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“En la pasada zafra se nos quedaron sin cosechar 14.000 toneladas de caña"

Azúcar

Un productor tunero pide aumentar el estímulo a los trabajadores y reprocha a la empresa estatal de seguros su mala cobertura: "Siempre busca justificaciones"

Un campesino en un cultivo de caña de azúca en Madruga, Mayabeque (Cuba). / EFE/Ernesto Mastrascusa

19 de noviembre 2025 - 11:07

Madrid/La maquinaria para que comience la zafra azucarera de 2025-2026 empieza a engrasarse con la duda de a cuánto ascenderá la planificación, en un año que podría ahondar en el pozo sin fondo en que se ha convertido la antigua industria reina en Cuba. La temporada debe ser “un parteaguas” con respecto a los últimos años, dijo el pasado septiembre Joel Queipo Ruiz, el primer secretario del Partido Comunista en Holguín. Y, aunque se refería a la provincia, el mensaje vale para todos. 

Caer por debajo de las 147.652 toneladas que como máximo se produjeron en 2025 sería desastroso, pero es muy posible. La pérdida de la fuerza laboral es uno de los factores que se suma a los problemas agrícolas y tecnológicos, señala José Luis Jomarrón Cera, presidente de la cooperativa Diego Felipe. Ubicada en Puerto Padre, Las Tunas, la empresa es una de las pocas que va bien, aunque el central al que entrega la caña –el Antonio Guiteras– se quedó en un 16% de lo previsto el pasado año, 7.200 de las 45.000 toneladas planificadas. 

En lo que va de año, ha logrado un buen rendimiento –de 42 toneladas de caña por hectárea “en suelo de muy mala calidad y en secano”, dice– y en la campaña de primavera logró el objetivo de sembrar las 82 hectáreas previstas. “Ahora ya tenemos la tierra preparada para comenzar la campaña de frío y plantar otras 73,4”, cuenta al diario Periódico26, que hoy entrevista al productor para tratar de entender qué está fallando en la industria azucarera cubana y cómo podría actuarse.

En lo que va de año, ha logrado un buen rendimiento –de 42 toneladas de caña por hectárea “en suelo de muy mala calidad y en secano”, dice–

“Los productores sabemos cómo hacerlo y tenemos conciencia de que se puede hacer mucho”, arranca tras considerar que el sector sufre el dilema de si es antes el huevo o la gallina. “¿Se debe sembrar más caña si la industria no puede procesarla?”, le preguntan. “Si la industria no muele no habrá caña, y si no hay caña la industria no molerá”, razona. No es la primera vez que el diario provincial se hace esa misma pregunta: el pasado 18 de octubre, publicó un largo y duro artículo en el que, directamente, se cuestionaba la industria por estar “totalmente obsoleta”. Para Jomarrón Cera, sin embargo, el principal escollo está en la falta de estímulos a los trabajadores del gremio.

“En la pasada zafra se nos quedaron sin cosechar 14.000 toneladas de caña con aproximadamente 28 millones de pesos por cobrar, de los cuales ocho serían para gastos y 20 para distribuirlos, que representarían 200.000 pesos por utilidades para cada trabajador”, explica. 

A su juicio, el campesino debe tener conciencia de que es dueño de la producción, asegurarle los materiales e insumos y motivarlo. “Eso no es nuevo, pero hay que pagarles por estímulo, por la productividad, la calidad, la disciplina. Existe respaldo jurídico para implementar sistemas de pago que tengan en cuenta esos atributos, pero hay desidia en su materialización”, dice, sin especificar cómo.

El productor afirma –a pesar de que, por ahora, los datos que lo contradicen– que el Gobierno sí ha adoptado decisiones que han mejorado la situación, las conocidas 93 medidas para fortalecer la producción azucarera que entraron en vigor en 2022, y asegura que el Estado acompaña a los trabajadores a través de todas las instituciones, salvo una a la que acusa de todo lo contrario: la Empresa de Seguros Nacionales (Esen). 

“El seguro es demasiado costoso y, a pesar de ello, no asume ni el 10% de los gastos que perjudican la producción. Hay sequías persistentes, inundaciones con grandes afectaciones productivas y económicas, y Esen no cubre nada, siempre busca justificaciones y a la mayoría de los casos no acude. Es el criterio generalizado entre los labriegos”.

Este dato debería rondar el 20%, pero en muchas empresas, cuenta, están trabajando con porcentajes de entre el 40 y el 70%

Jomarrón Cera, pese a su convicción de que el Estado les apoya, deja caer cuantiosas críticas. “Lo primero es atender al obrero, porque ahora mismo es el único activo que tenemos disponible y es capaz de generar muchos de los recursos que nos faltan. Hemos perdido 10 veces más de lo que hubiéramos gastado en acciones de ese tipo, pero no hemos atendido a esa fuerza, nos hemos quedado en los discursos, las buenas intenciones y en frases estereotipadas”.

En su caso, considera que la cooperativa ha logrado unos buenos resultados fruto de lograr la vinculación del campesino con la tierra y conseguir un buen balance de cepas quedadas. Este dato debería rondar el 20%, pero en muchas empresas, cuenta, están trabajando con porcentajes de entre el 40 y el 70%. “Que, además, se muelen desfasadas por las demoras en la zafra”. Jomarrón Cera cuenta que en su empresa también se está dejando de ganar mucho dinero –“Nosotros teníamos proyectado cobrar, entre anticipo básico y estímulo por la evaluación del desempeño, hasta 17.000 pesos mensuales, y no fue posible”– pero aún así entrega un estímulo semanal a sus trabajadores.

Y es que el productor, que elogia la capacidad de otros países de ganar dinero con el sector azucarero, defiende aun así el modelo productivo. “El Estado debe de dar autonomía, pero controlar más. Tiene que desempeñar otro rol, otro papel”, considera. Y destaca que el modelo cooperativista es una organización del trabajo “perfecta para un modelo socialista” al que no se reconoce lo suficiente.”No podemos seguir apostando por la privatización”, concluye.

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