La Policía cubana tiene abiertas “un centenar” de investigaciones sobre las remesas
Cuba
La prensa estatal reporta tres casos de "tráfico de divisas" en Villa Clara, Las Tunas y Sancti Spíritus manejados desde EE UU y España
Madrid/Los economistas llevan días advirtiéndolo, en mitad de la nueva guerra propagandística del régimen: “Ahora, con la cacería a las remesas escaseará más el dólar”. Con el ataque a El Toque como contexto, el oficialismo dio el pistoletazo de salida el pasado jueves con el anuncio de la detención de 13 personas por “robo de remesas” y continúa hoy informando de la existencia de tres investigaciones abiertas por la misma causa.
“Desde hacía tiempo funcionaba como engranaje silencioso de un circuito que movía millones dentro y fuera del país, parte de un fenómeno que, según las autoridades, continúa reproduciéndose, pese a los procesos penales en marcha y las alertas públicas”, reza una nota publicada en Cubadebate. De silencioso, poco, puesto que no es más que el mecanismo habitual de la entrada de divisas que reina en la Isla desde que los emigrados comenzaron a saltarse los cauces del conglomerado militar Gaesa, primero por obligación y luego por conveniencia.
El primer caso mencionado se investiga en Villa Clara, aunque el “tráfico de divisas” se extendía también a Sancti Spíritus y Las Tunas. El modus operandi hace referencia a “dos financistas”, uno en EE UU y otro en España, a los que acusa de “captar” remesas de cubanos residentes en esos países con la que financiaban importaciones de privados. Los particulares pagaban en moneda nacional y dólares a “un organizador y sus mensajeros” que distribuían el dinero a los familiares de las tres provincias.
'Cubadebate' señala que se realizaban “operaciones de compensación financiera en el exterior, reteniendo el efectivo en divisas en favor de terceros”
Cubadebate señala que se realizaban “operaciones de compensación financiera en el exterior, reteniendo el efectivo en divisas en favor de terceros para enfrentar compras y pagar a proveedores”, lo que, en su opinión, complica la operación y agrava el delito “teniendo en cuenta el carácter continuado, la existencia de organización y roles en la cadena delictiva y la doble retención de efectivo (moneda nacional–divisas) fuera del control del Sistema Bancario Nacional”.
El teniente coronel Yisnel Rivero Crespo, jefe del Departamento de Delitos Económicos del Ministerio del Interior, afirma que los dos operadores radicados en el exterior se beneficiaban, además, de una comisión que rondaba entre el 6% y el 8% por realizar la importación, además del margen de ganancia –no determinado– por gestionar la remesa. De acuerdo con las autoridades, la parte cubana realizaba estas actividades desde 2023 y manejaba de 20 a 30 millones de pesos semanales (unos 45.500 a 68.100 dólares al cambio actual).
Las cinco personas implicadas en este caso –que distribuyen el dinero dos días a la semana, viernes y lunes– fueron detenidas hace unos siete días, entre ellas dos receptores mayoristas en Sancti Spíritus y Las Tunas. Además, hay al menos cuatro negocios privados “involucrados”.
A esto hay que sumar dos casos abiertos en Pinar del Río y La Habana, ambos relativos a personas que realizaban compraventa de amplias cantidades de divisas dentro del país. “Aquí se empleaba un circuito interno diseñado para inflar precios y obtener retornos rápidos”, avisa Rivero Crespo, que precisó más detalladamente el número de investigados.
En Pinar del Río son cuatro los involucrados, un “cabecilla” que coordinaba a dos mensajeros comprando divisas en el mercado informal “con fondos que él les suministraba” y una joven que administraba un grupo en Facebook para promover y gestionar las operaciones.
En el caso de La Habana, se trataba solo de un “ciudadano desocupado, residente en el municipio Diez de Octubre, que gestionaba un alto volumen de operaciones. Según las autoridades, su casa se había convertido en punto de referencia para quienes buscaban grandes montos en poco tiempo”.
El Código Penal prevé penas de entre dos y cinco años para los delitos de tráfico ilegal de moneda nacional y divisas
La nota incluye varios párrafos destinados a advertir a la población de que hay “un centenar” de investigaciones abiertas de este tipo y que involucran “cientos de millones de pesos” movidos cada semana. “Dichas prácticas generan una presión adicional sobre la inflación, reducen la capacidad recaudatoria del Estado y terminan afectando a los propios actores económicos que intentan operar dentro de la legalidad”, subraya, a la vez que atribuye a este tipo de prácticas el agravamiento de la crisis cubana e insiste en que la situación “exige un enfrentamiento sostenido”.
El Código Penal prevé penas de entre dos y cinco años para los delitos de tráfico ilegal de moneda nacional y divisas, así como para quien “realice en el extranjero, por sí o por persona intermedia, operaciones financieras sin previa autorización del órgano estatal competente”.
El esquema de entrada de divisas al país que tanto escandaliza ahora al Ministerio del Interior no solo es vox populi entre la población, sino que los medios independientes –como 14ymedio– llevan contándolo desde al menos 2023. Infinidad de cubanos –de manera generalizada– han recurrido a este sistema que solucionaba de un plumazo dos inconvenientes.
Por un lado, abarata el margen de ganancias de las empresas remesadoras de EE UU que aún operaban en Cuba, reducidas u obligadas a buscar alternativas desde que en 2017 la primera Administración de Trump comenzó a penalizar a las compañías que se encargaban de ello. Por otro, resuelve el inconveniente de los privados, forzados a importar sin tener acceso a un mercado de divisas.
El método, junto con el de envíos de dinero mediante aplicaciones online, se convirtió en tan universal que el centro de estudios Cuba Siglo 21 lleva dos años advirtiendo de una pérdida del control del Estado sobre las remesas, que alcanzó el 95% solo en 2024. El Estado implantó la dolarización parcial de la economía para recuperar las divisas perdidas hacia sus arcas y, ahora, está en plena ofensiva para desmantelar los circuitos financieros paralelos. Se trata de un intento desesperado –y condenado al fracaso según los expertos– para frenar la imparable depreciación de la moneda nacional.