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Largas colas por toda Cuba para dar de baja de la libreta a los emigrados

El temor a una multa de miles de pesos provoca aglomeraciones ante las Oficinas de Registro de Consumidores

Cola para una Oficina de Registro de Consumidores en Centro Habana, en la capital. (14ymedio)
Juan Diego Rodríguez

22 de enero 2021 - 21:23

La Habana/El temor a ser multado por mantener en la libreta del mercado racionado a un emigrado ha provocado en Cuba, desde principios de enero, una avalancha de consumidores apurados por "dar de baja" a un familiar en las Oficinas de Registro de Consumidores (Oficodas).

Un recorrido por varias dependencias de Oficoda en varias provincias lo confirma: hay personas que llegan a las filas en la madrugada para realizar un trámite que debieron haber emprendido desde hace meses si no años, según determina la legislación vigente desde hace tres décadas.

La razón para las largas colas es el creciente rumor de que se impondrán abultadas multas a los jefes de núcleo que mantengan a un emigrado en el listado de consumidores de su hogar, una práctica muy extendida en la Isla y que permite a las familias contar con más cantidad de estos alimentos básicos vendidos a precios subsidiados.

La obligación de hacer el trámite está fijada en la Resolución 78 del Ministerio de Comercio Interior, que establece, desde 1991, que los recluidos en centros penitenciarios, hogares de ancianos, hospitalizados de forma permanente o residentes en el extranjero por más de tres meses tienen un plazo de entre 10 y 60 días para ser dados de baja de la libreta del racionamiento.

Desde finales del pasado año han aumentado las advertencias para que "con la entrega de la nueva libreta" correspondiente a este 2021, los jefes de núcleo "den de baja de manera inmediata y definitiva" a los emigrados

Sin embargo, las propias autoridades reconocen que esa resolución apenas se ha cumplido desde su entrada en vigor. En la provincia de Ciego de Ávila, 15.000 de los 437.000 consumidores registrados ya no residen en el país, según datos de la Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería difundidos por la prensa oficial.

Desde finales del pasado año han aumentado las advertencias para que "con la entrega de la nueva libreta" correspondiente a este 2021, los jefes de núcleo "den de baja de manera inmediata y definitiva" a los emigrados. Así se ha repetido en numerosas bodegas de la capital cubana y del resto del país, según testimonios recogidos por este diario.

"A mi madre, en la ciudad de Cienfuegos, la bodeguera hasta la regañó porque compró el café que me correspondía a mí", explica a este diario un cubano residente en Florida que recientemente se repatrió a la Isla, pero ha pasado más de 90 días fuera del territorio nacional. "Le dijeron a mí mamá que le descontarían el producto del mes próximo", comenta a este diario.

Aunque los medios oficiales no han confirmado la nueva arremetida contra esta práctica, en varios portales digitales han catalogado como de "falsos rumores" las amenazas de recibir una multa de hasta 5.000 pesos por mantener un emigrado en la libreta. No obstante, tampoco han disuadido firmemente a los ciudadanos de ir a las Oficodas a hacer el trámite.

Una funcionaria del gobierno provincial en Cienfuegos asegura que recibieron indicaciones de cotejar las listas de consumidores en la Oficodas con Inmigración, de manera que se eliminen "automáticamente" los consumidores que están fuera del país.

"En esa reunión se habló incluso de aplicar la ley y multar a quienes no eliminen de la libreta a sus familiares emigrados", explica, "pero no fue una determinación, sino una propuesta".

"No lo están diciendo públicamente pero a mí me lo dijo el bodeguero de mi cuadra en la calle Rayo", cuenta una jubilada que comenzó la fila para dar de baja a su sobrino, residente en Santiago de Chile desde hace cinco años. "Cuando él se fue perdí un apoyo diario pero gané otro", evalúa la pensionada.

"Tampoco era que le estuviera robando a nadie, mi sobrino trabajó muy duro en este país y se tuvo que ir con una maleta nada más", justifica. "Esta cuota que me dejó era lo menos que le tocaba por todo el esfuerzo que tuvo que hacer aquí trabajando en un hospital como enfermero por lo poco que le pagaban".

"Sabemos de bodegas donde hay más de cien personas que llevan años viviendo fuera del país y siguen supuestamente comprando la canasta básica"

En la fila para otra Oficoda en Nuevo Vedado las historias se parecen mucho: un familiar que salió del país, la vista gorda que hicieron los bodegueros sobre la evidente ausencia del consumidor, los parientes que no quisieron renunciar a tener una cuota adicional de estos productos básicos y la carrera de los últimos días para evitar cualquier posible penalización.

"Esto es un abultado negocio", reconoce un funcionario del Ministerio de Comercio Interior consultado por este diario. "Sabemos de bodegas donde hay más de cien personas que llevan años viviendo fuera del país y siguen supuestamente comprando la canasta básica", explica. "En algunos casos es la familia la que se beneficia de esta irregularidad pero también sabemos que hay bodegueros que se dedican a la reventa directa de estas mercancías".

"En algunos casos, la familia ni siquiera compra la cuota del emigrado sino que la deja en la bodega y en complicidad con los empleados la revenden y dividen las ganancias", detalla. "Así que está bien que ahora la gente esté corriendo para dar de baja a los que se fueron a otro país, porque eso va a reducir la cantidad de productos que el Estado está obligado a colocar en cada bodega".

El funcionario opina que no solo el rumor de las multas está espoleando a los consumidores a realizar el trámite en las Oficodas, sino también el recorte de los subsidios de la canasta básica que ha disparado el precio de muchos. "Antes les daba la cuenta, compraban por centavos y vendía a precio de mercado negro, pero ahora hay poco margen de negocio porque todo cuesta más".

No obstante, actualmente productos como el arroz siguen estando prácticamente en venta exclusiva en el mercado racionado, por lo que acceder a una cuota extra de un consumidor que no engrosa los comensales de un hogar sigue siendo una posibilidad atractiva.

"Mis dos hijas viven en Miami y la remesa que me pueden enviar es poca. Su cuota de la bodega es mi verdadera remesa porque me permite comprar más arroz, azúcar y otros productos que consumo o revendo", explica a 14ymedio Edelmira, otra jubilada que la mañana de este viernes estaba en la fila de la Oficoda en la barriada de Cayo Hueso en Centro Habana.

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