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Casi dos meses después del juicio, José Gabriel Barrenechea sigue sin saber la sentencia

Cuba

La familia del escritor asegura que se han intensificado las restricciones y el aislamiento en prisión

El periodista independiente y preso político José Gabriel Barrenechea Chávez. / OCDH
14ymedio

19 de noviembre 2025 - 11:28

La Habana/Casi dos meses después de celebrado el juicio contra el escritor e intelectual villaclareño José Gabriel Barrenechea Chávez, el tribunal aún no ha emitido una sentencia. La prolongación del silencio judicial mantiene al acusado y a su familia en un estado de ansiedad e incertidumbre que organizaciones de derechos humanos consideran una forma de castigo político encubierto.

El proceso, realizado el 24 de septiembre, estuvo marcado –según denunciaron familiares y organizaciones independientes– por numerosas irregularidades que suelen repetirse en casos contra voces críticas del Gobierno: acusaciones imprecisas, negación de pruebas exculpatorias y un ambiente claramente disuasorio para testigos de la defensa. La Fiscalía solicitó seis años de prisión para Barrenechea, por participar en una protesta pacífica por los apagones en noviembre de 2024 en el poblado de Encrucijada, Villa Clara. El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que divulgó una nueva denuncia este fin de semana, insistió en que el caso está rodeado de represalias políticas.

Barrenechea, narrador, ensayista y colaborador de 14ymedio, ha sido durante años una de las voces más firmes del centro del país en el debate sobre el autoritarismo, el estancamiento económico y la crisis moral del sistema político cubano. Su pensamiento liberal, su defensa del pluralismo y sus constantes análisis sobre la sociedad civil lo han convertido en objetivo frecuente de interrogatorios, citaciones policiales y presiones, como ha reportado este diario desde al menos 2016.

En las últimas semanas, Barrenechea ha mostrado signos preocupantes de deterioro físico y emocional

La familia del escritor asegura que desde su arresto se han intensificado las restricciones: limitaciones para las visitas, obstáculos para recibir medicinas y alimentos, y un aislamiento que, según denuncian, ha tenido repercusiones en su salud. En las últimas semanas, Barrenechea ha mostrado signos preocupantes de deterioro físico y emocional, algo que se agrava con la tensión de no conocer la decisión judicial.

A ello se suma un hecho especialmente doloroso: a Barrenechea no se le permitió despedirse de su madre, gravemente enferma y fallecida poco después. Impedir el último adiós es, según organizaciones internacionales, una de las formas más crueles de castigo que suele utilizar el régimen contra presos de conciencia.

El OCDH calificó esta conducta como parte de un patrón de “presión psicológica sistemática” con el que las autoridades buscan quebrar al acusado y enviar un mensaje de advertencia a otros intelectuales y activistas.

El expediente de Barrenechea comparte rasgos con casos recientes documentados por 14ymedio, en los que la demora en la sentencia se utiliza como mecanismo de control político. Periodistas independientes, artistas y participantes en protestas han permanecido semanas o meses sin un fallo judicial, mientras aumentaban las amenazas veladas y la inseguridad jurídica para sus familias.

En varios de esos procesos –como los de los manifestantes del 11J– las autoridades han utilizado tácticas similares: dilatar los plazos, sostener acusaciones vagas, impedir un debido proceso y emplear las instituciones judiciales como extensión del aparato de la Seguridad del Estado.

Organismos internacionales que velan por el respeto a los derechos humanos y la protección a los periodistas, han denunciado que el caso de Barrenechea refleja una ofensiva más amplia contra el pensamiento crítico y la independencia intelectual en Cuba, especialmente en un contexto de recrudecimiento de la crisis económica, aumento de la migración y agotamiento social.

El OCDH exige que Barrenechea sea absuelto y reclama su libertad inmediata, así como la de los demás implicados en el expediente. “Es un caso político de principio a fin”, señala la organización, que denunció también que el juicio se realizó sin garantías procesales reales.

Para los familiares del escritor, la espera se ha convertido en un laberinto emocional. “No sabemos nada, no dicen nada, no llaman, no entregan papeles. Es como si quisieran que uno se desgaste”, declaró a este diario una persona cercana al acusado, que pidió mantener el anonimato por miedo a represalias.

Mientras tanto, amigos y colegas del intelectual aseguran que la falta de sentencia no es un descuido burocrático, sino una forma de prolongar el castigo sin formalizarlo, una táctica frecuente en los casos donde la opinión política del acusado es el verdadero móvil del proceso.

En medio de un país marcado por la crisis sanitaria, económica y migratoria, el caso de Barrenechea vuelve a colocar bajo el foco la situación de los presos políticos y el papel de los tribunales en la represión estatal. Sin una sentencia ni una explicación oficial, el intelectual villaclareño permanece atrapado en un limbo que, para muchos, es ya una condena en sí misma.

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