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Restauran en La Habana el monumento a los Rosenberg, condenados por espiar para la URSS

Cuba

El paso del tiempo ha hecho olvidar a los cubanos los detalles sobre este matrimonio que llenó la propaganda oficial hace medio siglo

La reparación del monumento a los Rosenberg incluyó pasarle algo de pintura a una parada de ómnibus cercana. / Tribuna de La Habana
Natalia López Moya

27 de julio 2025 - 10:13

La Habana/Una esquina habanera transitada, unos vecinos que pasan rápido mientras se mueven de una cola a otra o al trabajo y un monumento que casi nadie se detiene a mirar. Los rostros en la instalación, cubierta de ladrillos rojos y con palomas a relieve, son de los estadounidenses Julius y Ethel Rosenberg. El paso del tiempo ha hecho olvidar a los cubanos los detalles sobre este matrimonio que llenó la propaganda oficial hace medio siglo. 

La reciente restauración del parque, que alberga el monumento a los Rosenberg en la intersección de las avenidas Zapata y Paseo, en La Habana, convocó a varios funcionarios que prefirieron ceñirse al viejo guion que difundieron los medios estatales, sin ninguna alusión a los detalles que revelaron los archivos desclasificados tiempo después de la ejecución de ambos en la silla eléctrica.

Para aplacar las críticas de los residentes en las cercanías, que reclaman que se pavimenten las deterioradas calles, se mejore el funcionamiento del semáforo afectado por los apagones o se restablezcan las deterioradas cafeterías de la zona, la reparación del monumento a los Rosenberg incluyó pasarle algo de pintura a una parada de ómnibus cercana. 

Inaugurado en 1983 ante embajadores y abogados del caso, el conjunto escultórico de José Delarra se convirtió en el único monumento en América Latina dedicado a estas figuras condenadas por espionaje en Estados Unidos. Durante décadas, muchos cubanos asumieron que fueron completamente inocentes y víctimas del macartismo. Sin embargo, con el paso del tiempo han salido a la luz documentos que matizan esa versión.

La reciente restauración del parque convocó a varios funcionarios que prefirieron ceñirse al viejo guion que difundieron los medios estatales

Julius Rosenberg, ingeniero eléctrico y miembro activo del Partido Comunista estadounidense, fue condenado junto a su esposa Ethel en 1951 por conspiración para espiar a favor de la Unión Soviética y transmitir información sobre el desarrollo de armas nucleares desde Los Álamos. Su cuñado, David Greenglass, fue la pieza clave en el juicio: aseguró que Julius le pidió entregar secretos militares y que Ethel mecanografió las notas, aunque más tarde admitió que mintió para proteger a su esposa.

Las revelaciones del Proyecto Venona —una operación secreta de la inteligencia estadounidense que logró descifrar comunicaciones soviéticas— confirmaron que Julius actuó como agente y reclutador dentro de una red de espionaje activa. Ethel, en cambio, no utilizó alias ni apareció como operativa en los archivos de inteligencia. Documentos recientemente desclasificados por la NSA indican que Ethel “conocía” las actividades de su esposo, pero no participó directamente en ellas.

Ambos fueron ejecutados el 19 de junio de 1953, convirtiéndose en los primeros civiles estadounidenses en recibir la pena de muerte por espionaje en tiempos de paz. Diversos analistas, como los citados por Time, han señalado que la información transmitida a la URSS era en muchos casos técnica y limitada, sin justificar una condena tan severa.

Desde hace años, los hijos de los Rosenberg, Robert y Michael Meeropol, han reclamado una proclamación presidencial que exima a su madre, alegando que su procesamiento fue injusto y politizado. Más allá de la leyenda, los hechos revelan que Julius sí colaboró con la URSS, mientras que Ethel fue, al menos en términos judiciales, arrastrada por la lealtad y el contexto de una época marcada por el miedo, la ideología y el exceso de celo.

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