Fund for Women Journalists de la International Women's Media Foundation.

De las más de de 535.000 personas que ejercen el trabajo por cuenta propia en el país el 32% son mujeres. (V.C)
Marcelo Hernández

13 de mayo 2017 - 16:58

La Habana/Este reportaje fue hecho gracias al apoyo del Howard G Buffet Fund for Women Journalists de la International Women's Media Foundation.

Entre las mesas se mueven tres empleadas, tan parecidas que parecen sacadas del mismo molde. “Quiero que le den una buena imagen al lugar”, asegura el propietario de esa floreciente cafetería en la calle 26 de La Habana. Como él, muchos negocios privados están imponiendo un canon de empleada femenina: “Joven, bonita, blanca y sin hijos”.

Con el boom del trabajo por cuenta propia surgen por todos lados nuevos locales, mucho más eficientes que los servicios estatales. Sin embargo, se nota también unas pautas discriminatorias que privilegian la apariencia física del personal contratado, por encima de sus capacidades profesionales.

Los camareros y los dependientes de los negocios más prósperos de la capital son en su mayoría menores de 50 años, delgados y de raza blanca, también abundan las mujeres solteras, rubias y de ojos claros. La actual legislación solo precisa que el contratado debe tener más de 17 años y ser residente permanente en la Isla.

El éxito de un negocio parece no solo medirse por la cantidad de clientes o los ingresos sino por un refinado casting para elegir los rostros de los que atienden al público. Muchos prefieren la fisonomía por sobre las habilidades para servir una mesa o manejar una caja registradora.

Los camareros y los dependientes de los negocios más prósperos de la capital son en su mayoría menores de 50 años, delgados y de raza blanca, también abundan las mujeres solteras, rubias y de ojos claros

Tras bambalinas, la constitución física parece perder importancia. Para los puestos en las cocinas las exigencias disminuyen, pero no dejan de estar. El cuentapropismo está obsesionado con mostrar “una imagen de éxito” también a través de una apariencia muchas veces calcada de las revistas y las películas.

Luisa tiene 59 años y una pensión que no le alcanza ni para una semana. Hace unos meses decidió buscar un empleo limpiando algunos de los prósperos hostales en el barrio de La Habana Vieja donde vive. “Pensé que era cuestión de estar saludable y hacer bien mi trabajo”, cuenta a 14ymedio.

Después de cuatro entrevistas con los propietarios de varias casas de renta, la mujer ya no estaba tan convencida de que lo más importante era su eficiencia. “Se fijaron mucho en mi presencia física y una me dijo por lo claro que no iba a contratar a nadie con dentadura postiza”. Otro de los potenciales empleadores indagó si estaba “haciendo dieta” para verse “mejor”.

El Código del Trabajo vigente desde 2014 se pronuncia sobre ese tema, pero la ley es papel mojado en la mayoría de los casos. El derecho al empleo está regido por la “igualdad” y “sin discriminación por el color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial, discapacidad y cualquier otra distinción lesiva a la dignidad humana”.

La subdirectora de Empleo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Idalmys Álvarez Mendive, asegura que los cuentapropistas “pueden solicitar y recibir la asesoría de las autoridades” sobre sus derechos, pero en la práctica muy pocos lo hacen.

La subdirectora de Empleo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Idalmys Álvarez Mendive, asegura que los cuentapropistas “pueden solicitar y recibir la asesoría de las autoridades” sobre sus derechos, pero muy pocos lo hacen

Yaimara escondió su embarazo hasta que pudo. “Cuando empezó a notarse la barriga el dueño me llamó y me dijo que no podía seguir”, cuenta la empleada, quien laboró por dos años en un exclusivo restaurante cercano al hotel Habana Libre. “Nunca me aclararon que era por el niño que venía en camino, pero estaba claro”.

La joven tuvo derecho a una licencia de maternidad y a un descanso postnatal garantizado por la ley, pero confiesa que con ese dinero que recibió mensualmente no pudo comprar “ni un biberón al bebé”.

En el sector privado se utilizan los contratos “determinados”, que tienen una fecha de comienzo y una de terminación. Cuando Yaimara concluyó su licencia de maternidad solo podía volver al anterior empleo si el empleador la quería de vuelta, pero ya su plaza había sido ocupada por otra trabajadora “más joven y sin hijos”, apunta la mujer.

De las más de de 535.000 personas que ejercen el trabajo por cuenta propia en el país, el 31% son jóvenes entre 18 y 35 años de edad y el 32% mujeres, según datos oficiales. Pero las cifras publicadas no dan un balance en cuanto a raza y mucho menos sobre otras cualidades físicas más difíciles de medir.

“Muchos dueños de paladares y cafeterías no quieren contratar mujeres con niños pequeños”, cuenta Yaimara. “Tienen miedo de que después vengan las ausencias porque el niño está enfermo”. Reconoce que al tener una familia “todo se hace más difícil porque en un restaurante privado es normal que un empleado trabaje hasta doce horas cada día y casi nadie pide vacaciones”.

Una abogada especializada en temas laborales, que prefirió el anonimato, confirmó a este diario que hasta el momento nunca ha recibido un caso de litigio por la violación de los derechos de un trabajador por cuenta propia

El nuevo Código del Trabajo también establece que “la jornada de trabajo diaria es de ocho horas y puede llegar en determinados días de la semana hasta una hora adicional siempre que no exceda el límite de 44 horas semanales”.

Una abogada especializada en temas laborales, que prefirió el anonimato, confirmó a este diario que hasta el momento nunca ha recibido un caso de litigio por la violación de los derechos de un trabajador por cuenta propia. “Eso no significa que no pase todo el tiempo, pero la gente siente que en el sector privado todo se puede”.

La Oficina Nacional de Inspección del Trabajo tiene la potestad de imponer multas de hasta 2.000 CUP a los infractores, además de cerrar el local y de decretar la suspensión temporal o definitiva de la licencia. Pero, “no se aplica porque los trabajadores del sector no estatal no apelan a ese mecanismo”, asegura la jurista.

“Se debe trabajar en leyes más ajustadas a lo que ocurre y que garanticen una mejor protección para los cuentapropistas, pero lo más importante es la cultura empresarial de los propietarios”, asegura. “Deben buscar eficiencia y calidad en los empleados más allá de cuestiones físicas”, apunta.

Sin embargo, de los sueños a la realidad parece haber todavía un largo trecho. “Buscamos mujer joven, universitaria y con buena presencia”, reza un anuncio en un concurrido sitio digital de clasificados. Además, la quieren “sin hijos, ni limitaciones físicas”.

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Nota de la Redacción: este reportaje fue hecho gracias al apoyo del Howard G Buffet Fund for Women Journalists de la International Women's Media Foundation.

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