El proyecto ruso para rescatar el central Uruguay en Sancti Spíritus no acaba de despegar
Inversión
Ni el Ministerio de la Agricultura ni el grupo Azcuba han emitido una nota que confirme la cancelación o posposición oficial del acuerdo
Sancti Spíritus/Cuando en 2023 se anunció que el coloso azucarero Uruguay, en Jatibonico, pasaría a ser gestionado por una empresa rusa, muchos en Sancti Spíritus respiraron con alivio. La alianza con Moscú prometía rescatar a uno de los ingenios más emblemáticos del país, modernizar sus equipos y devolverle la vitalidad de los tiempos en que marcaba récords nacionales de producción. Sin embargo, más de dos años después, la promesa se ha ido diluyendo entre la falta de piezas, los apagones y el silencio burocrático.
"Aquí la gente se alegró cuando se enteró, porque estamos muy unidos al central, pero ha pasado el tiempo y no llegan los rusos ya no sabemos ni qué pensar", cuenta a 14ymedio Gerardo, un antiguo operario azucarero de 61 años que lleva más de una década fuera del sector. "Ese lugar llegó a ser como mi casa y por eso me daba mucha ilusión que lo repararan".
El plan de reanimar el coloso azucarero, el más importante de la provincia y uno de los imprescindibles para la zafra nacional, nació con entusiasmo. En mayo de 2023, durante el Foro Económico Cuba–Rusia celebrado en La Habana, un directivo de la empresa Progress Agro confirmó que la firma preparaba una empresa mixta con Azcuba para reacondicionar el Uruguay, antiguo central Jatibonico y que fuera propiedad propiedad de la compañía norteamericana Cuban Sugar Company.
Los medios oficiales cubanos lo presentaron entonces como el primer paso de un "renacimiento azucarero" con apoyo de la potencia euroasiática, mientras la prensa rusa lo citaba como un símbolo de cooperación estratégica. En Jatibonico se hablaba de nuevos empleos, de técnicos formados en Rusia y de la llegada de maquinarias que sustituirían los viejos implementos. Incluso, se mencionó que los especialistas serían alojados en el hotel Zaza, cercano al ingenio.
"Nos daba igual si eran rusos, vietnamitas o extraterrestres"
"El municipio está muy deprimido porque el Uruguay era nuestra locomotora, cuando él está de capa caída todos nos sentimos en el mismo hueco", resume Gerardo. "Nos daba igual si eran rusos, vietnamitas o extraterrestres, lo que la gente quería es que llegara alguien que frenara la situación de deterioro que tiene el central y que arrastra a todo el mundo aquí, hasta criar animales se vuelve un problema cuando el central está moliendo poco porque de ahí mucha gente saca el alimento para su ganado".
Pero en el terreno las expectativas con la llegada de los empresarios extranjeros se toparon con la realidad. A inicios de 2024, el semanario provincial Escambray reportaba que el central estaba "en pausa" y que buena parte de su personal había sido desplazado para apoyar la molienda en la industria azucarera de Tuinucú. La nota no hacía referencia a los socios rusos ni a ninguna inversión en curso.
"El año pasado fuimos a apoyar a otro central pero aunque este año se espera que el Uruguay muela ya me quité de la zafra", advierte un empleado que trabajaba en el traslado de la caña desde los campos hasta la industria. "A cada rato nos decían que aunque no estuviéramos satisfechos con lo que estábamos ganando, por las bajas utilidades que estaba dando el Jatibonico, no nos fuéramos del sector porque lo mejor estaba por empezar cuando llegaran los rusos". Sin embargo, "dejaron de hablar de ellos y ya nadie le pone fecha a ese proyecto así que yo me quité y ahora estoy trabajando en una finca cerca de mi casa que produce viandas".
Los reportes provinciales solo insisten en los mismos males que atenazan al Uruguay y al resto de los centrales espirituanos: falta de caña, de combustible y de piezas, además de los apagones que impedían completar las reparaciones. En los talleres ferroviarios locales apenas se han preparado unos pocos carros jaula para el traslado de la gramínea, mientras los técnicos locales admiten que "sin electricidad no hay milagro posible".
A nadie sorprende ese paso apocado del que fuera un gigante productivo. En 2022 el ingenio espirituano paró y Eddy Gil Pérez, director de la Empresa Agroindustrial Azucarera Uruguay, mostró su entusiasmo con la posible gestión rusa: "Estamos dentro de los nueve ingenios del país escogidos para estos negocios", reveló entonces. Parte de los empleados de la industria fueron reubicados y a los trabajadores se les avisó que el antiguo Jatibonico estaría paralizado hasta que los rusos acometieran una "reparación capital", que hasta el momento no se ha hecho.
El tema de la colaboración de Rusia en la la zafra de la Isla ha dejado incluso de mencionarse en la prensa oficial cubana
En el cercano hotel Zaza se alojó en su momento una delegación rusa, según testimonios recopilados por este diario. “Pero de ahí no pasó la cosa, vinieron en una delegación de exploración”, subraya una fuente de ese establecimiento. En el sitio digital de Progress Agro no hay mención pública ni comunicados visibles de que la empresa haya avanzado hasta el despliegue técnico operativo en territorio cubano. El tema de la colaboración de Rusia en la la zafra de la Isla ha dejado incluso de mencionarse en la prensa oficial cubana, que por otro lado sí ha dado publicidad a las recientes conversaciones con China para revitalizar el sector azucarero.
Este 2025, la agencia Reuters regresó a Sancti Spíritus y confirmó lo que ya era vox populi: el proyecto ruso no había pasado del papel. "El plan para revitalizar el Uruguay no se materializó", resumía su crónica desde Jatibonico, que citaba a obreros y funcionarios frustrados por la ausencia de resultados. Mientras tanto, los chinos ganaban presencia con parques solares en la región, un contraste que no pasó inadvertido para los trabajadores del azúcar. "¿Y los rusos? Todo el mundo pregunta por ellos, pero aquí no ha llegado ni un tornillo", decía uno de los operarios entrevistados.
Ni el Ministerio de la Agricultura ni el grupo Azcuba han emitido una nota que confirme la cancelación o posposición oficial del acuerdo. Tampoco hay rastros de licitaciones, estudios ambientales o importaciones asociadas a la supuesta modernización. Los sitios gubernamentales rusos, por su parte, mencionan la cooperación con Cuba en términos generales –alimentación, energía, transporte–, pero sin aludir directamente al ingenio espirituano. Las fuentes diplomáticas consultadas mantienen la vaguedad habitual: "se trabaja en la evaluación de oportunidades".
El contraste con la efervescencia inicial es evidente. El Uruguay, que alguna vez fue orgullo nacional y símbolo del poder azucarero cubano, atraviesa hoy una de las etapas más sombrías de su historia. Su producción, que superó las 200.000 toneladas en los años dorados, apenas alcanzó unas mil toneladas en el tramo final de la zafra 2024. La planta sigue dependiendo de reparaciones improvisadas y de la voluntad de unos pocos trabajadores que se niegan a ver morir el ingenio.
El silencio oficial sobre el proyecto ruso deja un sabor conocido: promesas que se evaporan, acuerdos que nunca llegan a concretarse y una industria que, entre apagones y deudas, continúa derritiéndose como el azúcar al sol.