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Recetas para reconstruir un país en ruinas

El nuevo mandatario tiene ante sí un reto monumental: continuar y profundizar las reformas económicas emprendidas por Raúl Castro

El primer secretario del Partido Comunista de Cuba y ya expresidente Raúl Castro levanta el brazo del nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel. (EFE/Alexandre Meneghini)
Mario J. Pentón

20 de abril 2018 - 12:18

Miami/El apoyo casi unánime recibido en el Parlamento por Miguel Díaz-Canel, que ha asumido este miércoles sus funciones de jefe de Estado, no ha ido acompañado de un compromiso concreto de reconstruir el país en ruinas que han dejado casi seis décadas de control estatal de la economía bajo la conducta de Fidel y Raúl Castro.

Con una economía estancada, que depende del petróleo venezolano, y un aparato estatal de corte soviético que consume los escasos recursos de la nación, el nuevo mandatario tiene ante sí un reto monumental: continuar y profundizar las reformas económicas emprendidas por Raúl Castro y evitar que se tambalee el sistema político, explicaron a 14ymedio varios expertos.

"El reto más grande que tiene Miguel Díaz-Canel es encaminar la economía por el sendero del crecimiento económico", no duda en aseverar Emilio Morales, presidente de Havana Consulting Group, con sede en Miami.

Como principal obstáculo Morales señala "la sombra de la octogenaria generación" que a su juicio continuará detentando el poder desde el Partido Comunista

Díaz-Canel, quien este viernes cumplirá 58 años, recibió el poder de manos de Raúl Castro después de una década de lentas reformas y debe "reavivar el deshielo con Estados Unidos", añade. Como principal obstáculo Morales señala "la sombra de la octogenaria generación" que a su juicio continuará detentando el poder desde el Partido Comunista. Si llega al final de su mandato, Raúl Castro continuará al frente del PCC hasta el 2021.

Para "reavivar el deshielo" (proceso iniciado por el presidente Barack Obama en 2014) el nuevo mandatario cubano tendría que solucionar el problema de las confiscaciones de empresas norteamericanas a inicios de la década del 60, liberar a las fuerzas productivas de la nación mediante una ley que permita la libre empresa y autorizar las inversiones privadas de cubanos de la Isla y la diáspora, enumera Morales. Estas medidas han sido un reclamo histórico de la oposición, pero La Habana siempre ha respondido con más centralismo.

"La década de Gobierno de Raúl Castro ha sido una década perdida", asevera, aunque señala que la apertura a la pequeña empresa privada fue un avance. Más de medio millón de cubanos trabajan fuera del ámbito estatal desde 2010, cuando Raúl Castro impulsó el cuentapropismo como una manera de aliviar la carga de las finanzas públicas.

Morales agrega que el Gobierno debería dejar funcionar el juego de la oferta y la demanda en un mercado libre, permitir la contratación del personal cubano por parte de empresas extranjeras sin intermediación del Estado, revitalizar el transporte y profundizar en las reformas estructurales en el campo.

"Se necesita eliminar el monopolio del Acopio en el campo y dejar que los usufructuarios decidan qué producir, a quién vender y fijar los precios, sin intervención estatal, además de extender el contrato de usufructo por tiempo indefinido"

"Se necesita eliminar el monopolio del Acopio en el campo y dejar que los usufructuarios decidan qué producir, a quién vender y fijar los precios, sin intervención estatal, además de extender el contrato de usufructo por tiempo indefinido", apunta.

Cuba dedica alrededor de 2.000 millones de dólares cada año a importar productos que necesita para el mercado interno y que podrían producirse en la Isla. La ineficiencia del Estado, propietario de todas las grandes y medianas empresas en la Isla, ha sido reconocida por las propias autoridades, quienes sin embargo, continúan apostando por "la empresa estatal socialista" como columna vertebral de la economía.

Elías Amor, economista cubano radicado en España, cree que es "un disparate" mantener el actual sistema económico. El también activista por los derechos humanos publicó recientemente un listado de 50 acciones urgentes que debe emprender el Ejecutivo para reactivar la economía.

"Cuba debe transitar hacia una economía de mercado social, en donde el eje de la economía sea la empresa privada y el Estado recupere su papel como distribuidor de la renta, de asignación de recursos y para fomentar el desarrollo económico", explica Amor, quien urge al Gobierno de la Isla a abandonar su papel regente.

"Los llamados Lineamientos tienen que revisarse en profundidad porque son inalcanzables con el actual sistema económico. Creo que es vital que se equilibren las cuentas públicas y que se unifique la moneda", agrega el experto.

El sistema propuesto por Amor incluye una política de privatizaciones que permitan al campesinado ser propietario de la tierra y reducir el peso del sector estatal en la economía reduciendo sustancialmente los efectivos del Ejército y la Seguridad del Estado. "En Cuba el 85% de los empleados tienen como patrón al Estado. Esa cifra debería reducirse al menos al 15% para hacer que el país prospere", explica en una conversación telefónica.

"Cuba debe transitar hacia una economía de mercado social, en donde el eje de la economía sea la empresa privada y el Estado recupere su papel como distribuidor de la renta

Para el catedrático cubano Carmelo Mesa-Lago, la elección de Díaz-Canel responde a su lealtad al Partido Comunista. "El partido lo eligió porque lo ven como una persona leal, que no va a cambiar nada", dijo a Bloomberg Businessweek el economista.

Mesa-Lago recalcó que en la Isla "hay una burocracia estancada que claramente ve al sector privado como una amenaza", en referencia a los aires de glaciación que soplan sobre los emprendedores cubanos tras el congelamiento de una serie de licencias.

El pasado año Mesa-Lago y otros expertos presentaron Voces del cambio en el sector no estatal cubano, un estudio sobre el incipiente sector privado en la economía cubana. Los cuentapropistas pidieron en aquel momento más oportunidades para invertir en sus negocios y menos trabas burocráticas. También exigieron la apertura de mercados mayoristas y la libre importación de mercancías, pero hasta el momento la Plaza de la Revolución permanece sorda a sus necesidades.

Sobre los retos del presidente electo, Mesa-Lago no se muestra optimista. La crisis, dice, no es tan severa como cuando desapareció la Unión Soviética, pero los desafíos son mayores desde 1990.

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