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La moda cubana vuelve a las pasarelas

La colección ‘Blanco y Negro Sí’ del diseñador Mario Freixas inspirada en los años 50 del siglo veinte. (14ymedio)
Yosmany Mayeta Labrada

15 de octubre 2016 - 16:12

La Habana/El Prado tuvo su desfile de Chanel, pero el Gran Teatro de La Habana vive días dedicados a las pasarelas nacionales con la Semana de la Moda en La Habana. Sin estridencias, grandes titulares en la prensa extranjera, ni calles cerradas, la cita de la alta costura local trae propuestas menos altisonantes que las de Karl Lagerfeld, pero más cercanas a la realidad del país, su clima y el gusto de los cubanos.

El evento, inaugurado este jueves, busca rescatar la alta costura isleña, después de décadas de quedar reducida a las vidrieras de las boutiques para turistas y a un estrecho círculo de creadores o modelos. Bajo el lema “Artesanía e Identidad”, la Semana de la Moda ha reunido a creadores del patio, pero también a un público deseoso de ver propuestas que escapen de las repetitivas ofertas de las tiendas en pesos convertibles o del limitado ajuar que muestra el mercado informal.

Entre los momentos mejor valorados de esta singular pasarela cubana, ha estado la colección Blanco y Negro Sí del diseñador Mario Freixas inspirada en los años 50 del siglo veinte. Con un look que recuerda los momentos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la muestra conectó muy bien con el público de una ciudad que en muchos detalles parece haberse quedado varada en aquel instante de su historia.

Se trata de una evocación a una Cuba anterior a que los uniformes militares y la austeridad en el vestir se instalaran en su día a día

Se trata de una evocación a una Cuba anterior a que los uniformes militares y la austeridad en el vestir se instalaran en su día a día. Una velada remembranza a los maniquíes que posaban en los escaparates de la tienda El Encanto, las modistas que cosían en sus sonoras máquinas de pedales la ropa a la medida que sus clientes habían visto en una revista. Un país donde la falda entallada, un traje dril cien, los collares de perlas de fantasía y los zapatos de dos tonos, hacían suspirar a millones.

Con Blanco y Negro Sí, Freixas, miembro de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (ACAA), ha querido defender conceptos modernos de la artesanía, sin alejarse de las manualidades ni de los viejos cánones como los tejidos y semillas, según declaró a este diario durante la jornada inaugural. Sin embargo, el diseñador ha querido ir un paso más allá de la nostalgia y agrega un toque de frescura a sus piezas con trozos de telas, cintas y serpentinas que le otorgan al tejido un aire artesanal.

“Las piezas que muestro en esta edición de la semana de la moda, las presenté hace más de dos meses en Nueva York, y tuvieron gran aceptación entre los participantes y el público neoyorquino”, agrega el creador y explica que la colección actual inspira a otra que se presentará a finales de año en la Feria Internacional de Artesanía (FIART).

“Utilizaremos los mismos colores y este mismo concepto, pero con piezas más rebuscadas y elaboradas, llegando al público con tejidos más comerciales, propicios para el día a día”, apunta Freixas conocedor de las críticas que en muchos cubanos provoca la alta costura realizada en la Isla. Los elevados precios de estas piezas únicas o ediciones muy limitadas provocan frecuentes quejas al igual que lo inadecuado de muchas propuestas para las elevadas temperaturas que rigen casi todo el año en el país.

Freixas está consciente de que debe vencer esos obstáculos y cuando se le pregunta si la población cubana sigue la moda, reconoce que “no existe la costumbre de vestirse de diseñadores cubanos, porque contamos con una industria deprimida y los artistas no podemos darle respuesta total a la demanda que puede tener el país en cuanto a textiles”.

La mayoría de los cubanos viste en la actualidad con lo que encuentra en los anaqueles de las tiendas en pesos convertibles, donde una buena parte de las prendas en oferta está confeccionada en tejidos como el poliéster y el nailon. La importación personal, llevada a cabo por las llamadas mulas, también nutre el mercado negro con opciones más económicas pero también de baja calidad y producidas al por mayor. La costurera de barrio o el sastre de familia han pasado a ser lejanos recuerdos del pasado.

De ahí que esta Semana de la Moda, que ya llega a su jornada final este domingo, haya venido a avivar los deseos de recuperar una producción cubana, con sello propio y precios asequibles.

El talento abunda entre los creadores del país, necesitados de pasarelas más frecuentes y de un mercado mayorista donde adquirir la materia prima

La osadía de la muestra Origami, de la joven artista Annia Ferrer e inspirada en el arte japonés, dejó claro que el talento abunda entre los creadores del país, necesitados de pasarelas más frecuentes y de un mercado mayorista donde adquirir la materia prima. La colección del diseñador Oscar de la Portilla que emplea la técnica del estampado y entintado a mano fue otro de los momentos mejor valorados por la audiencia. El diseñador, con más de veinte años de carrera artística, prefirió no poner título a su muestra.

“Esta que presento es exclusiva, porque utilizo el entintado a mano por bloques de colores, desde los trajes de baño haciendo un recorrido hasta el vestuario de ocasión, dándole más opciones a mi público de cómo se puede usar la ropa que hago”, declaró a 14ymedio.

De la Portilla considera que el mayor problema que se les presenta a los diseñadores de moda en Cuba es no contar con una empresa textil que los ampare y reproduzca sus diseños: “Nosotros somos los que tenemos que buscar nuestros espacios, promociones y ventas”.

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